Por Sergio Rivero y Abel Pérez
“…nuestros policías son compañeros
modestos,
humildes, honrados a carta cabal, con plena
conciencia política de sus funciones y de sus
trabajos, plenamente identificados con el pueblo".
humildes, honrados a carta cabal, con plena
conciencia política de sus funciones y de sus
trabajos, plenamente identificados con el pueblo".
Fidel
Por estos días necesarios de una probada conciencia
ciudadana y apego a la disciplina y cumplimiento de las más inusitadas normas
higiénicas, de distanciamiento social, de apego a una mejor convivencia,
comprensión y tolerancia para que afloren los valores inculcados por la
Revolución como esencia de tener al hombre en el centro de su atención, también
han aflorado antivalores que lejos de estimular la disciplina y la
obediencia, enseñan el lado oscuro.
Ante esas manifestaciones se ha solicitado una
expresa participación del pueblo y de las autoridades, específicamente de la
Policía Nacional Revolucionaria, que como especialidad del Ministerio del
Interior, tiene a su cargo la garantía de la tranquilidad ciudadana, el
enfrentamiento al delito, la corrupción e ilegalidades y el cumplimiento de las
normas establecidas para el transporte y el tránsito, integrada básicamente por
jóvenes que a golpe de mucha entrega y sacrificio, se forjan en el cumplimiento
del deber.
El comportamiento indisciplinado, es decir, ese que
se manifiesta en la ausencia por completo de lo que
la sociedad aprecia como normal, coquetea con las malas costumbres en contra de
la buena conducta social, destruye los valores elementales y una parte de su
patrimonio como el transporte, las escuelas, los centros asistenciales de la
salud y recreativos, las urbanizaciones, parques, servicios públicos y hasta
los propios centros de trabajo, son reflejo del irrespeto a las autoridad del
Estado y de las propias personas que desde su voluntad y esfuerzo personal o
gubernamental se esfuerzan por construirlos para beneficio colectivo.
Lo más lamentable es que eso nos cuesta
a todos, incluyendo dinero y los recursos que se pudieran destinar a mejorar la
calidad de vida de los cubanos y no a mantener continuamente el arreglos o
reconstrucción de instalaciones víctimas del vandalismo y la falta de
conciencia y de exigencia. La persona indisciplinada puede convertirse en un ser violento,
sobre todo cuando es requerido por una mala acción, que puede producirse hasta
en su propia casa, donde conviven hijos, padres y abuelos, o los vecinos del
barrio… ¿Y qué se gana con eso?
En no pocas ocasiones algunos ciudadanos
se molestan y maltratan a las
autoridades sanitarias porque van a fumigar sus casas desestimando lo útil que
ello resulta para evitar enfermedades, entonces, se esconden, no abren la
puerta, faltan el respeto a inspectores y otras autoridades rectoras. Después a
correr a los hospitales con los enfermos por dengue, zika u otras, males infecto
contagiosos, donde también en ocasiones insultan al personal de salud.
Muchos se molestan cuando la autoridad
le pide su identificación, lo cual realizan motivados por diferentes causales,
bien porque estén buscando un malhechor que puede ser un asesino, un violador,
un ladrón, un recluso sancionado por delitos graves y se ha fugado de una
prisión, o simplemente si está
legalizada su identificación personal, le ponen mala cara al agente, en
ocasiones les manotean, le dicen horrores y ellos lo soportan estoicamente solo
llamándoles la atención. Hay hasta quienes los han agredido físicamente,
causándoles lesiones graves y hasta la muerte.
También hay choferes que discuten a
ultranza cuando cometen una violación del tránsito y son interceptados por la
policía. La cantidad de accidentes que se producen a diario incluyendo los
masivos, no son responsabilidad de los agentes de tránsito, ellos están para
prevenirlos siempre que sea posible. Hasta en el código de vialidad se
establece qué está obligado a hacer un conductor cuando no está presente la
señal debida o el agente y es a ellos los que hay que enfrentar enérgicamente
por la estela de víctimas y daños que dejan a las familias y a la economía.
Nuestros agentes son blancos también de
la guerra mediática diseñada para enfrentar en las redes sociales todo lo que
huela a Cuba. Cuando ocurre algo perjudicial los acusan de incompetentes;
cuando tienen que emplear la fuerza, los tildan de abusadores, terroristas, corruptos
y un mar de ofensas. Nunca se refieren a los indisciplinados, a los violadores,
a los delincuentes e inescrupulosos que transgreden las leyes y no queda más
remedio que enfrentarlos y ponerlos a disposición de la justicia.
No es posible avanzar a una sociedad
superior en estos difíciles tiempos si no la saneamos. Frente a todas esas manifestaciones la dirección del país ha
llamado a los cubanos a fortalecer la disciplina, es decir, a actuar para
conseguir el bien que necesitamos ordenadamente, mantener un estricto control
sobre los instintos, el carácter, emociones, lenguaje y actitudes, lo que ayuda
a alcanzar las metas que nos hemos trazado con un alto sentido de auto
exigencia como medio de regulación esencial en el comportamiento social para
ser buenas personas, útiles, solidarios, en fin, mejores seres humanos, porque
la sociedad es como el cuerpo, cuando un órgano anda mal, el cuerpo se enferma.
Y es que las autoridades responsables de velar por
el orden público, no son empleados de un hotel Cinco Estrellas, son agentes del
orden, con normativas, usan armas, esposas, tonfa, perros amaestrados, puede
que algún tipo de gas neutralizante para enfrentar a los agresores; no están con
uniforme gastronómico y un delantal con un lazo para ante una violación de ese
orden decirle al infractor: ¡Qué lo disfrute! En este caso el cliente NO TIENE
LA RAZON. Pero si en algún momento uno de ellos no ha procedido de la mejor
manera, estudios realizados demuestran que las causales radican en la falta de obediencia, las
ofensas e irrespeto que reciben por parte de la ciudadanía en el ejercicio de
sus funciones. Jamás he visto a ninguno emplear la fuerza contra los ciudadanos
que tienen una conducta moral y cívica correcta ante la sociedad, pero si en
algún momento ocurriera, el Estado tiene los mecanismos para enmendar esas
conductas, con solo denunciarla en su propia unidad ante sus superiores es
suficiente.
Valoremos el altruismo de esa fuerza
integrada por mujeres y hombres salidos del pueblo, que con un colosal
esfuerzo, honestidad, valentía, exposición al peligro, entrega y apego a las
leyes, aseguran que los cubanos disfrutemos de una sociedad tranquila en la que cada uno de sus hijos
comprenda que cada día puede ser más disciplinado y mejor, para formar ese
binomio perfecto del pueblo con los agentes del orden, que se convierte en un
gran escudo moral de la Revolución.
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