En una intervención corajuda, el Canciller cubano Bruno Rodríguez Parrilla, ante la evidente y descarada maniobra realizada ante la vista de todos los presentes expresó: "ha quedado claro que no hay consenso para aceptar el documento, he escuchado con paciencia y serenidad" declaraciones hipócritas; Varios países calificaron ese proceder de Naciones Unidas de irrespetuoso.
Con calificativos muy serios y cuestionadotes el presidente venezolano Hugo Chávez calificó la intervención del mandatario norteamericano Barak Obama quien llegó a la Cop 15 con las valijas vacías, a tal punto que ni las llevó. Su asiento no se calentó y después de su intervención desapareció dejando la pista caliente precisamente por no dar ni decir dónde hay.
El susodicho jefe del Estado más rico y poderoso del planeta fue capaz de expresar aquí que va a aportar 10 000 millones de dólares al año, una cifra irrisoria, que al decir de Chávez “es algo así como un chiste lo que ha expresado el Presidente de Estados Unidos”.
No perdamos de vista que el gasto militar de Estados Unidos es de 700 000 millones de dólares anuales; si se propusieran bajar el gasto militar al menos a la mitad o un poquito más, podrían aportar todo lo que rebajen sin asignar ni un centavo adicional a los gastos que tienen hoy.
Tengamos bien en cuenta que esa potencia intoxicadora es el gran contaminante del planeta y uno de los dos que no ha firmado el Protocolo de Kioto al que el presidente Chavez enjuició ante el plenario :”¡He ahí el gran culpable!, debería asumirlo con dignidad. Sabemos que no lo va a asumir en verdad este gobierno de Estados Unidos, porque no es sino la continuación del gobierno anterior. Obama quedará ante la historia como una de las más grandes frustraciones para mucha gente que creyó en él en Estados Unidos y en otras partes del mundo; ahí está demostrándolo, una gran frustración.”
La verdadera lección en ese cónclave la dieron los pueblos del mundo y los representantes de los gobiernos dignos, que son en definitiva los que están llamados a realizar acciones conjuntas para impulsar soluciones objetivas y verdaderas.
Copenhague fue un trampolín. De ningún modo existe frustración aunque haya reinado la trampa y la ignominia descarada de los ricos al redactar de forma amañada esa resolución denigrante, sí denigrante porque no recoge el sentir de la mayoría y sí justifica la inacción de los poderosos.
Fue un trampolín para que los pueblos redoblen sus acciones contra los gobiernos inactivos e indiferentes como el norteamericano, que al decir de un grupo de mandatarios, fue allí a actuar y “hacer mutis”… y enfrenten al sistema capitalista tal como es, el camino a la destrucción del planeta.
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