“Comienza, que no tenemos mucho tiempo”,
le ordenaron después de darle un bisturí. “Puse mi mano izquierda sobre
su pecho y comencé a cortar. (…) La sangre brotó”.
“Desde que empecé a cortar se puso a
gritar pidiéndonos que no lo destrocemos, que no lo matemos, y luego
perdió conocimiento. No sé si se desmayó o estaba ya muerto, pues yo no
era el mismo”.
“Me dijeron
que hiciera otro corte horizontal abajo. (…) El tercer corte había que
hacerlo arriba, pero tuvo que hacerlo el médico porque vio que mi mano
temblaba y que yo estaba como loco”. Se produjo una disputa entre los
médicos, pues uno había olvidado unas “tijeras para cortar las
costillas”. Él propuso usar su bayoneta y guiado por uno de los médicos,
cortó las costillas de la víctima. Uno de los médicos ”metió las manos
en el cuerpo, tiró y abrió”, ”cortamos las arterias”, “cuando tomé el
corazón, latía todavía”.