Por Casandra Almira Maqueira
Foto:
Arturo Enamorado López
Los rostros
de los abuelos del hogar de ancianos Francisca Navia Cuadrado reflejan hoy más
alegría, y es que a buena hora ha llegado hasta allí Michel Quintana Jáuregui,
un fígaro que porta en sus manos especiales tijeras de amor para sus canas.
Este joven
de 34 años conocido por Suchel, nombre de su barbería ubicada en calle 32 entre
37 y 39 en Nueva Gerona, practica esa profesión desde el 2012 junto a la
peluquera Marisol Silbante.
Ambos,
trabajadores por cuenta propia, llevan adelante un novedoso proyecto de
colaboración con este tipo de instituciones destinado a contribuir a una mejor
imagen en los de la tercera edad, idea que, asegura Quintana Jáuregui, estuvo
inspirada en su abuelo.
“Fue él
quien me impulsó en este propósito cuando en cierta ocasión enfermó e ingresó
al hospital, entonces pensé mucho en su vulnerabilidad, en cuánta falta le
hacíamos y en sus necesidades, pues ellos también requieren que los atiendan y
se preocupen por su estado emocional y físico.
“Además,
¿existe alguien que no le guste verse bonito y agradable? Eso hace que uno se
sienta mejor y eleve su autoestima. Fue ahí que se me ocurrió, conversé con la
directora del hospital general docente Héroes del Baire y arreglamos de
inmediato el convenio, por supuesto, sin cobrar dinero alguno”.
Para la
mayoría que escucha esto cree que Michel está loco, pues tiene un don natural.
Sin haberse graduado en estilos de belleza, su empírea con las tijeras es
admirable y para quedarse boquiabierto solo al observar que puede hacer tantos
cortes posibles sin tener parecido.
Pero –¿no
cobrar?–
“No es la
primera vez que lo hago, hay casos en los que para mí, a diferencia del buen
gesto, el dinero no tiene la menor importancia; así sucede con Antony de tres
añitos, un pequeño encamado y al que visito con frecuencia para escribirle su
nombre o hacerle la bandera cubana”.
La
iniciativa que apenas da los primeros pasos ya corre de boca en boca causando
gran satisfacción en la población, medios locales y sobre todo entre los
ancianos.
“Yo creo que
es muy buena idea porque lo hacen de buena voluntad –comenta José Pérez Lemus
(El Galleguito) de 94 años– y aunque hay algunos que se ponen un poco majaderos
nos sentimos agradecidos. Además, que uno sea un viejo no es razón para verse
feo, siempre hay que estar presentable”.
Su gesto sensible y humano debe constituir ejemplo a seguir por las nuevas generaciones de pineros y cubanos en general y la vez que ratifica los valores de solidaridad y amor hacia los de la tercera edad, quienes a veces carecen de cariño y afectos.
Conmovida por tanta muestra de sinceros sentimientos me dirijo antes de irme a Reinaldo Suárez González de 82 años y otro de los beneficiados con el Programa de Atención al Adulto Mayor en Cuba, con quien coincido en que estos rostros jóvenes han llegado de manera maravillosa a motivarlos más; mientras, al corte de cada mechón intercambian tonadas, risas y alegrías para vivir.
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