Cuando en 1989 comenzó el desmerengamiento del campo socialista y los países de Europa del este comenzaron a declinar las banderas del Socialismo entregando al enemigo la historia, la vida y las conquistas de sus pueblos, llevados por cantos de sirena de una sobredimensionada y mentirosa economía de mercado; Fidel, con su radiográfica visión del futuro, pudo decirnos el 26 de Julio de ese año, en su discurso por la conmemoración del XXXVI Aniversario de ese hecho en Camagüey, que: “Hay dificultades en el movimiento revolucionario mundial; hay dificultades en el movimiento socialista. Ni siquiera podemos decir con seguridad que los suministros del campo socialista, que con la puntualidad de un reloj han estado llegando a nuestro país durante casi 30 años, sigan llegando con esa seguridad y con esa puntualidad de reloj.
“¡Cuba y la Revolución Cubana resistirían! Lo digo, y lo digo con calma, con serenidad y con toda la sangre fría del mundo. Es hora de hablarles claro a los imperialistas y es hora de hablarle claro a todo el mundo. Nosotros no bromeamos”.
Pero en ese mismo discurso precisó qué es lo que teníamos que hacer para preservar esta sociedad que tanto había hecho por el bienestar y la equiparación de las oportunidades de cada cubano y en ese sentido expresó:
“El socialismo es la ciencia de llevar al pueblo al desarrollo del país, llevar a las masas a su participación directa en el desarrollo de la patria, ganar las masas para esa gran causa; el socialismo es la ciencia de crear, preservar y desarrollar el más amplio vínculo, el más profundo vinculo del Partido con las masas; el socialismo es la ciencia de dirigir con métodos correctos; el socialismo es la ciencia del ejemplo. Con relación a esto hemos visto cosas muy importantes en estos días”.
El día a día de los cubanos pasa por el sacrificio y la honra de ser socialistas en un mundo que se disputa cada átomo de felicidad del hombre para convertirla en dinero, en ganancias, en beneficio personal, incluso en contra del poder de los Estados. En un mundo en que el ser humano llega a tener menos que un perro y lo incitan a ser fiera para subsistir.
Si a lo expresado anteriormente usted le suma más de 48 años de bloqueo genocida, de ataques indiscriminados a la economía, a la vida y a la estabilidad del pueblo cubano, a los dictámenes de la Ley Torricelli, de la Helms Burton, del Plan Bush de 2004 con su actualización en julio de 2006 más los 20 millones que se incrementarían cada año para estimular la contrarrevolución en Cuba y lograr el “tránsito hacia la democracia”, que sería lo mismo que entregar el corazón y la vida, entonces, las cosas que divulgan sin tino por cualquier agencia internacional sobre nuestro país, sería diferente.
Cualquier extranjero que se asome a nuestra casa podrá evaluar cuánto hemos avanzado en estos años de duro bregar, cuánto más podemos alcanzar cumpliendo a cabalidad con el legado de Fidel sobre el papel del hombre en el socialismo, pero cuánto hemos hecho para que el día a día sea nuestro mayor orgullo, la mayor realización y el acto más genuino de la resistencia de un pueblo que se niega a entregar sus banderas.