Por Sergio I. Rivero Carrasco
“…ellos
son el caudal de los pueblos”.
José Martí
La vida es lo más preciado para
los seres humanos, pero el espíritu independista y el gesto altruista de los
cubanos la han puesto en riesgo consciente en disímiles ocasiones, tanto en las
gestas independentistas nacionales por más de 150 años, como en otras tierras
para contribuir a la independencia de otros países de varios continentes.
Tal es el caso de los más de
386 mil cubanos que pelearon en África, no en busca de méritos personales ni de
riqueza alguna, porque no les movía otro deseo que el de ser útiles, cumplir
con la Revolución y estar a la altura del tiempo glorioso que les tocó vivir.
Así de intrépidos fueron los jóvenes como Abel, Rodolfo, Antonio, Robier, Carlitos, Diego, Chales, Laffita, Consuegra, Edel…, entre otros cientos de pineros y de todas las provincias cubanas, que abrazaron el ideal internacionalista y arribaron a la República Popular de Angola en una misión que se le dio por llamar “Operación Carlota”, con el objetivo de preservar la independencia e integridad territorial de esa nación, e impedir una invasión de Sudáfrica por su frontera sur, país que junto a los Estados Unidos y el gobierno de Mobutu en Zaire, armó a las fuerzas antigubernamentales de la Unión Nacional para la Independencia Total de Angola (UNITA), encabezada por Jonás Sabimbi, promoviendo una invasión por diferentes puntos del país para evitar la consumación de la independencia del hermano pueblo.
A esa importante Operación se le da el honroso nombre de “Carlota” como un imperecedero homenaje a la valiente esclava de origen lucumí que encabezó una sublevación el 5 de noviembre de 1843, junto con muchos otros cautivos en el ingenio matancero de Triunvirato, envolviendo en llamas la casa de vivienda de los amos, parte del ingenio y los bohíos del batey, que a su vez fue extendida a otras zonas de la provincia de Matanzas, siendo apresados por las tropas peninsulares en un desigual y feroz combate.
Una vez capturada, todavía viva Carlota, los oprobiosos militares la ataron de pies y manos a cuatro caballos, que tiraron de ella en sentido contrario hasta desmembrar su cuerpo, en el intento de dar cruel escarmiento a sus seguidores, trascendiendo en la historia la fortaleza, el espíritu de rebeldía y de libertad del pueblo cubano.
La
“Operación Carlota” comenzó oficialmente el 5 de noviembre de 1975, cuando al
enterarse el Comandante en Jefe de la muerte de varios asesores militares
cubanos en Caporolo en un enfrentamiento con fuerzas invasoras, ordenó el
traslado de las primeras unidades de combate por vía aérea y naval, iniciándose
así una de las más increíbles hazañas militares de la historia contemporánea,
con el objetivo de impedir que las fuerzas enemigas tomaran Luanda antes del 11
de noviembre, fecha en que el Movimiento Para la Liberación de Angola (MAPLA)
asumiría el gobierno.
La
Isla de la Juventud, como parte de este heroico pueblo, también tiene el honor
de guardar en el más alto pedestal de la gloria, a una veintena de mártires
internacionalistas que en este aniversario 47 de la “Operación Carlota” vale la
pena enaltecer, para que los más bisoños beban del ejemplo e intrepidez de esos
valientes que entregaron sus vidas por la independencia de otros pueblos como Gilberto
Pico, Leonilda Tamayo, Roberto Orestes Moreno, Angel Alberto Galañena, Rodolfo
Carballosa, Melecio Hechavarría, Raidel González, Roberto Lafita, Rafael Ávila,
Richard Ebanks, Pedro Bueno, Ramón Herrera, Richard Terrero, Orlando Gutiérrez,
Carlos Reyes, Carlos Torres, Nelson Machado, Leonardo Azahares, Arístides
Domínguez, Carlos Betancourt, Alexis Hechavarría, Ramón Fernández, Máximo
Caignet y Rodolfo Codorniú.
Esta importante operación se extendió hasta 1991 en la que unos dos mil cubanos entregaron sus vidas, cuyos restos fueron regresados a la Patria durante la conocida “Operación Tributo”, que a partir del siete de diciembre de 1989, el pueblo de Cuba rememora para brindar el merecido homenaje de recordación y perenne presencia a los mártires internacionalistas.
Ese
día toda la luz de Cuba se vio por la ventana de una lágrima, fue el milagro de
convertir el llanto en luz; fue aquel día que la Patria, que los había parido
héroes, los recibió convertidos en luz para seguir iluminando el camino de la
historia y de la gloria de este pueblo, cuando Fidel en aquel acto raigal de
despedida de duelo a los internacionalistas en el Cacahual el séptimo día de
diciembre de 1989, expresó:
“Al escoger esta fecha para
dar sepultura a los restos de nuestros heroicos combatientes internacionalistas
caídos en diversas partes del mundo, fundamentalmente en África, de donde
vinieron los antepasados de Maceo y una parte sustancial de nuestra sangre, el siete
de diciembre se convertirá en día de recordación para todos los cubanos que
dieron su vida no solo en defensa de su patria, sino también de la humanidad.
De este modo, el patriotismo y el internacionalismo, dos de los más hermosos
valores que ha sido capaz de crear el hombre, se unirán para siempre en la
historia de Cuba”.