La melodía salida de la guitarra, el laúd y el tres, transportaron hoy hasta la cumbre de su realización a la edad de 92 años, al Príncipe del Punto Cubano Bruno Rigoberto Rizo Maldonado, figura cimera del repentismo, quien al cumplir los 91 dijo con la jocosidad que le caracterizaba: “¡Me pasé con ficha, como en el dominó!¡Llegué a los 91!”.
Hace varios años que su inseparable amigo y cantor Rafael Rubiera, también nos había abandonado, dejando una obra ennoblecida y renovadora del decir sentimental más apegado a las raíces de la nacionalidad.
Es como si la vida diera vueltas y vueltas y cuando uno menos lo imagina comienza a tejer historias hasta que el lazo se produce, se unen sus puntas y los anuda en él para siempre. Este es el caso de las dos R habaneras, que lanzaron desde que apenas aprendieron a hablar y a pensar, sus joviales y hermosos octosílabos versos al aire, con la melodía que solo saben hacer los grandes y, desde su altura, supieron provocar la sonrisa lozana de la tierra y el bienestar de quiénes en ella habitamos.
Rigoberto Rizo y Rafael Rubiera, acunaron la décima en sus corazones y entregaron a cada paso pasión, sentimiento y sin igual armonía.
Hoy será día de dolorosa reunión en la campiña: Todos llegarán cabizbajos y alicaídos. Las palmas declinarán sus penachos; las cañas, aún con la fuerte brisa, han apagarán el susurro de sus hojas y, como si la naturaleza lo sintiera suyo, hasta el día se torna gris y pesadumbroso. Es el último adiós al Saltarín de Madruga, con un rizo en las cuerdas hasta apagar la melodía.
El sinsonte, el zorzal, el totí y el tomeguín, hoy no han querido cantar ,y entre guirnaldas de margaritas y encendidos reflejos del tenue sol, han ejecutado una hermosa danza de amor dejando en el cielo dibujadas, como notas musicales salidas de un pentagrama, las dos R habaneras que vibrarán por siempre en el firmamento: Rizo y Rubiera.
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