En el año 1987, el premio Nobel de economía, Robert Solow, publicó un artículo en The New York Times donde afirmaba que: “las computadoras están en todas partes menos en las estadísticas de productividad” [1].
Esta afirmación expresaba la paradoja que
a pesar de la introducción masiva de la computación en la sociedad
norteamericana no se habían encontrado evidencias de su impacto en la
economía.
Sin embargo,
tras 20 años de estudios a nivel macroeconómico y microeconómico se
llegó a la conclusión que la producción y el empleo de las Tecnologías
de la Informática y las Comunicaciones (TIC) habían contribuido de forma
sustancial al crecimiento de la productividad de los Estados Unidos en
la segunda mitad de los años 90.