Por Sergio I. Rivero Carrasco
“La bondad es una cadena de oro que enlaza a
la sociedad.”
Johann Wolfgang von Goethe
Johann Wolfgang von Goethe
En
este mundo de constantes explosiones bélicas, en el que señorea por doquier la
desidia, las guerras, ocupaciones ilegales y asesinatos, en el que se pronuncia
cada vez con mayor fuerza las diferencias abismales entre ricos y pobres y solo
unos pocos acaparan más del 80 por ciento de las riquezas del planeta, se hace
cada vez más necesario tener en cuenta para la existencia de nuestra especie la
práctica cotidiana de acciones bondadosas con nuestros semejantes.
Hacer
los mayores esfuerzos porque la cordialidad, la generosidad, la amabilidad y la
tolerancia alcancen una práctica universal, fue el objetivo que se propusieron
los japoneses mediante el organismo World Kindness Movement (WKM), sin ningún tipo de afiliación económica, política o comercial con
el doctor Wataru Mori a la cabeza, un médico que visionaba un mundo mejor si la
población se unía como una masa de bondad, el que en
el año 1997 reunió a países como Singapur, Australia,
Canadá o EEUU para promover un movimiento apacible y sereno dentro del
territorio y a partir de 1998 se acuerda celebrar cada 13 de
noviembre el Día Internacional de la Bondad, a
la que se han sumado gran número de países.
La
bondad como cualidad que define al ser humano se trasfiere en acción cotidiana
y existen múltiples ejemplos de cómo podemos hacer de ella práctica diaria
ofreciendo amor, comprensión, protección y comunicación entre los integrantes
de la familia, ayuda a un vecino en circunstancias difíciles, plantar árboles,
amar a los animales y proteger a las mascotas que nos acompañan en la vida,
desterrar el odio, la avaricia, multiplicar
la tolerancia y condenar la guerra.
No
quedan detrás la decencia, el saludo a las personas, la sonrisa estimulante, el
caminar hacia el trabajo ofreciendo el gesto afable a las personas y
compañeros, proteger a los animales callejeros que no tienen hogar, cuidar de
la naturaleza, no arrojar basura en el suelo, ofrecer el abrazo amoroso a los
amigos y sentir en cada uno como laten nuestros corazones cargados de amor.
pero no estamos de espaldas a la existencia de sentimientos contrarios como la
prepotencia, arrogancia, envidia, crueldad, avaricia, entre otras, que
fundamentan el diferendo eterno entre el bien y el mal.
Buscar lo positivo que
llevamos dentro, ser referente de la comprensión, agradar y hacer felices a las
personas más cercanas; somos
bondadosos cuando aceptamos a los demás personas tal y como son, sin críticas,
sin por qué, sin malas intenciones. Intenta ver en cada persona todo lo bueno
que puede aportar sin enjuiciar las actitudes y uniéndose a dicha persona para
encontrar las soluciones a sus problemas.
Luchar
porque la bondad logre imponerse en este mundo tan disímil es un imperativo de
estos tiempos. No todo está perdido, hay acciones personales, incluso
gubernamentales, que dan signos de que esa cualidad hermosa logra salvar vidas,
como el gesto desinteresado de los médicos cubanos que, aun poniendo en riesgo
sus vidas, fueron al continente africano a combatir el ébola, o la más reciente
del gobierno mexicano de brindar asilo político en su país al Presidente boliviano
Evo Morales, después de producirse el Golpe de Estado Fascista y aún con múltiples gestiones del
canciller azteca ante la negativa de gobiernos Latinoamericanos que prohibieron
el avión surcara su espacio aéreo, al llegar por fin a suelo mexicano expresó: “Me han salvado la vida”.
Ante
estas adversas circunstancias en las que se disputa hoy la vida, no queda otra
opción que abrazar el pensamiento de Goethe y hacer una eterna reverencia a la
bondad para que perdure en el planeta.
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