Por:
Johana Tablada
No habrá monumentos, ni esculturas, ni avenidas, ni plazas que lleven su nombre pero no habrá Cuba sin Fidel y eso lo sabemos todos. Hay una obra imborrable que marcó un antes y un después en la historia de Cuba, de América Latina y en la historia universal y que aún despierta admiración por la rara coherencia entre el noble sueño de una generación y su legado. El que revise hoy las prioridades del proyecto de presupuesto que aprobó el parlamento cubano en diciembre del 2016 comprenderá.