Por
Sergio Rivero Carrasco
Imágenes de Archivo
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Nunca
la Isla dejó de ser cubana, solo que la intencionalidad norteamericana no se
hizo esperar y una vez que
Cuba fue ocupada, después de la Guerra Hispano-Cubana-Norteamericana, se abalanzaron
para hacer realidad el viejo propósito de quedarse con Isla de Pinos, lo cual
fue confirmado a principios de 1899, cuando
la Oficina Central de Tierras de la Secretaría del Interior de los EE.UU. lanzó
un mapa donde la isla de Pinos era parte
del territorio estadounidense.
Dos años
después, cuando aparece la ponderada Enmienda Platt, en su artículo VI expresa:
«Que la Isla de Pinos será omitida de los límites de Cuba propuestos por la
Constitución, dejándose para un futuro arreglo por Tratado la propiedad de la
misma». No hay nada más usurpado con total impunidad que el territorio pinero a
Cuba con el propósito de establecer aquí varias de sus bases con importancia
estratégica, como lo hicieron en Guantánamo.
Gonzalo de Quesada y Aróstegui |
La política
anexionista del imperio hizo múltiples intentos para anexar al territorio pinero a los
Estados Unidos, motivados por ese objetivo incentivaron el asentamiento de
colonos que tendrían como propósito apoderarse de las tierras y hacerlas
producir convirtiéndolo en una fuente segura de materias primas y productos
agrícolas, incentivaron el turismo y todo lo que pudiera ser bueno para
posicionarse.
Esos intentos
tuvieron un cabal enfrentamiento de los pineros liderados por el primer Alcalde
Juan Manuel Sánchez Amat, quien envió una carta al Presidente Don Tomás Estrada
Palma con poco más de 200 firmas en la que exponen la inconsistencia histórica
y jurídica de la decisión de dejar a este territorio fuera del ámbito nacional.
Esta batalla
soberana y auténticamente cubana se extendió por todo el país que duró 21 años.
Varios intentos de firmar la derogación de esa cláusula como en 1904 rubricaron el acuerdo Jonh Hay y Gonzalo
de Quesada, motivo por el cual este documento pasó a la historia con el nombre
de Tratado Hay-Quesada, y fue reconocido por el Senado cubano el 8 de junio de
1904.
La cruzada
para anexionar Isla de Pinos involucró a la prensa estadounidense y la cubana, y
sus publicaciones contribuyeron al aplazamiento de la ratificación del Tratado
Hay-Quesada, hecho que acrecentó la presión del movimiento obrero y estudiantil
cubano sobre el presidente Alfredo Zayas, quien en una hábil maniobra
diplomática en 1922, dio instrucciones precisas a su embajador en los EE.UU.,
Carlos Manuel de Céspedes y Quesada, para que reiniciara las gestiones de la
ratificación del Tratado, firmado en 1904.
Los pineros cansados
de la prórroga de las decisiones sobre el status de la Isla continuaron la
lucha y el 22 de noviembre de 1923 constituyeron la Columna de Defensa Nacional
en Isla de Pinos dirigida por Enrique Bayo Soto, Ramón Llorca Soto, Antonio
Vignier y Riera y Sergio Montané Soto, la cual quedó integrada por varias
asociaciones pineras.
El Doctor Osvaldo Valdés de la Paz , periodista
y pedagogo, se sumó a la lucha de la Columna de Defensa Nacional y desde el
Comité Pro Isla de Pinos emprendió viaje por todo el país impartiendo conferencias y sumando cubanos a la causa de
por Isla de Pinos Cubana, acción que duró hasta el 13 de marzo de 1925, momento
en que EE.UU. ratificó el Tratado Hay-Quesada.
A 92 años de
esa victoria de la cubanía y la independencia, el pueblo pinero cierra filas
para hacer de este territorio insular el más genuino baluarte de la independencia,
creación y arraigo.
Cada año,
como parte de las tradiciones incentivadas en la Isla, el pueblo se reúne frente
al otrora edificio de Correos en el hoy Boulevard de Nueva Gerona, para
rememorar el instante en un pinero salió corriendo y a viva voz repetía “¡Isla de Pinos Cubana!, ¡Isla de Pinos
Cubana!, ¡Isla de Pinos, Cubana!”.
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