Por Sergio I. Rivero Carrasco
Vivo en un país libre,
cual solamente puede ser libre,
en esta tierra, en este instante,
y soy feliz porque soy gigante…
Silvio Rodríguez
cual solamente puede ser libre,
en esta tierra, en este instante,
y soy feliz porque soy gigante…
Silvio Rodríguez
En Cuba vivimos felices, seguros, y construimos, palmo a palmo a pesar de la
bota del yanqui norteño, la Revolución más maravillosa que país alguno haya
conocido, bienhechora del hombre en toda su dimensión.
Años antes del triunfo revolucionario, cuando
parecía una indiscutible quimera, en el juicio
al que fueron sometidos los
asaltantes al cuartel Moncada de
Santiago de Cuba, el 26 de julio de 1953, el joven Fidel Castro, líder del Movimiento,
en su condición de acusado y abogado de profesión, realizó su alegato de
autodefensa conocido en la historia como La Historia me absolverá. Al exponer las causas por las que se
necesitaba realizar una revolución en Cuba, detalló con visión prospectiva los
seis temas principales, devenidos más
tarde, Programa de la Revolución en el poder. En sus primeras palabras Fidel,
con toda convicción aseveró: “Traigo en
el corazón las doctrinas del Maestro y en el pensamiento las nobles ideas de
todos los hombres que han defendido la libertad de los pueblos.”
Al analizarlas comprendemos que son
necesidades En su contenido afloran necesidades apremiantes del ser humano
además de una acción inaplazable de Cuba
para ser verdaderamente libre, como la Reforma Integral de la Enseñanza, la
salud pública para todos, la industrialización, la entrega de la tierra a los
campesinos, la vivienda, también el desarrollo turístico, la solidaridad con
América Latina y otras nacionalizaciones, sobre todo, el restablecimiento de la
justicia y la equidad social, devenida en sentido esencial de su propuesta.
Como nos acostumbró en todo su quehacer liderando
la Revolución, no necesitó guía ni escaleta; se dice que a viva voz le fluían
las ideas como salidas de un inagotable manantial, quedando para la historia el
testimonio de la periodista Martha Rojas, quien cubría ese histórico momento,
plasmó en sus notas: “El acusado Doctor Fidel Castro no ha hecho ni un alto
en su informe, a veces alza la voz, y él mismo se contiene, en instantes se
inclina sobre la mesita (que tiene de frente) y casi habla en secreto, a medida
que habla, improvisando siempre, hay más silencio en el recinto, no se escucha
ningún otro sonido más que su voz pausada, como si conversara con todos…” convirtiéndose
en una ratificación de que la verdad siempre se impone y silencia al
adversario.
Con la Revolución cubana se cumplen ciertas
reglas que superan las expectativas de
cualquier estudioso, porque por ser
auténtica y salida de las más profundas entrañas del pueblo, lo involucró en
todas sus etapas para que se convirtiera en protagonista de sus propias
realizaciones y enfrentara a las fuerzas negativas que comúnmente se le oponen
por su carácter radical y transformador.
A través del Marxismo aprendimos que lo nuevo
sustituye a lo viejo, utiliza de él lo positivo y lo transforma en función de
sus intereses para crecer. Ha sido hermoso vivir en estos 61 años de existencia
de un proceso revolucionario que haya transformado desde su raíz la economía,
la sociedad y el pensamiento; ubicado al ser humano en el centro de atención y
promueva el desarrollo de las fueras productivas estableciendo la propiedad
social sobre los medios fundamentales de producción, como la máxima del
socialismo, para cumplir las esencias de La Historia me Absolverá: Restablecer
la justicia y la equidad como atributo y contenido que aún perduran.
Todavía en las circunstancias muy adversas
que vive la humanidad amenazada con la política cada vez más agresiva y
desafiante del imperio norteamericano, el recrudecimiento e infinitas vueltas
de tuerca del bloqueo a Cuba sostenido por casi 60 años y la aplicación este
año del Título III de la Ley Helms Burton, que han motivado el incremento de la
persecución financiera, el impedimento del acceso del país a los combustibles y
la perversidad de la hostil política anticubana generada con el incondicional
apoyo de las más ácidas lacras de Miami, la Revolución sigue en pie,
transitando por buenos rieles y segura de su futuro con la contribución certera
del pueblo junto al Partido y el Gobierno, como garantes de la salud política,
económica y social del país.
No por gusto el Presidente cubano Miguel
Díaz-Canel en la recién concluida sesión ordinaria de la Asamblea Nacional del
Poder Popular transmitió la idea más clara, a lo cubano, que caracterizó el año
2019 en relación con las relaciones Estados Unidos Cuba: “Hay
todas las razones para festejar. En el año 61 de la Revolución, nos
tiraron a matar y estamos vivos. Vivos, celebrando y empeñados en seguir
ganando”.
Estamos despidiendo un año histórico que puso
a prueba la capacidad del Partido, el Gobierno y el pueblo para convertir los
reveses en Victoria, demostrando que una Revolución es siempre una lucha a
muerte entre el futuro y el pasado. Fidel como el gran líder y visionario del
futuro nos legó su más profundo pensamiento salido del razonamiento
transformador cuando expresaba que “la
Revolución ha sido como un sol, cuyos rayos alumbran un amanecer para la
Patria”.
Solo faltan horas para que la Patria viva su
nuevo amanecer de cara al 2020, y con la razón que me asiste como cubano
convencido de que hemos construido entre todos, con la continuidad y aporte de
varias generaciones la Revolución más colosal y humana de la historia, siento
el pecho ensanchado y el corazón palpitante con el deseo de entonar a los
cuatro vientos otra parte de los versos de la canción “Pequeña serenata diurna”
de Silvio Rodríguez, que inician este trabajo: “Soy feliz, soy sin duda
feliz/ y quiero que me perdonen,/por este día, los muertos de mi felicidad..”
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