Ellos se amam |
Culminado el suculento almuerzo de esta tarde dominical, justo debajo de nuestra mesa como reservando la privacidad, observamos el intercambio de caricias entre Mini y Lolo, gatica siemesa y perro sato criados desde pocos días de nacidos en nuestra casa.
Ellos han crecido asimilando lo mejor de cada especie. Lolo se torna delicado y con un gran sentido de pertenencia hacia mi nietecita Mariana y a todos nosotros. Mini, por su parte, ha asimilado con creces las costumbres caninas de devorar huesos; pero ambos se adoran y se aportan a veces el cariño que no podemos tributarles por el ajetreo de la vida.
Él, caballeroso, permite en cada jornada de alimentación que Mini deguste primero y él despues. Ninguno asalta el espacio del otro, solo cuando ella se torna celosa.... Le da varios maullazos y entonces, él entra en cintura.
Lolo recorría hace unos años una parte de la ciudad acompañando a Marianita hasta el círculo infantil y a Anita hasta su centro de trabajo. Después, en la tarde, esperaba a mi nuera frente al centro para acompañarla a recoger la niña en el círculo y regresar a la casa. Esa ceremonia se repetía uno y otro día de la semana. Ahora lo hace hasta la escuela y él se convierte en parte del matutino. Nada, cosas de perros y niños.
A Marianita le han regalado un perrito de solo un mes de nacido. Lolito, ya sabe que tiene un contrincante en su espacio y ha tomado sus medidas: Decidió de una vez y por todas abandonar la casa de los bajos, donde dormía para trasladarse a vivir en los altos. No ha entrado más a la terraza que era su espacio fijo para el descanso.
Mis amigos, estamos en presencia de unos animalitos excepcionales, de acercamientos afectivos que a veces no apreciamos por la dinámica en que vivimos, pero que no dejan de darnos lecciones de cuánto más podemos hacer por nosotros mismos y por ellos también.
Los dejo con otras imágenes de la cremonia vespertina.
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