Por Sergio Rivero Carrasco
Cada año la UNEAC de la Isla de la Juventud se prepara para
agasajar a los artistas que en el transcurso de sus vidas dejaron una impronta
en este territorio insular y aunque el tiempo ha pasado y muchos eran muy
jóvenes, el reencuentro con los amigos, el encuentro no planificado con
personas guardadas en sus pechos aunque por muchos años no se hayan comunicado,
o simplemente el recuerdo más sencillo y agradecido por intercambiar miradas,
sentir que en el fondo de sus pupilas todavía late el sentimiento que antaño
vibró.
Hoy esas iluminaciones del espíritu se dieron cita en la
sala polivalente de la UNEAC en Nueva Gerona cuando el cantaautor Alberto Tosca, el viejo
radialista Mazorra, Víctor Cordero, que parecía pintar con sus “chorongos” y el escritor Jorge Ángel
Hernández, intercambiaron con la prensa en presencia de los amigos de todos los
tiempos que se acercaron allí para admirarlos, dejando inaugurado así este evento anual que une voluntades y alimenta el espíritu.
Ante las expectativas de los periodistas, como es natural, a
unos les fluye el verbo, otros devienen en manojo de nervios o se les atraganta
el nudo de la garganta y de pronto, no saben qué decir… El amor se impuso, los
nervios se calmaron, el nudo ocupó su lugar y fue cuando cada cual hizo un
pedacito de historia, esa que por estos días estará a oñídos de todos y los más
jóvenes conocerán a través de sus historia un poco de la Isla que no vivieron,
de los que como Mazorra vino en 1966 y se quedó por muchos años como director
de la emisora local La voz de Isla de Pinos, devenida en Radio Isla de Pinos
hasta que definitivamente adoptó su nombre actual: Radio Caribe.
Por el compositor e intérprete Alberto Tosca el auditorio se
hizo cómplice de hasta sentimientos personales: “Llegamos aquí ´La Negra´
(Xiomara Laugart) y yo sin equipaje; yo con la ropa que tenía puesta y ella
apenas con prendas íntimas cumpliendo una encomienda del Comité Nacional de la
UJC, trabajamos mucho en el cítrico, le cantamos a los jóvenes, ocupamos
espacios en las actividades y programaciones culturales. Fue un sitio de amor y
cosecha, aquí compuse nueve canciones, devenidas en 12 (al recordarle Fonseca
que compuso dos canciones para la puesta en escena de El compás de madera y una
que recién concluyó.
Víctor Cordero tuvo frases cariñosas para esta obra que los
más de 20 año lo cobijó. Aquí se formó como artista, dejó su impronta como
profesor en la Academia de Artes Plásticas Wifredo Lam y cultivó muchos amigos
y colegas de las artes plásticas. Hoy sigue pintando que es su pasión, cultiva
la misma línea de las imágenes estilizadas de los años 50, pero con técnicas
más depuradas y un acabado superior. Claro, precisa que no le gusta hablar de
sí mismo ni de su obra, solo la presenta
para que el público la disfrute.
Jorge Ángel Hernández llegó un poco después, cuando se
debatían los años 80 y la emisora local Radio Caribe cobijó su obra y en ella
se entregó como artista y escritor. Reveló que está haciendo una novela en tres planos, uno de ellos se desarrolla en la Isla en los años 80, pero
que al llegar aquí, aprecia que ya la Isla no es la misma, muchas cosas han cambiado;
Ahora se encuentra ante una disyuntiva: “¿De
qué Isla voy a hablar?”.
Así transcurrió la mañana, llena de expectativas y con
muchas añoranza. Recibieron incontables muestras de amor; el recuerdo de los que ya
no están y los que vendrán a encontrarse dejaron la impronta para nuevos encuentros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario