Niemeyer (a la izquierda) junto al Comandante en Jefe Fidel Castro. |
Por LAURA BÉCQUER PASEIRO
TOMADO DE GRANMA
TOMADO DE GRANMA
Cuando la miseria
se multiplica y la esperanza huye del corazón de los hombres, solo
queda la Revolución. Niemeyer
Delineó, como los contornos de sus edificios, gran parte de la identidad nacional brasileña y latinoamericana.
En 1940 conoció al alcalde de Belo Horizonte, Juscelino Kubitschek, quien lo invitó a proyectar una iglesia y un casino a orillas del Lago de Pampulha. Para 1956 es convidado a trabajar en lo que sería su creación más significativa y completa: la ciudad de Brasilia, capital federal de Brasil, que diseñó con su colega Lucio Costa. Fue el comienzo de un estilo que lo ubicaría a la vanguardia de la arquitectura moderna, y en la exploración de las posibilidades constructivas y plásticas del hormigón.
De su obra, diría: "No es el ángulo recto lo que me atrae, ni la línea recta, dura, inflexible, creada por el hombre. Lo que me atrae es la curva libre y sensual, la curva que me encuentro en las montañas de mi país, en el curso sinuoso de sus ríos, en las olas del mar, en el cuerpo de la mujer preferida. De curvas es hecho todo el universo, el universo curvo de Einstein".
Obra
de Niemeyer dedicada a la resistencia de la Revolución cubana |
Sin embargo, esta leyenda de la arquitectura consideró que su obra mayor fue ingresar al Partido Comunista de Brasil, que fundó con Luis Carlos Prestes. Cuando en 1964 la dictadura militar fue instaurada en Brasil, su oficina en Río fue invadida y saqueada y sus proyectos, rechazados. En el exilio en Europa inició una nueva etapa de su vida y obra. Niemeyer solo volvió a vivir definitivamente en Brasil a comienzos de los años ochenta, tras la apertura política.
EL IMPERIALISMO NO PERDONA A CUBA NI A FIDEL
Tal fue su admiración por la lucha de la Revolución, que uno de sus últimos trabajos, emplazado en la plaza central de la Universidad de las Ciencias Informáticas de La Habana, representa un monumento contra el bloqueo económico a Cuba.
Con formas ovaladas en acero y mirando al cielo, el diseño de la escultura consiste en un monstruo de boca abierta y un cubano de bandera en puño enfrentándolo. La obra semeja una suerte de David frente a Goliat, como símbolo de la resistencia cubana.
Fidel, en una carta de agradecimiento, expresó su convicción de que el proyecto sería "un reflejo de las ideas que comparten y por las que han luchado siempre".
Niemeyer, a sus increíblemente lúcidos 104 años, dejó ayer este
mundo para morar definitivamente en la leyenda. Seguramente no
descansa, no podría hacerlo hasta que no se desentrañe la curva
última de este universo.
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