Con más temor que esperanza, la nación norteamericana camina hacia
la elección presidencial. El pueblo apoya más la personalidad del
candidato, que su programa.
Los norteamericanos votarán por las imágenes fabricadas por una
campaña de anuncios multi-billonarios, y tambien por el emperador
temporal de una vasta maquinaria militar.
Nos enseñan que ese político es la figura más poderosa del Sistema y que, por un tiempo, él (o ella), maneja esta estructura.
Pero, después de reflexionar, descubrimos que éso no es más que otra
imagen, una ilusión de poder, como la ilusión de un tanque lleno de
dulces de algodón.