Por Sergio I. Rivero Carrasco
Fue el 24 de febrero de 1895 con el Grito de Baire, que se produce una gran clarinada por la unidad y la independencia de Cuba, El conflicto estalló propagándose muy rápido por el país al llamado de José Martí a todas las fuerzas de la nación a cerrar filas contra el opresor español y a la vez dar continuidad a la lucha iniciada por Céspedes en La Demajagua el 10 de Octubre de 1868.
Martí había estudiado las causas del fracaso de la contienda del 68 y es precisamente cuando llega a la conclusión de que ese año 1895 en Cuba se gestaba una situación revolucionaria, expresada en la agudización de la contradicción principal colonia-metrópoli que llevaba al límite la coexistencia de ese sistema opresor colonial en el país, ya que la población cubana veía al Gobierno español como corrupto, ineficaz y represivo, además de que Cuba dependía casi enteramente del comercio con Estados Unidos y la depresión económica de este país redoblaba la miseria en la isla. Como parte de esa joven generación de cubanos, impregnada de los más altos valores y el pensamiento avanzado de la época deciden ponerle fin, continuando la lucha en la manigua redentora.
Ya
lo habían patentizado no solo con palabras, sino con acciones, estaban
decididos a no continuar siendo una posición española que no continuarían como
simples siervos de un rey europeo y los movía la voluntad de convertirse en un
país libre e independiente, que serían los ciudadanos de una nueva república,
de una nueva nación latinoamericana, lo cual constituye una lección de unidad, de esfuerzos compartidos en
la lucha contra la dominación española.
El
trabajo de Martí por fortalecer la unidad con la creación del Partido
Revolucionario Cubano, el alma de la nación, “con todos y para el bien de
todos” fue clave, porque existían muchas divergencias de cómo hacer la
independencia, y es cuando a pesar de no lograr el objetivo final de la
independencia por su muerte y la intromisión de Estados Unidos en la Guerra,
Martí renace, y va a ser recuperado por cada generación: Mella lo retomó y
también Fidel en 1953, precisamente en el centenario de su natalicio, cuando al
frente de un grupo de jóvenes revolucionarios, tomaron la segunda fortaleza
militar del país que fue el Cuartel Moncada, llevando como paradigma el
pensamiento independentista y emancipador del Apóstol, llevando a vías de hecho
la Revolución que vio el triunfo el 1ro. de enero de 1959.
En
estos tiempos también lo hemos retomado porque estamos seguros de que forma
parte de nosotros, porque el 24 de febrero no es solo un día del pasado
glorioso de la Patria, porque ese mismo día de 1956 se fundó el Directorio Revolucionario y exactamente
ese mismo día pero de 1958, a 63 años del inicio de la Guerra Necesaria, sale
al aire desde la Sierra Maestra la emisora Radio
Rebelde fundada por el Ché simbólicamente también en medio del combate
contra las fuerzas armadas de la dictadura de Fulgencio Batista,
Tampoco
es coincidencia, dado su simbolismo, que
la fecha del 24 de febrero haya sido seleccionada desde 1976 para la
constitución de la Asamblea Nacional del Poder Popular, como esencia y homenaje
a ese espíritu de forja de la Nación, de unidad e independencia que transmitió
Martí desde el reinicio de la Guerra en 1895. Ese es nuestro Parlamento, nacido
del ideal unitario e independentista fraguado en las tradiciones de luchas de
los cubanos, como espacio ideal para la defensa del pueblo y de enfrentamiento
a la dominación extranjera, fortalecido hoy con la Nueva Carta Magna
robustecida con las opiniones y puntos de vista del pueblo hacia el máximo
alcance, para lograr el país que necesitamos edificar, lo cual se convierte en
herencia viva de aquella Guerra iniciada por Martí la mañana invernal de aquel
domingo 24 de febrero de 1895.
La
clarinada mambisa llega hasta hoy, cuando el Grito de Baire continúa fomentando
el sentir de la nacionalidad y de un empeño mayor, la causa de la
emancipación; del clamor general de una insurrección con varias decenas de
alzamientos y de una ideología revolucionaria que el 24 de febrero de 1895
encendía definitivamente con la antorcha de la asombrosa pelea de un pueblo,
con todo derecho y justicia, por la redención nacional.
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