Por Sergio I. Rivero Carrasco
A
41 años de distancia del triunfo de la Revolución “Rojinegra” en Nicaragua, el
tercer país en lograrla en nuestra américa, después de México y Cuba, en esta ocasión mostrando los excelentes resultados en el control de la Covid-19, siendo uno de los países que mejor a controlado la enfermedad en nuestro hemisferio gracias a una adecuada política inclusiva del gobierno, en la que todos tienen acceso a la salud como un derecho humano y nadie queda desamparado.
También nos
vienen los recuerdos de la llegada en ese mismo año 1979, a pocos días del
triunfo, de los primeros grupos de jóvenes integrantes del Frente Sandinista
provenientes de todos los estratos sociales del país, que en gesto solidario e
internacionalista, Cuba recibió en la Isla de la Juventud en su primera
escuela: “Carlos Fonseca Amador”, como parte del también joven plan de escuelas
internacionalistas iniciado en 1977 con estudiantes africanos.
El
ideal de Augusto César Sandino se había hecho realidad después de más de 40
años de dura batalla contra la dictadura sangrienta de Anastasio Somoza, quién
al servicio de los intereses yanquis sojuzgaba al país imponiendo un régimen de
terror y tolerancia cero, un protectorado de los Estados Unidos diseñado para
mantener a raya al propio pueblo y a los demás pueblos de la región con una
cada vez más degradada situación socio-económica en el país, la cual creaba las
condiciones objetivas y subjetivas para que se diera una situación
revolucionaria, tal y como sucedió en Cuba en los años 50 del Siglo pasado.
Hay
otra Nicaragua después del 19 de julio de 1979, es la que destruyó a ese arcaico
Estado y reemplazó sus órganos represivos por un ejército y una policía de
raíces populares y revolucionarias, desarrolló la Campaña de Alfabetización
para borrar la ignorancia, y con su más amplia participación, redactó una nueva
Constitución que aún hoy está viva en
sus partes fundamentales Benefició al campesinado con una reforma agraria y
urbana profunda que modificó profundamente la estructura de la propiedad en el
país, para que los sectores populares se convirtieran en sujetos económicos,
además de sociales y políticos activos en la construcción de la nueva sociedad
de bienestar y progreso para la nación.
A la
derrota electoral de1990 sobrevivió el Frente Sandinista de Liberación Nacional
(FSLN) como partido revolucionario de masas, continuador del legado de Augusto
C. Sandino y expresión más acabada de lo mejor del pueblo nicaragüense. Ese
partido supo resistir durante 16 duros años en los que permanentemente se
intentó destruirlo por todos los medios. El FSLN, bajo la conducción del
comandante Daniel Ortega y de la
compañera Rosario Murillo, supo además operar para regresar al poder en el 2006
y retomar la obra revolucionaria, siempre fiel a su programa histórico de 1979
en las condiciones concretas de cada coyuntura política.
Ese
nuevo triunfo trajo también consigo la necesidad de realizar algunas alianzas
con los sectores de la burguesía, lo cual motivó también manifestaciones de
resquebrajamiento ideológico y contrarrevolucionario hasta el año 2018 en que
se produjo la intentona de Golpe de Estado bajo la tutela y guía de Estados
Unidos en su afán por hacer desaparecer los gobiernos revolucionarios de
Nicaragua, Cuba y Venezuela. En esta ocasión el golpe de hecho fue derrotado, y
los golpistas hoy, ante los ojos del pueblo nicaragüense, están más derrotados
que nunca.
Como
bien se ha expresado por varios medios en estos días de celebración, el 41
aniversario de la Revolución Popular Sandinista inicia una nueva etapa de la
lucha por el mantenimiento de la independencia y la justicia del pueblo
nicaragüense caracterizada, por el poder político de los sectores populares y como productores directos los mayores espacios
en la economía derrotando de manera decisiva a la oligarquía más reaccionaria y
entreguista al imperio que ve cómo se arruina su poder.
En
este aniversario 41 del triunfo, el sandinismo sigue fortalecido, celebramos
unidos nicaragüenses y cubanos el amor y la solidaridad que nos unen, la presencia
de miles de jóvenes formados aquí para continuar dando luz a su pueblo, esos que
ayer recién habían sido alfabetizados, hoy son profesionales, abogados,
médicos, ingenieros, maestros revolucionarios, formados en una ética de servicio
ciudadano para que las generaciones que a partir de ahora vayan asumiendo la
conducción de la sociedad, sigan los pasos del ideal de Sandino y de su más
ferviente discípulo: Carlos Fonseca Amador.
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