por Abel Prieto Jiménez
Presidente de la Casa de Las Américas Tomado del blog "El vuelo del gato"
Hoy la naturaleza inhumana del capitalismo y su versión más obscena, el
neoliberalismo, ha sido desnudada por el coronavirus. Su rostro satánico quedó
expuesto, sin máscaras ni afeites. Se han abierto grietas muy hondas en el
espejismo fabricado durante tantos años por la maquinaria de dominación
informativa y cultural
Cuando se acaban de cumplir diez años desde los atentados del 11 de septiembre y tres años desde la quiebra del banco Lehman Brothers ¿cuáles son las características del nuevo “sistema-mundo”? La norma actual son los seísmos. Seísmos climáticos, seísmos financieros y bursátiles, seísmos energéticos y alimentarios, seísmos comunicacionales y tecnológicos, seísmos sociales, seísmos geopolíticos como los que causan las insurrecciones de la “Primavera árabe”…
Hay una falta de visibilidad general. Acontecimientos imprevistos irrumpen con fuerza sin que nadie, o casi nadie, los vea venir. Si gobernar es prever, vivimos una evidente crisis de gobernanza. Los dirigentes actuales no consiguen prever nada. La política se revela impotente. El Estado que protegía a los ciudadanos ha dejado de existir. Hay una crisis de la democracia representativa: “No nos representan”, dicen con razón los “indignados”. La gente constata el derrumbe de la autoridad política y reclama que ésta vuelva a asumir su rol conductor de la sociedad por ser la única que dispone de la legitimidad democrática. Se insiste en la necesidad de que el poder político le ponga coto al poder económico y financiero. Otra constatación: una carencia de liderazgo político a escala internacional. Los líderes actuales no están a la altura de los desafios.
Se acabó la Cumbre y siguió el hambre. Claro está, ese resultado tácito era esperado tratándose precisamente de uno de los problemas más graves que cobra la vida a millones de seres humanos y depende de la voluntad de los ricos.
La cumbre de la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), que concluyó en Roma con la premisa de que una de cada seis personas pasa hambre y la cifra de desnutridos en el planeta supera los 1 000 millones de seres humanos. Nada ha podido hacer por ellos porque la crisis alimentaria solo podrá erradicarse cuando dejemos de oír los discursos vacíos e hipócritas de los poderosos y “a las palabras le sigan los hechos”, tal y como expresó el Director de la FAO Jacques Diouf, en la rueda de prensa con la que concluyó la cumbre.
Tiene que haber una gran voluntad política para que los gobiernos de los países más acaudalados aporten a la FAO el financiamiento anual necesario para poder solventar los gastos que acarrea la equiparación de oportunidades para el acceso a la alimentación y la evitación de la muerte por esta causa. A esta nube negativa que reinó en el cónclave, Ulises Rosales del Toro, Ministro de la Agricultura cubano, al intervenir ante el plenario la denominó como “vergüenza que debería sonrojar a los ricos del Norte” a la vez que expuso la voluntad del gobierno cubano de emprender acciones concretas para enrumbar la solución de esta problemática global.
El senegalés Director General de la FAO se había manifestado con pesimismo por no haber arribado a resultados tangibles si se tiene en cuenta que la solución que se reclama es para hoy, o pudo ser para ayer, si se tiene en cuenta el tiempo que lleva la organización y los países más desposeídos batallando por lograr algunos de los propósitos que los han llevado hasta aquí. El hambre no da tregua, cobra cada día y como él mismo precisó, “los pobres y hambrientos no pueden esperar”, sus estómagos están vacíos, agregaría yo.
Su Santidad, el Papa Benedicto XVI, al dirigirse por vez primera a los presentes allí., alertó acerca del peligro de que el hambre, por estar presente como una regularidad en una buena porción de la humanidad hasta hoy, llegue a ser vista como normal y “parte de la realidad de los países más pobres” ; al respecto sentenció que “no se puede continuar aceptando la opulencia y el derroche cuando la tragedia es tangible”.
Los que no saben mirar hacia el lado han olvidado que el hambre produce desajustes, agresividad, inconformidad y estimula estallidos sociales que cobran caro a los explotadores la cuota de sacrificio y oprobios a que han estado sometidos. La historia es elocuente y rica en ejemplos que pueden ilustrarlos.
Una demostración de la poca importancia que dieron al evento global contra el Hambre los máximos representantes de los países ricos, fue la casi total ausencia de mandatarios, con lo cual enviaron al mundo un mensaje calificado como “lamentable” ; aunque estamos convencidos de que una reunión como esta no puede resolver la hambruna mundial, sí debe promover acuerdos que contribuyan a mitigarla de forma progresiva con la voluntad política que ello exige, porque no podemos dar la espalda, por demás, al cambio climático con sus consecuentes efectos en estos asuntos que agravan el clima existente.
Quedó demostrada la incapacidad de la organización para hacer que los acuerdos se cumplan y se tracen políticas objetivas en bien de la humanidad toda. Es evidente que no es un problema de falta de recursos, sino de prioridades. Hay declaraciones, hay compromisos, hay indicaciones de acción, pero no se actúa.
Vale destacar el ejemplo de nuestro país y el conjunto del ALBA en la aplicación de políticas sociales encaminadas a equiparar las oportunidades y el acceso a la alimentación, la salud, la educación, la seguridad social de sus pueblos como principio ético y humano esencial de los gobiernos que además estimulan la cooperación en los diferentes sectores de la economía, la sociedad y la cultura.
En el caso de Cuba, un país por demás bloqueado por más de 50 años, el General de Ejército Raúl Castro Ruz desde el 2006 viene insistiendo en la necesidad de realizar acciones y programas coordinados para la producción de alimentos con la mirada puesta en los incrementos desmedidos y acelerados de los precios de los productos, considerándolo ya un problema de seguridad nacional.
En tal sentido se fortalece la agricultura urbana y sub-urbana, el Programa de Desarollo de las ganaderías avícola, porcina, vacuna, equina y de otras especies, la producción de granos con el programa popular e intensivo del arroz y el de granos, los cuales reportarán ventajas al no tener que comprar los productos de más valor en el mercado mundial.
¿Tendrán que pasar hambre los acaudalados alguna vez para que se den cuenta de la tragedia que vive la humanidad y ellos tienen en las manos la solución al producir dos veces y media la cantidad de alimentos que se consume en el planeta?
Puede abstraerse usted, que lee ahora este trabajo, y pensar que lleva varios días sin comer o con una mínima alimentación. Pasa por mercados abarrotados de productos que sacan sus ojos de las órbitas, pone sus jugos gástricos en acción, le estimula las glándulas salivales, se le incrementa un dolor punzante que le ataca la boca del estómago y cuando está a punto de..., introduce la mano en el bolsillo y de él nada saca.
Así, casi ahogado, como le sucede a los 1 000 millones de hambrientos del orbe, es cuando se convence de que la palabra HAMBRE se escribe con el estómago vacío.
Desde pequeño la abuela trataba de controlarnos con la amenaza perenne de un fantasma que desataría sus artimañas con el propósito de capturarnos. Algunos parece que al crecer, cuando oyen o aprecian por la TV las noticias que se expanden como espuma acerca de los efectos de la crisis global que enrolan al mundo entero, la asocian con aquellos fantasmas que nunca vimos y siempre pensamos que no podrían afectarnos.
Pero la crisis no es un fantasma, está ahí, es tangible y de forma progresiva incrementa sus consecuencias sobre la sociedad, la economía, el ecosistema y el desarrollo sostenible del planeta, sobre todo, en las poblaciones más pobres que llevan sobre sus espaldas el peso de las economías sin que ello se complemente con las formas de distribución preestablecidas.
Noticias que se expanden por estos días alertan: “Más de siete millones de desempleados en los últimos tres meses acumulan países europeos”; “Graduada norteamericana no encuentra trabajo en Estados Unidos”; “Informe de la FAO alerta acerca del crecimiento de hambrientos en el mundo”; “Miles de norteamericanos perdieron sus viviendas y ahora duermen en carpas de lona”… Todas son vistas con el prisma de la distancia, es decir, sucede allá en esos países.
Que esto ocurra y mantengamos un comportamiento ajeno a esas vivencias que desgarran al mundo, para nada puede ser fortuito; la verdad es que ningún cubano ha sido desalojado de su vivienda, se ha quedado sin comer por no poder comprar los alimentos de la canasta básica familiar o ha perdido su puesto de trabajo porque la fábrica o la escuela quebraron.
Todo lo contrario, se ha elevado el salario a los educadores, mejoraron los sistemas de pago por las producciones agropecuarias y el reclamo es a trabajar y producir más.
Pero la CRISIS, con mayúsculas, sí está ahí.
El presidenteRaúl Castro Ruz en sus últimas intervenciones públicas hizo un pormenorizado análisis de las circunstancias adversas en las que se está desenvolviendo la economía del país y los esfuerzos realizados para asegurar una vida digna a los cubanos, pero a la vez nos llamó a cumplir con los deberes que cada uno tiene como ciudadano, revolucionario y Comunista, integrante de este pueblo.
Caracterizó la crisis de los alimentos como un problema de Seguridad Nacional, por lo cual nos convocó a producirlos cultivando cada palmo de tierra ociosa, a ser eficientes, ahorrativos hasta el tuétano, a gastar solo lo imprescindible; en tal sentido dio prioridad a los combustibles y la energía eléctrica y a sustituir las importaciones y multiplicar las exportaciones.
Ratificó que no es posible gastar más de lo que se tiene, ni la familia ni la nación, a la vez declaró el combate abierto a las manifestaciones de corrupción, a la doble moral, al desvío de recursos del Estado y a mantener una conducta social y disciplina acordes con la educación y los valores sembrados por la Revolución, porque de ese modo estamos salvando la especie humana, hoy seriamente amenazada.
Entonces, podemos interiorizar bien ese sincero reclamo que se entrelaza con los conceptos expuestos por el Comandante en Jefe en varias de sus Reflexiones, de manera especial en la publicada el día 12 de agosto en la que expresó:“Algunos hablan de que la crisis económica es el fin del imperialismo; quizá habría que plantearse si no significa algo peor para nuestra especie.”
Por tanto, la lucha por la preservación de la especie humana y por la defensa de la Revolución, pasa por la comprensión de cuánto puede hacer cada pinero y cada cubano desde el centro de trabajo o la comunidad. En ello tiene que ver la calidad con que construyamos las viviendas, centros productivos y de servicios y con la optimización de los recursos y del tiempo. El barrio también cobra significación con la entrega de los desechos sólidos de papel, plástico, metales ferrosos y no ferrosos para el reciclaje, el aprovechamiento del espacio cultivable en los patios y el cuidado de los medios colectivos puestos a nuestra disposición.
Lo anterior no está distante del uso y cuidado del transporte y el pago por los bienes y servicios que se nos ofrecen. No puede el Estado seguir erogando divisas que puede utilizar en la compra de alimentos y otros medios, para destinarlos a la compra de teléfonos públicos u ómnibus que se deterioran por el maltrato, ni permitir la chapucería en el arreglo de un inmueble, el bache de una calle o que se reciba una obra sin concluir por “cumplir con el compromiso”.
Como ven, la crisis es tangible porque sentimos sus efectos y estamos llamados a enfrentarla con las armas que nos dan la responsabilidad, la laboriosidad y la solidaridad en la acepción más amplia.
Me gustaría finalizar haciéndole juego a este fantasma con el serio optimismo con que el Comandante en Jefe concluyó su última Reflexión: “A mi juicio, lo mejor siempre será tener una causa justa que defender y la esperanza de seguir adelante.”
Circulan noticias e informes de los organismos internacionales acerca de la hambruna en el planeta que le ponen los pelos de punta al más pinto de la paloma o al más indiferente ser humano que pueda existir, porque como tal, tenemos necesidades comunes y estamos amenazados a vivir en carne propia la desgracia de que padecen otros.
En un sitio enciclopédico oficial se expresa que “la sensación de hambre es algo natural, pero privarse de alimento durante mucho tiempo perjudica la salud mental y física. La privación de alimento induce a la somnolencia, atenúa las emociones e impide pensar con normalidad. El deseo de comer se hace prioritario y se diluyen los valores morales.
El hambre extrema puede tener un efecto deshumanizador que lleve al robo, al asesinato e incluso al canibalismo. A menudo el hambre va acompañada de enfermedades y epidemias, que tienen su origen en el estado de debilitamiento de los afectados.”
Si analizamos con detenimiento lo expresado anteriormente nos damos cuenta de que solo por esa causa la humanidad está amenazada con desaparecer o de provocarse irreparables conflictos con fatales consecuencias de todo tipo.
Cómo es posible entonces, que vivamos amenazados de morir por hambre ante los peligros y realidades que vive hoy la humanidad con la extrema pobreza, la crisis de los alimentos y la elevación desmedida de sus precios o simplemente la inacción y falta de voluntad política de una buena parte de los gobiernos para enfrentar esta realidad que puede hacer desaparecer a la especie.
Algunas estadísticas lo ilustran cuando decimos que hoy, casi 1 500 millones de personas en el mundo sufren de hambre y desnutrición, una cantidad cerca de 200 veces mayor que el número de personas que efectivamente mueren por esas causas al año y no pueden obtener alimentos suficientes para satisfacer siquiera sus necesidades energéticas mínimas.
También se anuncia que unos 200 millones de niños menores de cinco años padecen síntomas de malnutrición aguda o crónica, cifra que aumenta en los períodos de escasez estacional de alimentos y en épocas de hambre y desórdenes sociales.
Según algunas apreciaciones, la malnutrición es un factor importante entre los que determinan, cada año, la muerte de unos 13 millones de niños menores de cinco años por enfermedades e infecciones evitables, como sarampión, diarrea, malaria, neumonía y en algunos casos combinaciones de las mismas.
En un reciente informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), se ha expresado que solo en América Latina y el Caribe unos 53 millones de personas retornarán a los mismos niveles de sub-nutrición que existía en los años 90 del siglo XX, motivado por las consecuencias que generan la combinación de la crisis de los alimentos con la financiera mundial, lo que aumentóla vulnerabilidad de la alimentación en esta área geográfica.
Si tenemos en cuenta que el 24 de agosto de 2006, se celebró la Cumbre Mundial Contra el Hambre liderada por los gobiernos de Brasil, Chile, España y Francia en la que mandatarios de 113 países, entre ellos Cuba, firmaron una declaración contra el hambre en el mundo, debía existir un mayor consenso internacional y hemisférico con acciones concretas a favor de los menos aventajados económicamente y no literales como ha ocurrido en todos los foros en que los mandatarios de las grandes potencias se pronuncian por ello, pero no se ve resultado alguno.
En el caso de Cuba, según ha referido Sergio Rodríguez Morales, director del Instituto Nacional de Investigaciones de Viandas Tropicales (INIVIT), el país está en condiciones paliar los efectos de la crisis global del capitalismo, incluyendo la producción de alimentos, a partir de diseñar una estrategia en la producción agrícola que conlleve a la soberanía alimentaria cubana, ya que en el mundo un mínimo de 10 empresas controlan el 89 por ciento del mercado global de semillas y agrotóxicos.
También debemos tener en cuenta la existencia en el país de un potencial científico estimulado y creado por la Revolución que no puede ser despreciado, el cual trabajará en función de la optimización en el uso de los recursos, evitar la depresión de los suelos y alcanzar los rendimientos adecuados que conduzcan a elevar las producciones y poner a producir las tierras ociosas existentes hoy, dando respuesta al llamado el Presidente cubano Raúl Castro Ruz en sus últimas intervenciones, al declarar la producción de alimentos como un problema de Seguridad Nacional que debe ser atendido y resuelto con la mayor prioridad y celeridad.
Por otra parte, el Estado cubano ante la elevación desmedida de los precios de los productos alimenticios, ha erogado millones de dólares para asegurar el financiamiento de los alimentos básicos, lo que ha provocado la necesidad de realizar ajustes en el presupuesto demostrando una vez más su voluntad política para proteger al pueblo, ante la amenaza real de la hambruna como consecuencia de la crisis global del sistema capitalista.
Este ejemplo de Cuba y de los países del Alba, que han adoptado medidas proteccionistas ante este fenómeno, debe ser seguido por otros gobiernos que con más recursos hacen meno y los malgastan en la desenfrenada carrera armamentista, contrario a como debiera ocurrir. El problema es que la crisis está ahí, y la hambruna, como plaga del Siglo XXI, constituirá una amenaza perenne para todos.