Para morir de hambre no hace falta tener rostro en este mundo. Cualquiera que hoy haya ingerido un bocado de comida, mañana puede no tenerlo y así repetir el ciclo hasta fallecer por desnutrición.
En un reciente cable divulgado por Nitimex, Olivier De Schutter, relator especial de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en el tema del derecho a la alimentación, informó que cada seis segundos muere un niño por hambre en cualquier parte del globo terráqueo. Esos niños, a la luz de la información por los grandes medios, no tienen rostro, puede ser cualquiera.
También precisó que existen unas 1 000 millones de personas hambrientas en el planeta, la mayoría de ellas mujeres y niños, y que la dimensión de la crisis alimentaria global lejos de haber disminuido este año, se incrementa considerablemente.
Han sido y serán los pobres y desposeídos los más afectados por la crisis que enajena los precios y los eleva hasta niveles insospechados en los que hasta los propios ricos les cuesta trabajo mantener la alimentación de sus familias de forma estable y balanceada.
Nuestro país también se sacude con esta problemática teniendo que erogar el pasado año más de 200 000 millones de dólares para la adquisición de los alimentos de primera necesidad y de este modo, asegurar la distribución equitativa a cada cubano, al menos de la canasta básica familiar garante de una cifra de productos variados contentivos de una dieta balanceada en carbohidratos, proteínas, grasas y vitaminas, a la que todos los cubanos tienen acceso.
Esta voluntad política del Partido y del Gobierno cubano hace que a pesar de los grandes descalabros universales provocados por esta crisis combinada e integral del sistema capitalista, en la que se conjugan la crisis financiera con la de los alimentos y el calentamiento global, se pueda asegurar una salud estable con resultados universalmente reconocidos, la educación integral y también gratuita del pueblo que nos hace fuertes en los recursos humanos, hasta el punto de convertirse en un medio de ingresos al país.
Se necesitan acciones conjuntas de los gobiernos más ricos y voluntad política de los demás para luchar en serio por eliminar un grupo de causas del hambre mundial, como las marginaciones, la pobreza, falta de tierra para cultivar alimentos con rendimientos aceptables y de empleos decentes. También se deberá luchar en el plano internacional por alcanzar un sistema de comercio internacional más justo porque el actual ha disminuido considerablemente las inversiones en proyectos agrícolas.
Se necesita rediseñar el comercio internacional con el propósito de impulsar el crecimiento económico, así como evaluar el potencial de diferentes modelos de desarrollo agrícola orientados a alimentar a las poblaciones más vulnerables.
El hambre no tiene rostro, pero los que tienen que rediseñar acciones y políticas más justas para aminorar la brecha existente entre ricos y pobres, sí tienen rostro, nombre, ubicación geográfica… Les falta el interés y la voluntad.