Momento en el Raúl Castro dejaba fundado el EJT por la unión de las dos fuerzas: la Columna Juvenil del Centenario y las divisiones de infantería |
Por Sergio Rivero Carrasco
Contaba solo con 16 años cuando al realizar mi primera
práctica docente en el segundo año de mi carrera para profesor de Literatura e
Historia en el Instituto Pedagógico Enrique José Varona adjunto a la
Universidad de la Habana, fui testigo de la celebración en la ciudad de Ciego
de Ávila en 1969,de los festejos por el recibimiento del “Cañón del Centenario”,
máximo galardón que otorgaba La otrora Columna Juvenil del Centenario al
territorio que mejores resultados obtuviera en un período determinado.
Una gran fiesta de pueblo a la que no estuvieron ajenos
sus protagonistas, jóvenes todos, alegres, dispuestos, consagrados y
productivos que emprendían sus labores
en la zafra azucarera básicamente. Ese hecho quedó marcado en mi memoria y todo
lo que él generó en el ámbito territorial.
Hoy, cuando se cumplen 40 años de la fundación del
Ejército Juvenil del Trabajo, fruto de la unión de la pionera Columna Juvenil
del Centenario con las divisiones de infantería permanente el 3 de agosto de
1973 en Camagüey por el Ministro de las FAR en esa época hoy Primer Secretario
del Comité Central del Partido y Presidente cubano, el General de Ejército Raúl
Castro Ruz, siento que esa fuerza productiva-defensiva ha logrado un
indiscutible protagonismo en la historia juvenil cubana, dedicando sus primeros
20 años a apoyar la labor productiva y a partir de 1993 asumió el proceso de dirección
administrativa-productiva de las granjas con una mayor responsabilidad
institucional.
Fragua de tenaces jóvenes, con presencia territorial en
todas las provincias del país, encontramos a miles de personas que en sus años de juventud, sirvieron a la Patria en
este ejército creador de virtudes y valores que después han sido transmitidos a
las nuevas generaciones, incluyendo a sus propios hijos.
Como bien se señala en un artículo publicado en el sitio
web de la defensa dedicada al EJT:
“En
todas ha primado el espíritu de consagración de sus miembros para lograr
resultados eficientes en el trabajo, manteniendo relaciones directas con los
Organismos de la Administración Central del Estado que atienden estas esferas.
Particular atención requirió la incorporación de las fuerzas del EJT en el Plan
Turquino, lo cual contribuyó al desarrollo económico, político, social y cultural
de las zonas montañosas”.
Hoy me acuerdo de Reinaldo, Armando, Romárico, Ezequiel,
Raúl y hasta del inquieto Román, mis alumnos del politécnico Ciudad de la Juventud,
perteneciente a esa fuerza que entonces se dedicaba al cítrico, que sin saberlo
se convirtieron en pioneros del actual Ejército Juvenil del Trabajo.
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