Por Sergio
I. Rivero Carrasco
“¡Oiga, oiga! Todo
lo que yo le pueda decir es poco. La emoción de los pineros, de aquí, fue muy
grande cuando vieron a Fidel y los barbudos parados en el portal del Ayuntamiento”,
comentó
muchas veces mi suegro Rafael cuando hablábamos de la visita que tuvo Fidel a
la Isla los días 6 y 7 de junio de 1959, a seis escasos meses del triunfo
revolucionario. Otros pineros con los
que he conversado también guardan ese encuentro del líder con el pueblo, como
uno de los mayores regalos de esos años.
Y es
que ya se cumplen 60 años de esa histórica visita que cambió para siempre el
rumbo de
la Isla con las nuevas ideas y proyectos de la naciente Revolución. Un
territorio casi despoblado, con una Zona Franca al estilo Norteamericano que
marcaba la presencia del imperio aquí, la cual no pretendía en lo absoluto beneficiar el
desarrollo económico-social ni los nuevos proyectos que se emprenderían, y sí un
pretexto utilizado por Batista para convertir a este territorio en su garito
con suculentos negocios, que robustecían sus bolsillos y los de su cómplices.
Contaba
Rafael que ese día Fidel vino en
un helicóptero sobrevolando la ciudad de
Nueva Gerona y también las tierras existentes que pertenecían en su mayoría a
cinco terratenientes básicamente y otros sitios utilizados para el Turismo.
Con detallada descripción me cuenta cómo
el Comandante le habló al pueblo de una manera sencilla y clara, les propuso eliminar la perversa Zona Franca y
empezar a trabajar duro, muy duro, para emprender las nuevas tareas que traía
la Revolución. Era como si el Comandante hubiera llegado a parar todo lo malo
que se hacía, para empezar una nueva historia.
El abuelo hacía el cuento a su manera, y
después de pasados más de 40 años se le entrecortaba la voz por la emoción y me
decía: “-Mire Sergio, yo nunca había
visto un máximo jefe de un país (Fidel Primer Ministro), que hablara tan claro
con el pueblo. A ese hombre todo el mundo lo quiere, lo respeta y lo sigue,
porque ha hecho mucho por los cubanos, por Cuba y también por la Isla”. Tenía
toda la razón el viejo Rafa, desde su apreciación sana veía todo lo bueno que
se veía venir para su Isla y eso o hacía
Feliz.
Fue en esa ocasión en la que la eliminación
de la Zona Franca se hizo por votación a mano alzada de los pineros reunidos en el parque Lacret
frente al ayuntamiento; ocurrió entonces, lo que pudiéramos considerar como el
primer acto de democracia popular de la Revolución, fueron los pineros los que
con su voto echaron por tierra a la Zona Franca y así se hacía añicos la
influencia yanqui en la Isla de Pinos.
A
esa victoria popular le siguió la explicación clara del líder en pleno
ejercicio comunicativo con su pueblo; les expuso que, más que un acto, ese encuentro era una reunión
para discutir los problemas de la Isla. Algunos podían creer que al eliminar la
zona franca llegaría el atraso y el desahucio a esta ínsula cubana, entonces al
propio tiempo les expresó que a partir de ese momento esta hermosa porción de
Cuba comenzaría una nueva etapa en su vida, y para ello propuso desarrollar el Plan mínimo de desarrollo, el cual incluía tareas urgentes
para el avance ganadero y citrícola, las construcciones, el transporte marítimo
y el turismo.
Fue así como "llegó el Comandante y mandó a parar" para traer la rehabilitación económica y social a este
territorio que había sufrido el saqueo y abandono desde la época de los
corsarios y piratas hasta la pseudorepública con el Presidio, la deportación y
el vicio como estandarte. La Isla que reciben la Revolución y Fidel, contaba
con unas 2 200 viviendas, con solo 192 en buen en buen estado y una parte importante
sin el servicio eléctrico. Para atender a esa población se
contaba solamente con tres médicos y un pequeñísimo hospital de madera con 32
camas,
más del 30% de analfabetismo, entre
otras calamidades como que la urbanización abarcaba solo a algunas principales
calles de Nueva Gerona y Santa Fe y los demás eran terraplenes.
El
Rafe, siempre estuvo orgulloso de Fidel y la Revolución, porque entre todos los
beneficios logró que los pineros, apoyados por algunos contingentes de jóvenes muy
trabajadores y con un alto sentido del deber con la Patria, hicieran realidad
los principales programas que trazó Fidel durante esta primera visita a la Isla
los días 6 y 7 de junio de 1959.
Han
pasado 60 años de aquel hecho y como se dice en buen cubano “¡Cómo ha llovido
desde esos días hasta hoy!”. La Isla se
colmó de jóvenes, se enfrentaron huracanes, ampliados y modernizados los
servicios de salud, más del 80 por ciento del fondo habitacional está en buen
estado, crecieron cooperativas y las escuelas como jardines en los campos.
Jóvenes de 36 países se formaron aquí en un proyecto internacionalista único en
el mundo y durante estos seis lustros la
Isla fue visitada en 39 ocasiones más por su líder. Desde 1978, cuando los
jóvenes habían hecho aquí algo grande y transformado la naturaleza y la ciencia
como les había dicho Fidel, se ganó el nombre de Isla de la Juventud.
El
viejo Rafael no alcanzó a ver los proyectos de hoy, pero estaba convencido de que
cuando la Isla más lo necesitó, fue que llegó Fidel, para acabar con los males
arrastrados por casi 500 años y ofrecerle las bondades y el bienestar que su
pueblo merece.
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