Discurso del Canciller Bruno Rodríguez Parrilla en la 66ma Sesión de la Asamblea General de la ONU
Señor Presidente:
El 13 de noviembre de 1991, esta Asamblea General tomó la decisión de incluir en el programa de su siguiente período de sesiones, el examen del tema titulado “Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos de América contra Cuba”.
Eran los momentos en que Estados Unidos se disponía, con cruel oportunismo, a apretar el cerco contra la isla que luchaba sola, mediante la llamada Ley Torricelli, la cual cercenó nuestro comercio de medicinas y alimentos con las subsidiarias de compañías norteamericanas asentadas en terceros países. Fue ese el acto oficial que hizo notoria y pública la aplicación extraterritorial de las leyes del bloqueo contra terceros Estados.
Hubiera parecido imposible entonces que, 20 años después, esta Asamblea estaría hoy considerando el mismo asunto, tan estrechamente vinculado al derecho de los pueblos a la autodeterminación, al Derecho Internacional, a las reglas internacionales del comercio, a las razones por las cuales existe esta Organización.
Se trata ya de uno de los temas tradicionales de la Asamblea General, que convoca los pronunciamientos más reiterados, con el apoyo más categórico y abrumador, y que muestra con mayor nitidez el aislamiento incómodo del país agresor y la resistencia heroica de un pueblo negado a ceder sus derechos soberanos.
Durante dos décadas, la comunidad internacional ha reclamado invariable y sostenidamente que se ponga fin al bloqueo económico, comercial y financiero de los Estados Unidos contra Cuba. Lo ha hecho por medio de las resoluciones que cada año se aprueban casi unánimemente, de las decenas de apelaciones de Jefes de Estado y de Delegaciones que se refieren al tema en el Debate General de alto nivel de esta Asamblea, y de los pronunciamientos de casi todos los organismos internacionales y agrupaciones de Estados, en particular los de América Latina y el Caribe.
En 1996, la Ley Helms-Burton amplió de forma inédita las dimensiones extraterritoriales del bloqueo y codificó integralmente el “cambio de régimen” y la ulterior intervención en Cuba. Nadie conoce que el “Plan Bush para Cuba”, del año 2004, haya sido dejado sin efecto.
El Informe del Secretario General dedicado a este tema, que recoge los pronunciamientos de más de 160 países y organismos especializados del sistema de las Naciones Unidas, ilustra con abundantes datos la persistencia de esta política criminal y sus efectos directos sobre la población y la economía cubanas.
El daño económico directo ocasionado al pueblo cubano por la aplicación del bloqueo supera los 975 mil millones de dólares, calculado al depreciado valor del dólar frente al oro.
La Convención contra el Genocidio de 1948, en su artículo 2 inciso b tipifica como acto de genocidio la “lesión grave a la integridad física o mental de los miembros del grupo” y en su inciso c, el “sometimiento intencional del grupo a condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción física, total o parcial”.
Los objetivos del bloqueo han sido, según el memorando del Gobierno de los Estados Unidos del 6 de abril de 1960 “provocar el desengaño y el desaliento mediante la insatisfacción económica y la penuria [...] debilitar la vida económica negándole a Cuba dinero y suministros con el fin de reducir los salarios nominales y reales, provocar hambre, desesperación y el derrocamiento del gobierno”.
Nunca ha ocultado que su objetivo es derrocar al gobierno revolucionario y destruir el orden constitucional que el pueblo soberanamente defiende, lo que el ex Presidente George W. Bush llamó “cambio de régimen” y que ahora alcanza nuevas dimensiones.
Señor Presidente:
A pesar de la falsa imagen de flexibilidad que pretende trasladar el actual gobierno de los Estados Unidos, el bloqueo y las sanciones permanecen intactos, en completa aplicación y se ha acentuado en los años más recientes su carácter extraterritorial. Como rasgo distintivo del período del presidente Obama, se refuerza la persecución a las transacciones financieras cubanas en todo el mundo, sin respeto a las leyes de terceros países ni a la oposición de sus gobiernos.
Cuba continúa sin poder exportar e importar libremente productos y servicios de tipo alguno hacia o desde los Estados Unidos. No puede utilizar el dólar norteamericano en sus transacciones, incluidos los pagos a la Organización de las Naciones Unidas y otros organismos internacionales. Tampoco puede tener cuentas en esa moneda en bancos de terceros países o acceso a créditos de bancos en Estados Unidos, de sus filiales en terceros países y de instituciones internacionales como el Banco Mundial o el Banco Interamericano de Desarrollo.
La prohibición de comerciar con subsidiarias de empresas estadounidenses en terceros países permanece inalterable. Los empresarios de otras naciones interesados en invertir en mi país continúan siendo sancionados, amenazados o incluidos en listas negras.
Los organismos internacionales, los programas y agencias del sistema de la ONU no escapan a esta política, al obstaculizar el gobierno de los Estados Unidos la cooperación que estas entidades prestan a Cuba, incluida la destinada a áreas de sensibilidad extrema.
La incautación, en enero de 2011, de 4 millones 207 mil dólares del financiamiento del Fondo Mundial de Lucha Contra el SIDA, la Tuberculosis y la Malaria, para la ejecución de proyectos de cooperación con Cuba destinados a combatir el síndrome de la inmunodeficiencia adquirida (SIDA) y la tuberculosis, así lo demuestra.
Como resultado de la denuncia de Cuba, el Departamento del Tesoro estadounidense emitió una licencia general en mayo de este año para liberar dichos fondos, la cual vencerá el 30 de junio de 2015. Pero, el hecho mismo de que los recursos de esta organización requieran, para llegar a Cuba, de una licencia del gobierno de los Estados Unidos muestra, además del designio de utilizar a estos programas tan sensibles como rehenes de su política de agresión contra mi país, un flagrante irrespeto a las Naciones Unidas y a las instituciones que la integran.
Varios proyectos de cooperación ejecutados por el Organismo Internacional de Energía Atómica también han sido víctimas del bloqueo.
En medio de la supuesta flexibilización para que viajen a Cuba algunos grupos de norteamericanos, en fecha muy reciente el Departamento del Tesoro denegó también licencias de viajes a Cuba a dos importantes organizaciones no gubernamentales estadounidenses que durante varios años han cooperado con instituciones cubanas en la esfera de la salud. Esta decisión podría impedir que lleguen a su destino donaciones de medicamentos a los que nuestro país no tiene acceso producto del bloqueo.
La verdad es que la libertad de viajar de los norteamericanos sigue cercenada y que Cuba sigue siendo el único destino prohibido.
Señor Presidente:
En repetidas oportunidades los representantes de los Estados Unidos han señalado que el tema que hoy discutimos es una cuestión bilateral y que, por tanto, no debe ser tratada en este foro. Probablemente repitan hoy este falaz argumento.
Los hechos demuestran su inconsistencia. Ciudadanos y compañías de numerosos Estados miembros aquí representados han sido objeto de sanciones por establecer relaciones económicas con Cuba.
¿Qué son, si no, muestra de la extraterritorialidad de dicha política, las multas impuestas el 18 de agosto de 2011 a la subsidiaria de la empresa naviera y de transporte francesa CMA CGM por ofrecer servicios de contenedores a Cuba? ¿Cómo pudieran calificarse las exigencias de la sucursal europea PayPal, empresa encargada de facilitar las transacciones electrónicas por Internet, a la firma alemana Rum Co para que sacara de su página web el ron y el tabaco cubanos?
Los ejemplos sobre la extraterritorialidad, como se aprecia en la respuesta de Cuba contenida en el mencionado informe del Secretario General, son innumerables.
Señor Presidente:
Las declaraciones más recientes sobre Cuba del Presidente Obama han dejado anonadados a no pocos observadores, pero no nos sorprenden. Al ofrecimiento del gobierno de Cuba de establecer un diálogo sobre todos los temas de interés de la agenda bilateral, la respuesta del Presidente Obama ha sido, nuevamente, el rechazo solapado, bajo argumentos absurdos y condicionamientos inaceptables que nunca han funcionado. Su postura es vieja, repetitiva, anclada al pasado, es como si, en vez del Presidente elegido para el cambio, hablaran sus predecesores, incluso republicanos. Parecería desinformado, desconocedor totalmente de lo que hoy sucede en nuestro país, de nuestra historia y cultura.
Cuba hizo el gran cambio en 1959. Al precio de 20 mil vidas, barrió a la dictadura de Batista, el hombre fuerte de los Estados Unidos. Después ha seguido cambiando cada día y debido a su capacidad de renovación es que ha resistido. Otros no resistieron porque no cambiaron y se anquilosaron o se desviaron. Ahora, Cuba cambia y cambiará resueltamente todo lo que deba ser cambiado dentro de la Revolución y del socialismo. Más Revolución y mejor socialismo.
Lo que no ha cambiado durante 50 años, Mr. President, es el bloqueo y la política de hostilidad y agresión de Estados Unidos, a pesar de que no han funcionado, ni van a funcionar.
Pero lo que el gobierno de Estados Unidos quiere que cambie, no va a cambiar. El gobierno de Cuba seguirá siendo “el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”. Nuestras elecciones no serán subastas. No habrá campañas electorales de 4 mil millones de dólares ni un Parlamento con un 13% de apoyo de los electores. No tendremos élites políticas corruptas separadas de la gente. Continuaremos siendo una democracia verdadera y no una plutocracia. Defenderemos el derecho a la información veraz y objetiva.
Seguiremos conquistando “toda la justicia”. Protegeremos la igualdad de oportunidades de cada niño y no abandonaremos a nadie. No renunciaremos a nuestras políticas sociales. La salud y la educación seguirán siendo universales y gratuitas. Aseguraremos el derecho al trabajo y a la jubilación digna y la seguridad social. Seguirá habiendo salario igual a trabajo igual. Protegeremos a la maternidad y a la discapacidad. El ser humano seguirá siendo lo primero y más importante. Defenderemos nuestra cultura. Continuaremos creyendo en los valores humanos. Será garantizado el ejercicio de los derechos humanos a todos los cubanos.
La economía tendrá que ser eficiente pero seguirá al servicio del hombre. La vida de la gente es y será más importante que los datos macroeconómicos. Las políticas económicas continuarán siendo consultadas al pueblo. Las consecuencias de la crisis económica global se compartirán entre todos. Seguiremos redistribuyendo la riqueza para que no haya ricos ni pobres. No admitiremos la corrupción, la especulación, ni quitaremos el dinero a los trabajadores para salvar bancos. Continuaremos buscando la participación en nuestra economía de compañías extranjeras sin exclusión alguna.
Señor Presidente:
Bastaría revisar lo recientemente divulgado por Wikileaks sobre el trabajo del Departamento de Estado y las Embajadas estadounidenses en todos los países, orientado a entorpecer las relaciones políticas, diplomáticas, económicas, comerciales y de cooperación de Cuba. Resultan vergonzosas por su contenido, las informaciones que revelan la preocupación, interés y persecución a la humanitaria labor de las brigadas médicas de Cuba que prestan su noble y desinteresado servicio a millones de personas en decenas de pueblos hermanos.
Los vínculos familiares y el limitado intercambio cultural, académico, científico que existen entre Estados Unidos y Cuba, demuestran hoy cuán positiva sería la expansión de estos vínculos para beneficio de ambos pueblos, sin las trabas y condicionamientos impuestos por Washington. La propuesta de Cuba para avanzar hacia la normalización de las relaciones y expandir la cooperación bilateral en diversas esferas sigue en pie. Estaría igual en el interés común la solución recíproca de asuntos humanitarios pendientes.
¿Por qué el gobierno del presidente Obama mejor no se ocupa de los problemas de los Estados Unidos y nos deja a los cubanos resolver en paz y tranquilos los nuestros?
Uno de los Cinco luchadores antiterroristas cubanos acaba de cumplir, hasta el último minuto, los 13 años de su injusta condena, pero se le impide regresar a Cuba a unirse con su familia, mientras los otros cuatro permanecen bajo cruel e injusta prisión política. La burda corrupción del proceso legal y la conducta ilegal del gobierno, en relación con este, es ampliamente conocida y ha sido bien documentada. ¿Por qué no los liberan en un acto de justicia o, al menos, humanitario?
Señor Presidente:
Debo trasmitir la profunda gratitud del pueblo de Cuba a todos los países que durante 20 años han expresado con su voz y su voto la necesidad de poner fin a las sanciones unilaterales más injustas, prolongadas y abarcadoras de la historia, que tanto han afectado a millones de cubanos.
En nombre de Guillermo Domínguez Díaz (16 años), Ivis Palacio Terry (18), Randy Barroso Torres (17) y Adrián Izquierdo Cabrera (12), que han sufrido cirugías conservadoras y pasado meses enyesados en sus camas por no disponer de prótesis extensibles pediátricas (endoprótesis tumoral extensoras), las cuales se producen en los Estados Unidos o bajo sus patentes, y de María Amelia Alonso Valdés (2), Damián Hernández Valdés (4) y Dayán Romayena Lorente (12), quienes padecen de tumores del sistema nervioso central y necesitan tratamiento con Temodal que es norteamericano y está protegido por su patente;
En nombre de mi pueblo abnegado, generoso, optimista y heroico, y para bien de la comunidad de naciones y del “equilibrio del mundo”, les solicito apoyar el proyecto de resolución L.4 titulado: “Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos de América contra Cuba”.
Muchas gracias.
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