Presidente de Panamá, Ricardo Martinelli |
Resulta
difícil imaginar un barco perteneciente al gobierno de Corea del Norte
-descrito siempre en la gran prensa como un extremista perseguidor de
las buenas costumbres occidentales- como un protagonista del
narcotráfico, y mucho menos si procede de Cuba, el único país de América
que no sufre ese flagelo. Pero los hombres de Martinelli lo imaginaron y
encontraron lo que sus informantes -Martinelli no dijo quiénes eran
pero no es difícil deducirlo- querían que encontraran: una noticia para
distraer la atención del mundo de la persecución que llevan contra el ex
asesor de la Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Edward Snowden, y la rebelión latinoamericana que provocaron al intentar humillar, en función de ella, al presidente boliviano, Evo Morales.