Por Sergio Rivero y
Abel Pérez
“Los hombres van en dos
bandos,
los que aman y fundan y los
que odian y deshacen”.
José Martí
los que aman y fundan y los
que odian y deshacen”.
José Martí
Aún
retumban los cañones en medio de la pandemia, ni la covid-19 ha logrado
silenciarlos y todo eso tiene una muy diabólica explicación que solo puede ser
corroborada en el día a día. Desde niño siempre oí decir de mis abuelos y
padres que “la obra más perfecta de la naturaleza, era el ser humano”; con esa aseveración
crecí, y siempre la he tenido en mis
conceptos básicos sobre nuestra existencia. Ya de adulto la vida me ha
demostrado que la frase está incompleta, le falta algo que ella y la historia
de la humanidad lo está corroborando hace algún tiempo y sobre todo por estos
días, porque aunque como especie no haya dudas, sí nos preocupa como ser social,
ya que el modo de actuar de muchos hombres dejan mucho que desear.
Nacemos
sin inclinaciones de conducta, nos enseñan a ser buenos o malos, a querer o a
odiar, a cuidar o romper; ningún sistema de educación en el mundo promueve ni
enseña en sus textos los malos hábitos y las malas conductas. La ciencia ha
demostrado que el ser humano piensa y actúa de acuerdo al medio en que se
desenvuelve.
¿Qué explicación
tiene que esa obra más perfecta de la naturaleza, otros "perfectos" tratan de
desaparecerla?
Hay dos cosas que nos
están destruyendo: El odio, ese sentimiento
de aversión y rechazo muy intenso e incontrolable hacia algo o alguien, y la insatisfacción. El odio no se justifica, es
contrario al sentimiento humano. Es lógico que puedan
manifestarse problemas de insatisfacción, de lo contrario el mundo se detendría
y no tendríamos los avances tecnológicos de que hoy disfrutamos, ni lo que han
creado las generaciones que nos antecedieron porque el hombre aspira cada vez a
lo mejor.
Pero la
insatisfacción también tiene sus límites, ella está vinculada a las
posibilidades y al talento, que no siempre están con nosotros y que en
ocasiones nos cuesta trabajo interiorizar; pero es que ello ocurre cuando nos
proponemos algo que no está a nuestro alcance porque se genera la frustración,
que deprime o irrita y nos puede conducir a la inconformidad, entre otras cosas
maléficas. Eso lo primero que debemos concientizar y enseñar a nuestros hijos y
no culpar a nadie de nuestras limitaciones, ya que debemos aspirar lo que
podemos, no lo que queremos y mucho
menos haciendo daño. Lo que queremos debe servirnos
como fuente de motivación para alcanzar lo que realmente podemos.
Muchos padres les dan todo tipo de
gustos a sus hijos, pero a veces no les
proporcionan lo que más necesitan para enfrentar la vida futura. Algunos hijos
cuando son mayores lamentan y viven con resentimientos hacia sus padres porque
ellos no le dieron lo que necesitaban para enfrentarla la mayoría de edad. En ocasiones sucede lo inverso; incluso, hay
padres que maltratan a sus hijos, de obra y de palabras y sobre ello los oímos
decir, “¡que ganas tengo que empiecen las
clases!”, y hasta olvidamos que en la religión Yorubá Eleggua es un niño,
el que nos abre todos los caminos, en la Católica el niño Jesús es el retoño de
Dios, y nuestro José Martí sentenció que “nacen
para ser felices…son la esperanza del mundo”.
Hay padres que asumen conductas
inadecuadas ante ellos, le dan malos ejemplos que pueden convertirlos en violentos y hasta
adquirir malos vicios y hábitos que después constituyen delitos que solo
originan desgracias para la familia y para la sociedad. También hay mujeres que no pueden
procrear cargan con ese sufrimiento toda la vida, otras lo pierden durante la
etapa de gestación. Es muy duro cuidar un hijo en un hospital, visitarlo en una
prisión, o peor aún, perderlo para siempre,
pero resulta una gran satisfacción tenerlos con nosotros, hechos y
derechos, pero sobre todo derechos.
Hoy más que siempre nos necesitamos para enfrentar la avalancha de El
odio e insatisfacción, fuentes energéticas que alimentan la ingratitud, la
envidia, la vanidad, la traición, la mentira, el egoísmo, la ambición y la indiferencia, que, como regla general,
terminan en conflictos incitadores de la muerte. Las guerras son su mayor
expresión, millones de seres humanos las
sufren en todo el planeta por la desidia y las ambiciones multiplicadas hoy por
esta pandemia global sin rostro que ataca hasta lo más profundo de la sociedad,
por lo que la perfección de la especie tiene la misión de demostrar que está
concebida para hacer el bien para acercarse a su “perfección”.
La creación más “perfecta”
hoy, al decir del Presidente Cubano Miguel Díaz-Canel en su reciente
intervención en la Cumbre virtual de los NOAL, le corresponde “apartar las diferencias políticas y eliminar las
medidas coercitivas unilaterales que violan el derecho internacional y la Carta
de las Naciones Unidas, y limitan la capacidad de los Estados para enfrentar
eficazmente la pandemia”, Eh ahí la
cuestión.
No hay comentarios:
Publicar un comentario