Por Enrique Torres
Prensa Latina
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Luego de meses en que el gobierno de Estados Unidos intentó silenciar las razones de Cuba para apresar al norteamericano Alan Gross por actos contra la independencia de la isla, y evitó reconocer su responsabilidad en el caso, la verdad se abre camino en la prensa mundial.
Cientos de medios de comunicación impresos y en formato digital, muchos de ellos en Estados Unidos, difundieron esta semana total o parcialmente el contenido de un extenso artículo de la agencia estadounidense AP, el cual pone en evidencia que Gross no es un “tonto inocente engañado”, como se autocalificó durante su enjuiciamiento.
El texto, titulado “USAID contractor work in Cuba detailed” (Trabajo del contratista de la USAID en detalles), del periodista Desmond Butler, fue replicado por más de un centenar de órganos de prensa, al igual que artículos de otros medios sobre el tema, según refleja un gráfico de impactos en el buscador Google.
La noticia de AP corrobora que Gross actuó en todo momento muy consciente de las ilegalidades en que incurría, dotado de tecnología que, según expertos, suele ser utilizada “por la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y el Pentágono para evitar la detección electrónica de señales telefónicas”.
Reportes de los cinco viajes del agente a Cuba, a los que tuvo acceso la agencia norteamericana, indican que él sabía que sus actividades eran ilegales, y que temía las consecuencias, incluyendo la posible expulsión del país.
Incluso, uno de los documentos obtenidos por AP precisa que una de las personas que colaboró con Gross “dejó absolutamente claro que estamos jugando con fuego”.
En otra ocasión -precisa el artículo- Gross dijo que no cabía duda de que se trataba de un “asunto muy riesgoso”, y que “la detección de señales de satélite sería algo catastrófico”.
Alan Gross fue sentenciado a 15 años de cárcel en marzo de 2011 al quedar demostrado que introdujo en Cuba, de manera ilegal, medios de infocomunicaciones para crear redes internas como parte de un programa del gobierno de Estados Unidos dirigido a promover acciones desestabilizadoras y subvertir el orden constitucional en el país caribeño.
En agosto, el reo y su abogada impugnaron la sentencia del tribunal provincial que lo condenó, pero el Tribunal Supremo Popular desestimó la apelación.
No obstante, el gobierno cubano ha trasladado a la actual administración norteamericana la disposición a encontrar una solución humanitaria al caso de Gross sobre bases recíprocas.
Hasta ahora, la prensa estadounidense había presentado a Gross como un anciano inofensivo de 62 años, injustamente condenado en Cuba, que solo pretendía dotar a la comunidad judía de medios para conectarse a la Internet.
Sin embargo, el artículo de AP revela que los líderes judíos manifestaron no estar al tanto de los vínculos de Gross con el gobierno de Estados Unidos y aseguraron que ya tenían acceso a Internet.
En realidad las sinagogas disponían de conexión a la denominada red de redes mucho antes de su llegada.
“Por supuesto, esto es una actividad encubierta”, dijo Robert Pastor, asesor de asuntos latinoamericanos durante el gobierno del ex presidente James Carter y actualmente director del Centro para la Democracia y Elecciones de la American University de Washington.
Citado por AP, Pastor dijo estar consciente de que el accionar de Gross en Cuba estaba dirigido a “buscar un cambio de régimen”.
La operación fue financiada por la Agencia de Desarrollo Internacional (USAID), institución del gobierno estadounidense fundada en 1961 para -según Washington- proveer asistencia económica, humanitaria y de desarrollo alrededor del mundo en apoyo a los objetivos de la política exterior de la Casa Blanca.
Gross, sin embargo, para incursionar en Cuba se identificó como miembro de un grupo judío humanitario y no como representante del gobierno de Estados Unidos, precisa el despacho de AP.
De acuerdo con el reporte de la agencia de prensa, la empresa de Gross, JBDC Inc. especializada en establecer conexiones de Internet en lugares remotos como Iraq Afganistán, había sido contratada por Development Associates Internacional Inc. (DAI) de Bethesda, Maryland, la cual logró un contrato multimillonario con USAID para actuar en Cuba.
Los informes obtenidos por AP, a través de una persona enterada del caso que pidió no ser identificada por la sensibilidad de la información, muestran detalles de los viajes realizados por el agente a Cuba en 2009, y sus esfuerzos para evadir la detección por las autoridades de la isla.
A fin de evitar los registros aeroportuarios, señala el artículo, Gross reclutó la ayuda de otros judíos estadounidenses para poder traer los equipos electrónicos, pieza por pieza.
Dio instrucciones a sus ayudantes para que colocaran los equipos, algunos de los cuales están prohibidos en Cuba, en el equipaje de mano en vez del equipaje de carga.
“En una oportunidad, viajó en automóvil siete horas para no tener que pasar por la seguridad del aeropuerto (de Santiago de Cuba)”, indica el texto.
Además, en su último viaje, trajo una “discreta” tarjeta SIM - tarjeta electrónica de identificación de subscriptor - diseñada para evitar que una transmisión por teléfono satelital sea detectada.
La AP aclara que el tipo de tarjeta SIM que llevaba Gross no se vende en el mercado y se facilita sólo a Gobiernos, según expresaron un funcionario de una compañía de telefonía satelital y un ex funcionario de inteligencia estadounidense que utilizaron ese tipo de chip.
“Los funcionarios, que hablaron a condición de anonimato debido a la sensibilidad de la
información, dijeron que los chips usualmente son suministrados al Departamento de Defensa y a la CIA, pero pueden también ser obtenidos por el Departamento de Estado, que supervisa a USAID”, destaca el artículo.
Al preguntarle al vocero de USAID Drew Bailey cómo Gross obtuvo la tarjeta SIM , éste se limitó a decir que la agencia no desempeñó rol alguno en ayudarlo a obtener sus equipos. “Somos una agencia de desarrollo, no una agencia de inteligencia”, dijo.
Antes de entregar el dispositivo a sus destinatarios en Cuba, en sus notas el agente reconoció que el uso de teléfonos con conexión satelital de Internet sería “problemático si se llegase a descubrir”.
Cuba sostiene que el desempeño de Gross como agente del gobierno de Estados Unidos es parte de la estrategia de Washington para subvertir el orden político y social en el país caribeño.
Ese diseño tiene entre sus plataformas el llamado Plan Bush, o la Comisión para la Asistencia a una Cuba Libre, creada por el ex mandatario republicano George W. Bush el 6 de agosto de 2004.
El Plan incluye entre sus ingredientes el recrudecimiento del bloqueo económico, comercial y financiero, el fomento de la contrarrevolución interna y externa y la propaganda contra Cuba, entre muchas otras medidas, respaldadas año tras año por millonarias sumas.
Según fuentes estadounidenses conocedoras del contrato que trajo a Gross a Cuba, éste recibió medio millón de dólares como “subcontratista de la USAID”, detalla en su artículo la agencia AP.
La primera visita a la isla en abril de 2009 tenía como misión introducir equipos y establecer el primero de tres centros con acceso irrestricto a Internet.
“Sus ayudantes debían llevar artefactos separados en su equipaje de mano. De esa manera, escribió Gross, cualquier pregunta podría ser respondida en el proceso de rayos X en el puesto de seguridad, y no en la casilla de aduanas. El material era luego entregado a Gross en su hotel en La Habana”, describe la AP.
En el inventario de medios que trajo en su cuarto viaje aparecen tres teléfonos satélites vía internet conocidos como BGANs, junto a otros equipos cuya importación está prohibida por las autoridades cubanas.
“Gross escribió que metió los BGANs en una mochila. Había aspirado a engañar a los agentes de aduana colocando cinta adhesiva encima de las marcas de los equipos: Hughes, el fabricante e Inmarsat, la empresa que provee el servicio de comunicación satelital vía Internet”, precisa el reporte de la agencia norteamericana de prensa.
Pese a todas las maniobras utilizadas para burlar a las autoridades cubanas, y las evidencias en su contra, en la vista oral Gross no reconoció su actuación consciente y premeditada.
“Me arrepiento profundamente por ser un tonto inocente, fui engañado, me usaron”, alegó, sin embargo, el vocero de la empresa DAI Steven O’Connor declaró que fue el propio Gross quien “diseñó, propuso e implementó esta tarea” para la compañía.
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