Por Sergio
I. Rivero Carrasco
“¡Oiga, oiga! Todo
lo que yo le pueda decir es poco. La emoción de los pineros, de aquí, fue muy
grande cuando vieron a Fidel y los barbudos parados en el portal del Ayuntamiento”,
comentó
muchas veces mi suegro Rafael cuando hablábamos de la visita que tuvo Fidel a
la Isla los días 6 y 7 de junio de 1959, a seis escasos meses del triunfo
revolucionario. Otros pineros con los
que he conversado también guardan ese encuentro del líder con el pueblo, como
uno de los mayores regalos de esos años.