Tomado de La pupilainsomne
Numerosos
medios internacionales afirman que el Gobierno de Cuba pretende
prohibir el reggaeton, género musical muy popular entre jóvenes de la
Isla y de América Latina (1). Los titulares no dejan el menor espacio
para la duda: “Cuba prohibirá el reggaeton y su baile en las calles”
(2), “Los intérpretes y difusores del reggaeton serán sancionados en
Cuba” (3), “En Cuba prohiben el reggaeton por vulgar” (4), o “La
dictadura castrista prohíbe el ‘reggaeton’ en Cuba” (5).
Pero, ¿hay algo de cierto en todo esto? ¿Será posible que tantísimos medios, a la vez, se atrevan a inventar una “prohibición” en Cuba que no existe? Pues parece que sí.
Que Cuba proscribirá dicho estilo musical
es la conclusión que extraen dichos medios de comunicación de la
entrevista de un diario cubano al presidente del Instituto Cubano de la
Música, Orlando Vistel, en la que en ningún momento habla de prohibir el
reggaeton (6).
El funcionario cubano, eso sí, se une a
la crítica generalizada entre músicos e intelectuales de la Isla a la
carga sexista y machista de muchas de las letras y videos musicales de
los artistas de reggaeton, que proyectan a las mujeres cubanas –según
sus palabras- “como grotescos objetos sexuales”.
El propio entrevistado aclara que su
crítica no se dirige “exclusivamente (al) reggaeton”, sino a toda
práctica musical que proyecte dicho sexismo y otras “expresiones
vulgares, banales y mediocres”.
Orlando Vistel anuncia, efectivamente, un
proyecto de norma jurídica que regulará “los usos públicos de la
música”. Con ello, se puede intuir que canciones –de cualquier estilo-
que hagan apología del machismo, la homofobia, la xenofobia, la
discriminación social o la violencia, no serán programadas en los medios
de comunicación de Cuba. Algo, por cierto, aceptado como normal,
civilizado y justo cuando ocurre en otros países: spots publicitarios
(7) o videoclips musicales (8) son retirados con frecuencia tras las
denuncias de determinados colectivos o instituciones, sin que los medios
internacionales mencionen que es el gobierno de esos países quien
“prohibe” una canción, un estilo musical o un artista.
Ciertamente, en los últimos años, en Cuba
existe una preocupación muy extendida entre intelectuales e
instituciones acerca de los valores retrógrados y discriminatorios que
transmiten las letras de canciones muy populares en la Isla, muchas de
ellas del género reggaeton (9).
El pasado año el asunto llegaba a la
Comisión de Atención a la Juventud, la Niñez y la Igualdad de Derecho de
la Mujer del Parlamento cubano (10). La Unión de Escritores y Artistas
de Cuba, una organización caracterizada por una práctica nada dogmática,
abogaba por una regulación legal de los espacios musicales públicos
(11). La Federación de Mujeres Cubanas y la Editorial de la Mujer de
Cuba han denunciado, en numerosos espacios, el atentado a la dignidad de
las mujeres contenido en muchas de las canciones de reggaeton (12). Y
la Red Iberoamericana de Masculinidades, con sede en La Habana, ha
llevado a cabo talleres de debate y reflexión con artistas cubanos de
pop, salsa y reggaeton (13).
Un momento de intensa polémica en Cuba se
vivía en noviembre de 2011, en la entrega de los Premios Lucas a los
mejores videoclips cubanos. Tras las protestas de organizaciones como la
Federación de Mujeres Cubanas, el video de la canción “Chupi-Chupi”,
del reggaetonero Osmani García, era retirado de la fase final de dichos
premios, a pesar de contar con cinco nominaciones, ente ellas la de
“video más popular”, y de haberse emitido durante meses en la televisión
nacional. El asunto, igual que ahora, fue reflejado en los medios
internacionales como un caso de “censura gubernamental” (14).
Por contra, ninguno de estos medios
mencionó una sola vez la palabra “gobierno” al informar de que, hace
meses, un videoclip de la famosa cantante Rihanna fue retirado de las
televisiones de once países, incluyendo Reino Unido y Francia (15); otro
de Robbie Williams era eliminado de la BBC por presión de varias
asociaciones de pensionistas (16); y otro de No Doubt fue retirado por
el propio grupo tras las protestas de colectivos indígenas, por
mencionar solo tres casos recientes (17).
En la citada entrevista al presidente del
Instituto Cubano de la Música, Orlando Vistel menciona otro de los
aspectos denunciados por intelectuales y músicos de la Isla: la ínfima
calidad musical de gran parte de los temas reggaeton que, a pesar de
ello, cuentan con una desproporcionada presencia en la radio y la
televisión del país. El funcionario propone en la entrevista una
regulación en los medios cubanos para retornar a un equilibrio de
estilos musicales, que refleje la inmensa variedad y riqueza musical de
Cuba, hoy parcialmente eclipsada por la hegemonía del reggaeton.
Músicos, intelectuales y periodistas de
la Isla son conscientes de que el reggaeton, en su vertiente más
machista y vulgar, no se puede combatir con prohibiciones (18). Su gran
popularidad entre la población más joven apunta a problemas mucho más
profundos, como la permeabilidad en ciertos sectores de la sociedad de
mensajes discriminatorios y reaccionarios, y la pérdida de fuerza de
ideas muy arraigadas en la sociedad cubana, como la igualdad, la no
discriminación o la solidaridad (19).
En cualquier caso, el reggaeton ni está
prohibido en Cuba ni lo va a estar, aunque quizá desaparezcan de la
televisión y la radio –por regulación legal- sus exponentes más zafios y
sexistas.
Pero los debates en un país que no
renuncia a conservar valores sociales y riqueza musical conquistados a
lo largo de décadas suponen un mensaje demasiado complejo para los
medios, especialmente los musicales. La Cadena Ser, del Grupo español
Prisa, no solo titulaba en su página web que “Cuba prohíbe el
‘reggaeton’ en la isla” (20), sino que, refiriéndose al tema “Creo”
(21), del reggaetonero Baby Lores, una canción homenaje a Fidel Castro,
afirmaba que, “a partir de ahora, todas las dedicatorias musicales al
comandante tendrán que ser en otro estilo musical”.
Y es que siempre hay quien consigue subir una nota en la melodía de la manipulación contra Cuba.
*Coordinador de Cubainformación.
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