Nick Turse
Tom Dispatch
Tom Dispatch
Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández
Fue en la década de los últimos ochenta cuando el gobierno de EEUU
empezó a canalizar ayuda hacia los rebeldes muyahaidines en Afganistán
como parte de una guerra por poderes
de EEUU contra la URSS. Se les presentaba, en las mentes de los
dirigentes de la Guerra Fría estadounidenses, una rara oportunidad de
sangrar a los soviéticos, de darles una oportunidad para que saborearan
la clase de derrota que los vietnamitas, con ayuda soviética, habían
infligido a Washington una década antes. En 1989, tras años de
sangrientos combates, el Ejército Rojo salió renqueando y derrotado de
Afganistán. EEUU viene combatiendo a sus antiguos apoderados afganos y
progenie desde finales de 2001. Ahora, tras años de sangrientos
combates, parece que EEUU está contemplando retirar el grueso de sus
fuerzas y utilizar una vez más una serie de subrogados para asegurar sus
intereses allí. (La subrogación es término empleado en Derecho
relacionado con la delegación o reemplazo de obligaciones hacia otros,
es un tipo de sucesión. Se trata de un negocio jurídico mediante el cual
una persona sustituye a otra en una obligación. NR)
Desde Asia y África hasta Oriente Medio y las Américas, la
administración Obama se decanta cada vez más por un tipo de guerra
multifacética y de mínima presencia. Se acabaron
ya, al menos por el momento, los días de las invasiones a escala total
en el continente euroasiático. En su lugar, Washington está ahora
planeando confiar más ampliamente en los ataques con los aviones no
tripulados y en las fuerzas de operaciones especiales para combatir de
forma barata a los dispersos enemigos globales. El aspecto fundamental
de esta nueva forma de guerra estadounidense es la externalización de las labores de combate, de las que se encargarán sus apoderados locales por todo el mundo.
Aunque EEUU está ya actualmente implicado en una guerra abierta por
poderes, apoyando a una fuerza africana integrada por varias naciones
para que combata a los militantes islamistas en Somalia, está sentando
las bases para utilizar de forma amplia fuerzas que les sustituyan en el
futuro, entrenando a soldados “nativos” para que lleven a cabo las
misiones, incluyendo aquellas que implican una guerra abierta. Con todo
esto en mente y bajo los auspicios del Pentágono y del Departamento de
Estado, el personal del ejército estadounidense está ahora participando
de forma casi constante por todo el mundo en ejercicios conjuntos y
misiones de entrenamiento con el objetivo de fomentar alianzas, crear
coaliciones y disponer de fuerzas sustitutas que apoyen los objetivos de
la seguridad nacional estadounidense.
Aunque utilizan métodos ligeramente diferentes dependiendo de la
región de que se trate, la estrategia básica es global: EEUU entrenará,
equipará y asesorará a fuerzas indígenas -por lo general de naciones
pobres y subdesarrolladas- para que combatan (y mueran) cuando EEUU no
quiera hacerlo. En tal proceso se contará con una fuerza estadounidense,
tan pequeña como sea posible, incluyendo operativos de las fuerzas
especiales y apoyo aéreo, para que ayuden a esos subrogados. Al igual
que en el caso de los aviones no tripulados, la guerra por poderes
parece ofrecer una solución fácil a problemas complejos. Pero como
muestran los treinta años de debacle de Washington en Afganistán, los
costes finales pueden ser inimaginables o inimaginablemente altos.
Empecemos por el propio Afganistán. Durante más de una década, EEUU y
sus socios de coalición han estado entrenando fuerzas afganas de
seguridad en la esperanza de que asumieran la guerra allí para defender
los intereses estadounidenses y de sus aliados mientras retiraban a la
fuerza internacional comandada por EEUU. Sin embargo, a pesar de un
gasto de casi 50.000 millones de dólares para ponerlas velozmente en marcha, el Ejército Nacional Afgano y otras fuerzas de seguridad han ido frustrando , año tras año, todas y cada una de las expectativas.
Una de las variantes del plan estadounidense, de la que se ha hablado
muy poco, ha sido un ejército por poderes controlado por la CIA.
Durante años, la Agencia ha entrenado y utilizado seis milicias clandestinas
que actúan cerca de las ciudades de Kandahar, Kabul y Jalalabad, así
como en las provincias de Khost, Kunar y Paktika. Al trabajar con las
Fuerzas Especiales de EEUU y estar controlados
por los estadounidenses, estos “Equipos Contraterroristas de
Persecución” actúan evidentemente al margen de cualquier supervisión del
gobierno afgano y se sabe bien que han realizado incursiones transfronterizas
en Pakistán, ofreciendo a sus patronos estadounidenses uno de los
beneficios clásicos de la guerra por poderes: la negación plausible.
Este esfuerzo clandestino ha ido también complementado por la
creación de una fuerza de seguridad indígena masiva y convencional.
Aunque oficialmente bajo control del gobierno afgano, estas fuerzas
policiales y militares dependen casi completamente del apoyo financiero
de EEUU y los gobiernos aliados hasta casi para poder existir.
En la actualidad, oficialmente, las fuerzas nacionales afganas de
seguridad se componen de más de 343.000 efectivos, pero solo el 7%
de las unidades de su ejército y el 9% de las unidades policiales
alcanzan un nivel alto de eficacia. En cambio, después de más de una
década de ayuda occidental a gran escala, el 95% de sus reclutas siguen
siendo analfabetos funcionales .
No resulta sorprendente que toda esa fuerza masiva, entrenada por
contratistas privados exageradamente retribuidos, por los ejércitos
europeos occidentales y estadounidense, y apoyada por los avanzados
sistemas de armamento de EEUU y las fuerzas de la coalición, haya sido
incapaz de acabar con una variopinta insurgencia apenas armada, de
tamaño modesto y menos que popular. Una de las pocas tareas en que esta
fuerza por poderes parece tener gran habilidad es en disparar contra las
fuerzas aliadas y estadounidenses, muy a menudo contra sus propios
entrenadores, en ataques cada vez más comunes de “ verde sobre azul “.
Para colmo de males, esta fuerza de matar de la coalición de tan pobre desempeño resulta muy costosa
. Comprados y pagados por EEUU y su coalición de socios, cuesta
mantenerla cada año entre 10.000 y 12.000 millones de dólares en un país
cuyo PIB es de tan solo 18.000 millones . A largo plazo, una situación así es insostenible.
De regreso al futuro
Utilizar suplentes extranjeros no es nada nuevo. Desde los tiempos antiguos, los imperios y las naciones-estado han utilizado
tropas extranjeras y fuerzas indígenas para emprender la guerra o les
han apoyado cuando se ajustaban a sus objetivos políticos. En los siglos
XIX y XX, la táctica devino de rigueur para potencias coloniales como
la francesa, que utilizó fuerzas senegalesas, marroquíes y de otros
países africanos en Indochina y en más lugares, y la británica, que
utilizó gurkas nepaleses para emprender contrainsurgencias en lugares
que fueron desde Iraq y Malasia a Borneo.
Para cuando EEUU empezó a apoyar a los muyahaidines en Afganistán,
había ya experiencias importantes de la guerra por poderes y sus
peligros. Tras la II Guerra Mundial, EEUU adoptó ansiosamente sustitutos
extranjeros, por lo general en países pobres y subdesarrollados, en
nombre de la Guerra Fría. Esos esfuerzos incluyeron el intento de
derrocar a Fidel Castro a través de una fuerza de apoderados cubanos que
se estrelló e incendió en Bahía de Cochinos; la creación de un ejército
Hmong en Laos que finalmente perdió allí ante las fuerzas comunistas y
la financiación de una guerra francesa en Vietnam que fracasó en 1954,
creando después un ejército masivo en Vietnam del Sur, que fue aplastado
en 1975, por nombrar tan solo unos cuantos intentos fallidos.
Un fracaso más reciente de subrogados se produjo en Iraq. Durante
años tras la invasión de 2003, los responsables políticos
estadounidenses estuvieron recitando un mantra
estándar: “Cuando los iraquíes sean capaces de valerse por sí mismos,
nos retiraremos”. El pasado año, esos iraquíes básicamente les echaron.
Entre 2003 y 2011, EEUU bombeó decenas de miles de millones de
dólares en la “reconstrucción” del país, de los cuales 20.000 millones
fueron a construir las fuerzas de seguridad iraquíes . Esa mega-fuerza de cientos de miles
de soldados y policías se creó desde cero para apuntalar a los
sucesores del gobierno que EEUU derrocó. Fueron los estadounidenses y
sus socios de la coalición quienes entrenaron a esa fuerza, pero todo se
acabó en diciembre de 2011.
A pesar de los esfuerzos de la administración Obama para dejar miles o
decenas de miles de soldados en Iraq para los años venideros, el
gobierno iraquí rechazó los manejos de Washington y mandó empacar al
ejército estadounidense. Hoy, el gobierno iraquí apoya
al régimen de Asad en Siria y tiene una cálida y cada vez más estrecha
relación con el enemigo desde hace bastante tiempo de EEUU: Irán . Según la agencia de noticias semioficial iraní Fars , los dos países han estado discutiendo incluso cómo ampliar sus vínculos militares .
Guerras africanas en la sombra
A pesar de toda la experiencia de los miles de millones de dólares
absorbidos por ejércitos por poderes que no fueron sino un fracaso, que
se largaron o se convirtieron en enemigos, Washington está actualmente
trabajando en sus planes para llevar a cabo guerras por poderes en todo
el planeta, aunque quizá en estos momentos lo hagan de forma más
agresiva en África.
Con el Presidente Obama, las operaciones en África se han acelerado más allá de las más limitadas intervenciones de los años de Bush . Entre ellas encontramos la guerra del pasado año en Libia; la expansión de una red cada vez mayor de depósitos de abastecimiento, bases de pequeño tamaño con campo aéreo; una campaña regional con aviones no tripulados que ejecuta misiones fuera de Djibuti, Etiopía y las Seychelles en el archipiélago del Océano Índico; una flotilla de 30 buques
en ese océano para apoyar operaciones regionales; una afluencia masiva
de dinero en efectivo para operaciones de contraterrorismo por todo
África Oriental; una posible guerra aérea al viejo estilo llevada a cabo a escondidas por la región utilizando aviación tripulada; y una fuerza expedicionaria de operaciones especiales (reforzada por expertos del Departamento de Estado
) enviada para ayudar a capturar o matar al líder del Ejército de la
Resistencia del Señor (LRA, por sus siglas en inglés), Joseph Kony y sus
altos comandantes. (Algunos expertos
consideran esta misión contra Kony como una tapadera para desarrollar
una guerra por poderes entre EEUU y el gobierno islamista de Sudán -al
que se acusa de ayudar al LRA- y a los islamistas en general). Y todo
esto arañando tan solo en la superficie de los planes y actividades de
expansión rápida de Washington por la región.
En Somalia, Washington se ha involucrado ya en una campaña militar y
de la CIA con múltiples frentes contra los militantes islamistas
Al-Shabaab , que incluye operaciones de inteligencia, entrenamiento de agentes somalíes, una prisión secreta, ataques de helicóptero y asaltos de comandos . Ahora está también apoyando una guerra clásica por poderes utilizando subrogados africanos. EEUU se ha convertido, como señalaba
recientemente Los Angeles Times en “la fuerza impulsora de los combates
en Somalia”, mientras entrena y equipa a soldados de a pie africano
para que luchen contra los militantes Shabaab para que las fuerzas
estadounidenses no tengan que hacerlo. En un país donde hubo más de 90
estadounidenses muertos y heridos en la debacle de 1993 ahora conocida
por la abreviatura “Black Hawk Down” [la caída del halcón negro], en la
actualidad se ha subcontratado a soldados africanos para que combatan y
mueran.
A primeros de año, por ejemplo, la Fuerza de elite de los marines
Recon, del Grupo de Trabajo 12 de Tierra, Mar y Aire para Objetivos
Especiales (o, como si fuera el trabalenguas de un acrónimo, el
SPMAFGTF-12, por sus siglas en inglés) entrenó a soldados de la Fuerza
de Defensa Popular de Uganda. Esa fuerza, proporciona a su vez la
mayoría de los soldados para la Misión de la Unión Africana en Somalia
(AMISON, por sus siglas en inglés) que actualmente se dedica a proteger
al gobierno que EEUU apoya en la capital del país, Mogadiscio.
Esta primavera, marines del SPMAGTF-12 entrenaron también a soldados
de la Fuerza de Defensa Nacional de Burundi (BNDF, por sus siglas en
inglés), el segundo mayor contingente en Somalia. En abril y mayo,
miembros del Grupo de Trabajo Raptor, 3º escuadrón, del Regimiento de
Caballería 124 de la Guardia Nacional de Texas, tomaron parte en una
misión de entrenamiento por separado con la BNDF en Mudubugu, Burundi.
El SPMAGTF-12 también ha enviado a sus entrenadores a Djibuti, otra
nación implicada en la misión somalí, para que trabaje allí con una
unidad de elite.
Al mismo tiempo, tropas del ejército estadounidense han tomado parte
en el entrenamiento de miembros del ejército de Sierra Leona a los que
preparan para su despliegue en Somalia a finales de año
. En junio, el comandante del ejército para África de EEUU, el general
de división David Hogg habló alentadoramente del futuro de las fuerzas
de Sierra Leona junto a otro de los aliados de EEUU, Kenia, que invadió
Somalia el pasado otoño (y acaba de incorporarse
a una misión allí de la Unión Africana). “Os uniréis a las fuerzas
keniatas en el sur de Somalia para sacar a los Shabaab y a otros
malhechores de Somalia y pueda verse libre de la tiranía y el terrorismo
y de todos los males que vienen con ellos”, dijo. “Sabemos que estáis
listos y entrenados. Os equiparemos y realizaréis esta misión con honor y
dignidad”.
Sin embargo, tener preparados ejércitos para desplegarlos en Somalia
es solo una parte de la historia cuando se trata de entrenar a fuerzas
indígenas en África. Este año, por ejemplo, los marines viajaron a
Liberia para dedicarse a enseñar técnicas de control de disturbios al
ejército de ese país como parte del esfuerzo del Departamento de Estado
en la reconstrucción de sus fuerzas de seguridad.
De hecho, el coronel Tom Davis del Mando para África de EEUU (AFRICOM, por sus siglas en inglés) dijo
recientemente a TomDispatch que su mando ha realizado o ha planificado
14 ejercicios importantes de entrenamiento conjunto para 2012 y que se
prevé una cifra similar para 2013. Los esfuerzos de este año incluyen
operaciones en Marruecos, Camerún, Gabón, Botswana, Sudáfrica, Lesoto,
Senegal y Nigeria, incluyendo, por ejemplo, el Western Accord 2012 , un
ejercicio multilateral en el que participan fuerzas armadas de Senegal,
Burkina Faso, Guinea, Gambia y Francia.
Todo esto, sin embargo, no llega a abarcar totalmente la amplitud de
las misiones de formación y asesoramiento estadounidenses en África.
“Dirigimos algún tipo de entrenamiento militar o de compromiso o
actividades entre ejércitos con casi todos los países del continente
africano”, escribió Davis.
Los apoderados de Estados Unidos
En los momentos actuales, África puede ser el principal lugar para
desarrollar la guerra por poderes, al estilo estadounidense, pero no es
en absoluto el único lugar donde EEUU está entrenando fuerzas indígenas
para que ayuden a EEUU a lograr sus objetivos de política exterior. Este
año el Pentágono redobló también sus operaciones en América del Centro y
del Sur, así como en el Caribe.
En Honduras, por ejemplo, pequeños equipos de soldados
estadounidenses están trabajando con las fuerzas locales para reforzar
allí la guerra contra la droga. Trabajando desde la Base de Operaciones
de Avanzada Mocoron y otros campamentos remotos, el ejército
estadounidense está apoyando las operaciones hondureñas a través de los
métodos que perfeccionó en Iraq y Afganistán. Las fuerzas
estadounidenses han tomado parte también en operaciones conjuntas con
las tropas hondureñas en el marco de una misión de entrenamiento
denominada Beyond the Horizon 2012 , mientras los Boinas Verdes han
estado ayudando a las fuerzas de Operaciones Especiales hondureñas en
operaciones contra el contrabando. Además, una cada vez más militarizada
Agencia Antidroga envió un equipo asesor de apoyo para despliegues en
el extranjero, creado originalmente para desbaratar el comercio del opio
en Afganistán, para ayudar a los Equipos de Respuesta Táctica de
Honduras, la unidad de elite de ese país contra el narcotráfico.
La militarización y despliegue extranjero de los operativos para el
refuerzo de la ley de EEUU ha sido también evidente en Tradewinds 2012 ,
un ejercicio de entrenamiento efectuado en junio en las Barbados. Allí,
miembros del ejército y de las agencias de refuerzo del derecho civil
de EEUU se unieron con sus homólogos de Antigua y Barbuda, Bahamas,
Barbados, Belice, Canadá, Dominica, la República Dominicana, Granada,
Guyana, Haití, Jamaica, St. Kitts y Nevis, Santa Lucía, San Vicente y
las Granadinas y Surinam, así como Trinidad y Tobago, para mejorar la
cooperación en “complejas operaciones de seguridad multinacional”.
Mucho menos visibles han sido los trabajos de entrenamiento de las
Fuerzas de Operaciones Especiales en Guyana, Uruguay y Paraguay. En
junio, tropas de operaciones especiales tomaron también parte en las
Fuerzas Comando, una “competición” de ocho días de duración en la que
las fuerzas de elite de 21 países, incluyendo las Bahamas, Belice,
Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, República Dominicana,
Ecuador, El Salvador, Guatemala, Guyana, Honduras, Jamaica, México,
Panamá, Paraguay, Perú, Trinidad y Tobago y Uruguay se enfrentaron en
pruebas de aptitud física, puntería y capacidades tácticas.
Este año, el ejército de EEUU ha dirigido también ejercicios de
entrenamiento en Guatemala, patrocinado misiones de “creación de
colaboración” en la República Dominicana, El Salvador, Perú y Panamá,
alcanzando un acuerdo para llevar a cabo otras 19 “actividades” con el
ejército colombiano en el próximo año, incluyendo ejercicios militares
conjuntos.
“ Eje principal” por poderes
La cobertura del muy publicitado “eje principal” estratégico de la
administración Obama en Asia se ha centrado en la creación de más bases y nuevos despliegues navales por la región. El ejército (que ha cambiado la palabra “eje principal” por “ reequilibrio
“) está, sin embargo, también planeando y llevando a cabo numerosos
ejercicios y misiones de entrenamiento con aliados regionales. De hecho,
según se ha informado, solo la Marina y los marines se implican cada
año en más de 170 ejercicios bilaterales y multilaterales con las naciones de Asia-Pacífico.
Uno de los mayores ejercicios tuvo lugar en y alrededor de las Islas
Hawai desde finales de junio hasta primeros de agosto. Apodado RIMPAC
2012 , el ejercicio concentró más de 40 buques y submarinos, más de 200
aviones y 25.000 soldados de 22 naciones, incluyendo Australia, India,
Indonesa, Japón, Malasia, Nueva Zelanda, Filipinas, Singapur, Corea del
Sur, Tailandia y Tonga.
Casi 7.000 efectivos estadounidenses se unieron también a 3.400
soldados tailandeses, así como a personal militar de Indonesia, Japón,
Malasia, Singapur y Corea del Sur como parte de los ejercicios Cobra
Gold 2012 . Además los marines estadounidenses tomaron parte en Hamel
2012 , un ejercicio de entrenamiento multinacional que contó con
miembros de los ejércitos de Australia y Nueva Zelanda, mientras otras
tropas estadounidenses se unían a las fuerzas armadas de Filipinas en el
Ejercicio Balikatan .
Los efectos del “eje principal” son también evidentes en el hecho de que la India
, en otro tiempo neutral, mantiene ahora más de 50 ejercicios militares
con EEUU cada año, más que cualquier otro país del mundo. “Nuestra
colaboración con la India es un aspecto clave de nuestro nuevo
equilibrio en Asia-Pacífico y creemos que también de una mayor seguridad
y prosperidad en el siglo XXI”, dijo
el Secretario Adjunto de Defensa Ashton Carter en un reciente viaje al
subcontinente. La amplitud de tal colaboración es evidente en el hecho
de que la India está tomando parte en el esfuerzo “por poderes” de EEUU
en Somalia. En los últimos años, la Marina india aparece como
“importante contribuyente” en el esfuerzo internacionalcontra la piratería frente a la costa de ese país africano, según Andrew Shapiro, del Buró para Asuntos Político-Militares del Departamento de Estado.
Paz por poderes
Bangladesh, el vecino de la India, ofrece una ventana más a los
esfuerzos estadounidenses de preparar fuerzas por poderes para que
sirvan a sus intereses.
A primeros de año, fuerzas estadounidenses y bangladeshíes tomaron
parte en un ejercicio centrado en la formación logística, de
planificación y táctica, que recibió el nombre en clave de Shanti Doot-3
. La misión fue excepcional porque formó parte de un programa del
Departamento de Estado, apoyado y ejecutado por el Pentágono conocido
como Iniciativa Global de Operaciones por la Paz ( GPOI , por sus siglas en inglés).
Puesta en marcha por vez primera con George Bush, la GPOI proporciona
financiación, equipamiento y asistencia logística y entrenamiento a las
naciones con problemas de liquidez para lograr que sus ejércitos se
conviertan en “mantenedores de la paz” por todo el planeta. Con Bush, el
programa se estableció de 2004 a 2008 y se gastaron más de 374 millones
en entrenar y equipar tropas extranjeros. Con el Presidente Obama, el
Congreso ha financiado el programa con alrededor de 393 millones de
dólares, según cifras proporcionadas por el Departamento de Estado a
TomDispatch.
En un discurso
de primeros de año, Andrew Shapiro, del Departamento de Estado, dijo en
Washington DC a una audiencia que la “GPOI está centrando sobre todo
gran parte de sus esfuerzos en apoyar la formación y equipamiento de
mantenedores de la paz que se desplieguen a… Somalia”, y ha
proporcionado “equipamiento a los países allí desplegados por valor de
decenas de millones de dólares”. En un escrito aparecido en un blog
entró en más detalle alabando los esfuerzos de EEUU para entrenar a
tropas de Djibuti que sirvan como mantenedores de la paz en Somalia e
indicando que EEUU había proporcionado también a la empobrecida Djibuti
equipamiento de radar y lanchas para patrullar fuera de la costa.
“Djibuti es también importante para nuestros esfuerzos de combatir la
piratería”, escribió, “porque está en la línea del frente de las
amenazas marítimas, incluyendo la piratería en el Golfo de Aden y las
aguas circundantes”. Djibuti y Bangladesh son apenas nada. Bajo los
auspicios de la GPOI, EEUU se ha asociado con 62 naciones de todo el
planeta, según las estadísticas proporcionadas por el Departamento de
Estado. Esos apoderados en fase de entrenamiento son, lo que no resulta
sorprendente, algunas de las naciones más pobres
en sus respectivas regiones, cuando no de todo el planeta. Incluyen a
Benin, Etiopía, Malawi y Togo en África, Nepal y Pakistán en Asia, y
Guatemala y Nicaragua en América.
El rostro cambiante del imperio
Con las operaciones militares en curso en Asia, África , Oriente Medio y Latinoamérica
, la administración Obama ha adoptado un programa de seis puntos para
una guerra de huella ligera confiando en gran medida en las operaciones de las fuerzas especiales, aviones no tripulados, espías, socios civiles, guerra cibernética
y combatientes subrogados. De todas las facetas de esta nueva forma de
guerra, el entrenamiento y utilización de subrogados ha sido de lo que
menos se ha hablado, aunque se considera que la dependencia de fuerzas
extranjeras es uno de sus ganchos comerciales fundamentales. Como Andrew
Shapiro, del Departamento de Estado, dijo
en un discurso este año: “A menudo se aprecia poco la importancia de
esas misiones para la seguridad de los EEUU… Por decirlo claramente:
cuando esos mantenedores de la paz se desplieguen significa que es mucho
menos probable que las fuerzas estadounidenses tengan que intervenir”.
Es decir, para dejarlo aún mucho más claro: más muertos locales, menos
muertos estadounidenses.
Sin embargo, no hay pruebas de tal sabiduría tradicional. Y los
fracasos a la hora de aprender de la historia a este respecto han sido
desastrosos. El entrenamiento, asesoramiento y equipamiento de una
fuerza por poderes en Vietnam hundió cada vez más profundamente a EEUU
en ese maldito conflicto, provocando decenas de miles de muertos
estadounidenses y millones de muertos vietnamitas. El apoyo a los
subrogados afganos durante su batalla de toda una década contra la Unión
Soviética llevó directamente a la actual década, más de una década, de
la guerra de EEUU en Afganistán.
Justo ahora, EEUU está de nuevo entrenando, asesorando y dirigiendo
ejercicios conjuntos por todo el mundo con la guerra por poderes en su
mente y el concepto de “consecuencias no buscadas” desaparecido en
Washington. Queda por ver si los apoderados de hoy terminan trabajando
por, o en contra, de los intereses de Washington o incluso se convierten
en los enemigos del mañana. Pero con tanto entrenamiento por tantas
regiones desestabilizadas, y con tantas fuerzas por poderes a las que se
está armando en tantos lugares, las posibilidades de que el tiro les
salga por la culata son mayores cada día.
Nick Turse es editor asociado de TomDispatch.com. Laureado
periodista, sus trabajos se han publicado en Los Angeles Times, The
Nation y, con regularidad, en TomDispatch. Es autor de varios libros, el
más reciente de los cuales es: Terminator Planet: The First History of Drone Warfare, 2001-2050 (con Tom Engelhardt). Pueden seguirle en Tumbrl.
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