La abrumadora vigésimo primera condena al bloqueo de Estados Unidos contra Cuba
por la Asamblea General de la ONU alcanzó el 13 de noviembre la marca
histórica de 188 votos a favor sobre 193 miembros de la organización.
Como es natural, Estados Unidos e Israel votaron en contra. También Palau, protectorado yanqui al igual que Islas Marshall y Micronesia,
que se abstuvieron. Del Estado sionista no cabe esperar otra cosa,
pues su músculo militar-nuclear, su bárbaro régimen de despojo y
exterminio contra el pueblo palestino y su demencial belicismo dependen
del sostén y el apaño de Washington.
Esta universal paliza a Estados Unidos
por la inhumana guerra económica, comercial y financiera que sostiene
contra Cuba hace más de cinco décadas demuestra la falacia y el cinismo
de su autor al calificarla de asunto bilateral. Por más que signifique
una violación masiva y sistemática de los derechos humanos del pueblo
cubano, genocida por su naturaleza, afecta también derechos de terceros a
escala planetaria, incluso de los aliados más cercanos del imperio que
no pueden apoyar un instrumento flagrantemente violatorio del derecho a
la libertad de comercio y navegación y cuyas compañías y bancos se ven
sometidos cada vez con más frecuencia a sanciones, multas millonarias y
prohibición de comerciar con Cuba en medio de la mayor crisis económica
de los últimos ochenta años.