- Un soldado se propone graduarse como primero de su clase. Lo consigue y se convierte en operador de aviones no tripulados (los denominados “drones”) con destino en una unidad especial de las Fuerzas Aéreas de USA en Nuevo México. Desde su puesto de trabajo mata a docenas de personas, hasta que un día se da cuenta de que no puede seguir haciéndolo.
Durante más
de cinco años, Brandon Bryant trabajó en un compartimiento rectangular
sin ventanas, del tamaño de un remolque, en el que el aire acondicionado
mantenía una temperatura constante a 17º grados y, por razones de
seguridad, la puerta no podía abrirse. Bryant y sus compañeros de
trabajo se sentaban frente a catorce monitores de ordenador y cuatro
teclados. Cuando Bryant pulsaba un botón en Nuevo México, alguien moría
al otro lado del mundo.
El compartimiento de pilotaje resuena con
el zumbido de los ordenadores. Es el cerebro de un avión no tripulado,
la cabina en la jerga de la Fuerzas Aéreas. Pero los pilotos no están
volando por el aire, sólo están sentados ante los controles.