La necesidad de una prensa que ponga por delante en su
trabajo siempre la pasión por la verdad, como dice el lema del noveno
Congreso de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC), fue uno de los
reclamos más acentuados de los miembros del sector, reunidos sábado y
domingo en el capitalino Palacio de Convenciones.
Intervenciones especiales como las de Rosa Miriam Elizalde o Raúl
Garcés, dieron paso a un debate que tuvo como eje central a la prensa
como sistema, y las aspiraciones y escenarios en los cuales se
desenvuelve actualmente. En ese sentido, la periodista Rosa Miriam
Elizalde, explicó cómo factores entre los cuales se encuentran las
complejidades materiales en las que se desenvuelve la labor
periodística, así como las excesivas regulaciones externas a los medios
influyen en la desprofesionalización del sector, así como en el no
abordaje de temas sustanciales y críticos para la sociedad cubana.
Existen problemas muy complejos acumulados por mucho tiempo, y entre
todos debemos encontrar las respuestas, señaló el colega Raúl Garcés,
quien ratificó la importancia de trabajar a la vez en el ámbito de la
realidad y las percepciones sobre la sociedad cubana actual y los
cambios que en ella están ocurriendo.
Muchas veces somos capaces de mirar a lo lejos y no a lo cerca,
explicó, y por ello en algunas ocasiones hacemos un eufemismo de lo
foráneo mientras hablamos de un paraíso doméstico, acotó. En una
sociedad que tiene cada vez una mirada más aguda, más culta e
instruida, las regulaciones externas a la prensa que impiden cumplir
con su rol de situar temas al debate público y buscar consensos entre
todos, nos hace ser como periodistas cada día menos creíbles, y esa
situación no solo complica el accionar de la prensa, sino también la
credibilidad del Estado, del Gobierno, de las autoridades, de la propia
Revolución, reafirmó.
Por su parte, el periodista radial de Villa Clara, Abel Falcón,
expresó su convicción de que solo será fértil una resolución sobre el
carácter de la prensa, si cambia el pensamiento y la actuación de todos
los decisores en los procesos de comunicación, pues por momentos
parece que hay más secreto que nunca después de un Congreso del Partido
y de una Conferencia Nacional del Partido que se pronunció en contra
de ello.
Es importante, añadió, que la prensa logre jerarquizar los temas de
la sociedad cubana porque lo que no hacemos nosotros otros lo harán y
no con buenas intenciones. «Una prensa transparente refuerza la
transparencia del Estado», añadió.
Igualmente, Yosvany Albelo, de la televisión matancera, llamó a
crear ambientes creativos de trabajo, a que las direcciones de los
medios se organicen adecuadamente, así como a cambios en las políticas
editoriales, la demasiada verticalidad y el esperar por las
orientaciones de arriba para abordar un tema o definir una cobertura.
Ana Teresa Badía, reportera radial, señaló que el contexto en el que
se desenvuelve la prensa cubana es muy diferente, ya que el mundo ha
cambiado mucho desde que en 1996 Gabriel García Márquez dijera que el
periodismo es el mejor oficio del mundo. A contraposición, citó un
estudio que afirma que el oficio periodístico está considerado
mundialmente como uno de los «peores» incluso por debajo de labores
como las del leñador, militar, los trabajadores de una plataforma de
petróleo.
Las razones a nivel mundial para ello, explicó, son la retribución
salarial, el stress, la amplia jornada laboral sin horarios fijos, por
lo cual lo que estamos discutiendo actualmente en Cuba sobre la labor
periodística no se aleja de la problemática mundial, expresó.
Hay que transformar el sistema de prensa en Cuba como garantía de
lealtad al ciudadano común que cada día necesita más explicaciones,
dijo, y añadió que el periodismo cubano tiene que denunciar y exigir
responsabilidades, ponderar la crítica, la que lleva al mejoramiento
del entorno, y seguir corrigiendo el rumbo para perfeccionar el papel
de los medios como productos y reproductores de ideología.
La definición de nuestra agenda no es una fiesta colectiva, sino que
muchas veces está hecha por actores extramediáticos, por unos cuantos
jefes encerrados en una oficina, y por ello en no pocas ocasiones las
buenas noticias se quedan en notas oficiales que opacan la posibilidad
de la prensa, del reportero, en el lugar de los hechos.
La credibilidad, continuó, solo la lograremos si la prensa se parece
cada vez más a la gente, con multiplicidad de fuentes periodísticas y
de géneros. Y no solo precisamos una ley de prensa, sino cambiar
manuales de redacción que pertenecen a épocas pasadas, pues la
inmovilidad comunicacional provoca la exclusión por parte de las
audiencias.
Nuestro periodismo tiene que contar historias, se hace necesaria la
participación ciudadana, no solo en cartas y correos a los medios, sino
ubicar a la ciudadanía como centro de la gestión mediática a la altura
de los nuevos tiempos, puntualizó.
A su vez, Omar George, llamó a facilitar que la prensa cubana
acompañe de manera más eficiente la lucha contra la corrupción, y a su
vez a divulgar los hechos que pueden coadyuvar a la prevención de estos
fenómenos.
No solo se precisan medidas judiciales o administrativas, hay que
apelar más a la participación popular, a reflejarlos públicamente, y no
esperar a enterarse de los casos de corrupción porque pasan de memoria
en memoria, lo cual irrita y ofende.
En ese sentido, Enrique Ojito, del periódico Escambray, fue medular
cuando llamó a que los periodistas cubanos se desprendan
definitivamente de la condición de divulgadores, de repetidores de los
intereses comunicativos de instituciones y organismos, y ubiquen los
intereses informativos que precisa el pueblo como la brújula
fundamental que guíe su trabajo.
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