Por Lázaro Fariñas*
No
se puede hablar de la mayor parte de los políticos norteamericanos sin agregarle
el apellido de mentirosos. La
mentira, entre casi todos ellos, ha sido una constante. Tratar de engañar a los ciudadanos para
conseguir sus votos ha sido una forma de actuar que se ha mantenido por decenas
y decenas de años durante la época de elecciones en este país. Junto con la demagogia, la mentira ha
estado presente en cada elección que se ha llevado a cabo en Estados Unidos en
los últimos dos siglos. Prometer cosas y después no cumplirlas es un algo
natural para casi cualquier político norteamericano.
Cuentan
que, en un discurso, un candidato a la presidencia del Ecuador prometió
construir un puente y cuando le gritaron que en esa localidad no había un río,
entonces, en el mismo discurso, les prometió hacerles también el río. No sé si el cuento fue cierto o no, pero no
hay porqué dudarlo. Casi todos los
políticos prometen lo que tengan que prometer con tal de ganar una elección. Lo
que ocurre es que algunos políticos son cautelosos con las mentiras y se cuidan
de ocultarlas dentro de ciertas verdades para que estas no sean descubiertas
fácilmente.