Por Sergio Rivero Carrasco
A ese guajiro rellollo estoy ligado por la simpatía y el respeto al gran cultivador y rey del sucu suco. Ese timbre inconfundible, cronista innato de la sociedad sabe poner el dedo en la cuerda para sacar de ellas a los inconfundibles y familiares Yo quiero Bailar con Maria Elena, Dame el rabito del lechón, Linda Pinerita, , Catalina, mi vecina, Se quedó sin ropa el Chivo y Santa Fe , pueblo querido, entre tantos otros, que nos hacen cada vez más arraigados a la tierra.
Ese hombre que generalmente usa un sombrero de alas anchas, una guayabera de color claro y sonrisa abierta al mundo, anda por su terruño natal repartiendo alegría y amor por doquier, y es que Mongo Rives, el Rey del Sucu Suco pinero se ha ganado el derecho de constituir una síntesis de lo bueno y lo divino, para el bien de todos.
Conocí a Mongo Rives cuando estuve muy ligado al trabajo del Partido, época en que él pertenecía al Buró Municipal de la ANAP. Ese hombre de quién les comento me fue presentado primero como dirigente campesino y nunca escondió el músico que le apretaba el pecho cada vez que, guitarra y laúd en mano, se adentró en el estudio, preservación y cultor principal del Susu suco pinero, ese ritmo que surgió por el año 1840 en la finca La Tumbita, muy cerca del poblado Santa Fe.
En sus inicios el Sucu-suscu, se promovió con el nombre de rumba, rumbita, cotunto y otros. Alcanza su nombre definitivo en los años 20 del pasado siglo, salido del sonido que se provoca cuando se arrastran los pies sobre los pisos de madera de los bohíos y conucos donde se celebraban las fiestas, los que coincidían con el ritmo que mostraba el sonido del el rallado de la bandurria.
Un día le pregunté a Mongo que cuándo él había comenzado en sus andanzas por la música y claro, la respuesta era esperada: “desde muy niño”, alto seguido continúa “debuté con mi quinteto el 25 de diciembre de 1945, fíjese si hace tiempo. Después conocí que él y su grupo La tumbita criolla habían sido los aficionados más longevos de la Isla de la Juventud, ya que tardaron 46 años en hacerse profesionales de la música.
Mongo, como cariñosamente lo llama todo el mundo, es todo una leyenda. Entre improvissaciones y dicharachos pasa el tiempo sin que uno lo sienta. Nos dice que su primer disco fue grabado en el 2002 con la productora BIS Music, para conservar así el sonido del Sucu Sucu en su más legítima expresión, hoy con el laud criollo de Mongo, acordeón, marímbula, machete, bongó, guitarra y tres, además de la percusión menor (Maraca, Claves, etc.) común a las diferentes expresiones del Complejo del Son, donde este ritmo descansa en su aposento natural.
Entre los números más conocidos figuran Yo quiero Bailar con Maria Elena, Dame el rabito del lechón, Linda Pinerita, Catalina, mi vecina, y Se quedó sin ropa el Chivo.
Yo los convido a contiuar apreciando a este incansable reparador de sueños a niños de todas las edades; solo falta que su intercambio no se salga de los raíles y el tren pueda llegar con felicidad a su destino, porque si usted le da un chance, él no escatima en aprovechar el momento y hablar de cuánto recuerda de esa fecunda vida que ha sabido llevar con hidalguía y honor...
Este artista íntegro en la más sofisticada y diáfana acepción, está a punto de cumplir sus 70 años de vida artística y sus 85 cumpleaños; razones todas para celebrar en familia y por ello, el martes 13 de agosto, en ocasión de sacar al aire una revista especial por el aniversario 26 del telecentro, también le haremos el homenaje al cultor del ritmo autóctono pinero: El sucu suco con la entrega en esta ocasión del Premio Cámara Viva que otorga el telecentro, por la Obra de toda la vida.
¡Felicidades a este consagrado artista del pueblo!.
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