Por Sergio Rivero Carrasco
Sin duda alguna, desde el día 22 en la Isla de la Juventud se respiran aires de fiesta, alegría, satisfacción espiritual y profesional, y es que llegó la 24 feria Internacional del Libro y la Literatura con su imaginario de papel, soportes magnéticos, o la viva voz de excritores y presentadores. Llegó también la celebración de los infantes , los que han puesto en jaque a padres y familiares y se debaten entre los múltiples títulos que más les agradan para satisfacer la sed de lectura, de instrucción y de ocupar el tiempo libre.
Palmas para los organizadores, los que sin muchas pretensiones, han logrado espacios agradables, programas bien diseñadosn para las presentaciones y las acciones colaterales con escritores y artistas, integrantes del movimiento de aficionados y de las Casas de Cultura.
Lo que ha acontecido aquí ha sido un verdadero jolgorio, cada cual ha hecho lo posible para que sea exitosa y el pueblo disfrute de un evento anual esperado que los mantiene un año tras las hojas llenas de conocimiento, anécdotas, leyendas o conocimientos para crecer, porque eso es la Feria, un un festín para el espíritu.
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