Celebrando el Día de los Padres en junio de 1991. Fotos: Cortesía de Adriana Pérez |
¿Cómo nace un héroe? ¿De qué arcilla están hechos los hombres que despiertan la admiración de sus semejantes y se convierten en paradigmas? ¿Será que la diferencia la hace la propia vida y el entorno en que crecen? ¿Acaso la diferencia la determinan los valores que les inculcan la familia, la escuela y la sociedad en que se desarrolla su existencia?
Preguntas interesantes que nos hacemos todos y Gerardo Hernández Nordelo, el cubano joven al que nos aproximamos con estas pinceladas, nos responde desde su injusta prisión con la sencillez habitual.
“Mi madre nació en las Islas Canarias, llegó a Cuba a la edad de 15 años, y fue una persona sin mucha escuela. Hasta sus últimos días siempre se ocupó de las labores del hogar. Crió primero a sus hijos y después a sus cinco nietos. Si bien no era mucho lo que podía aportar a mi formación política, le debo en buena medida mis valores éticos y morales. Era una persona muy humilde, tan carente de todo tipo de maldad, que a veces se lo señalaban como defecto. Siempre fue muy preocupada por los demás, mucho mas que por ella misma.