sábado, octubre 05, 2019

La injusticia aún tiembla


Por Sergio I. Rivero Carrasco

Por estos días de asombroso terror implementado por los tradicionales causantes, que no se vanaglorian en las tribunas internacionales como ocurrió en la 74 sesión de la Asamblea General de las Naciones Unidas, para tratar de dar fe ante el mundo a las más descaradas mentiras que por años les han servido de careta para mostrarse ante él y ocultar sus verdaderas acciones.
El Presidente Norteamericano Donald Trump, impunemente condenó a Cuba, Venezuela y Nicaragua ubicados por su gobierno como parte del “eje del mal”,  y con toda la hipocresía y falsedad que lo caracteriza expresó: "El futuro le pertenece a las naciones soberanas e independientes que protegen a sus ciudadanos, respetan a sus vecinos y honran las diferencias que hacen que cada país sea especial y único” (…) y se comprometió a “…apoyar a aquellos pueblos del hemisferio occidental que viven bajo la opresión brutal como el pueblo de Nicaragua, Cuba y Venezuela", con lo cual pretendió justificar las presentes y futuras acciones previstas en sus planes contra nuestros países. Fue una burla a la memoria de los pueblos, una injuria a los miles de muertos que reclaman hoy justicia junto a sus familiares.
Olvidan los muy perversos que nosotros TENEMOS MEMORIA. Esa memoria viva que muestra la sonrisa de la vida, pero a la vez llora como el primer día, las vidas cobradas ese seis de octubre de 1976 cuando al medio día, fuera derribado por un ataque terrorista el vuelo CU-455 de Cubana de Aviación siniestrado por la  Agencia Central de Inteligencia (CIA) de Estados Unidos utilizando criminales a sueldo  de origen cubano. Fueron  73 pasajeros y tripulantes del DC8, de los que  57 eran cubanos, entre los que se encontraban  el equipo juvenil de esgrima que había participado en una competencia en Venezuela, especialistas de Cubana de Aviación y otros funcionarios; 11 jóvenes guyaneses, seis de ellos seleccionados para realizar estudios de medicina en Cuba, y cinco ciudadanos de la República Popular Democrática de Corea, que visitaban países de América Latina en viaje de amistad.
Las víctimas de este aterrador flagelo no son solo mártires, sino símbolos del reclamo por la paz y la justicia en el mundo porque la larga lista de actos terroristas que desde los primeros años del triunfo de la Revolución fueron alentados y financiados por el Gobierno de Estados Unidos con el fin de revertir el proceso revolucionario cubano, han cobrado las vidas de más de tres mil personas.
A pesar de los esfuerzos de encubrimiento a los protagonistas de ese horrendo crimen, pronto se conoció que los autores materiales del sabotaje fueron los ciudadanos venezolanos Freddy Lugo y Hernán Ricardo, encargados de viajar en la nave en un vuelo anterior al viaje fatal para dejar en ella cargas explosivas, bajo la dirección de Luis Posada Carriles y Orlando Bosch, ambos de origen cubano, y todos  vinculados con la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos (CIA) desde su arribo a Miami, poniéndose al servicio de las organizaciones terroristas que perseguían destruir la Revolución por cualquier vía.
Por el dolor causado a los familiares de las víctimas y a toda una nación, fue declarada esta fecha en nuestro país desde el 2010, como el Día de las Víctimas del Terrorismo de Estado. Cuba se yergue con el prestigio y la dignidad que enaltece  su justa política como un ejemplo mundial en la lucha contra las acciones terroristas, lo cual será ratificado en este aniversario del Crimen de Barbados en todos los escenarios previstos para que el pueblo rinda el merecido tributo a sus muertos y condene esas viles acciones.
Han pasado 43 años y el pueblo cubano no cesa en su lucha por borrar este flagelo universal de la faz de la tierra. Todavía suenan en nuestros oídos aquellas indignadas y dolorosas palabras de Fidel el día 15 de octubre de 1976 en el acto de despedida de duelo de los muertos, frente a la multitud de cubanos reunidos en la Plaza de la Revolución para acompañar a los caídos hasta su última morada, denunció con irrebatibles datos la responsabilidad de la CIA en el hecho, describió sus métodos y expresó la decisión de enfrentar  la ofensiva terrorista del imperio lanzando a viva voz el sentir del pueblo cubano que, hoy más que siempre, demuestra que la injusticia aun tiembla:
“No podemos decir que el dolor se comparte. El dolor se multiplica. Millones de cubanos lloramos hoy junto a los seres queridos de las víctimas del abominable crimen. ¡Y cuando un pueblo enérgico y viril llora, la injusticia tiembla!”

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