Texto y foto: Sergio I. Rivero Carrasco
“Los niños siempre conquistan
el corazón de los pueblos”.
José Martí
el corazón de los pueblos”.
José Martí
Como hoy es un
día de fiesta universal, hagamos un alto a las complicaciones cotidianas y para
hacerle honor, pongámonos a soñar…
Cerremos los
ojos e imaginemos que somos niñas y
niños muy pequeños con la suerte de tener unos padres ejemplares, de esos que
se desviven porque nos sintamos bien; siempre presentes en cada una de nuestras
realizaciones y dificultades… El consejo oportuno, el llamado adecuado, el
respeto a nuestra dignidad como niños y seres humanos.
Supongamos que
somos los infantes que también aprendimos a respetar a nuestros semejantes, a
las personas mayores, a ser caritativos y solidarios, amorosos y diligentes.
Cada día en la escuela, sin dejar de ser
niños y formabamos las lógicas algarabías durante el juego, tratábamos de no
irnos a las manos porque era una indisciplina, y sobre todo, éramos amigos.
Sentados unos
frente a los otros intercambiamos contándonos hermosas historias de vida, lo
que han significado los padres, abuelos y tíos, sobre todo, los hermanos,
primos y amigos creciendo en generaciones similares y bebiendo de las
experiencias que cada cual ha podido acumular.
Tengamos en
cuenta que cuando los de mi generación apenas cumplíamos los cinco o seis años,
triunfó la Revolución. Recordemos cómo
vimos a nuestros padres sonreír sin límite, saltar de alegría, abrazarse entre
vecinos y cuando los barbudos pasaron en sus tanques y camiones por la
carretera central, todo el pueblo estaba allí clamando a Fidel. Nuestras madres
emperifolladas, vestidas con saya negra y blusa roja, como la bandera del 26 de
julio que alguno de nosotros pudo haber visto escondida en el trasfondo del
escaparate antiguo de la casa.
Ellos nos
aseguraron que a partir de ese momento todo iba a ser diferente. ¡Y fue
diferente!
Crecimos en un
pueblo en Revolución, fuimos protagonistas de las transformaciones y
proyecciones con la grey infantil. Una Revolución martiana y fidelista que puso
a los niños y jóvenes en el centro de su razón de ser. Siempre fuimos los más
importantes por transformar aquel presente y asegurar el futuro. Tuvimos como
hoy, una salud y educación gratuita y obligatoria con garantía de llegar a ser
obreros calificados, técnicos o profesionales según cada cual fuera capaz de
aprovechar las oportunidades.
Esa condición de
niños y pioneros de corazón, determinó que desde hace 60 años cada generación haya
conquistado el corazón de este heroico y enaltecido pueblo, como bien predijo
nuestro Martí, quién además sentenció que “Los
niños son los que saben querer; los niños son la esperanza del mundo”, por
tanto siempre fuimos importantes.
En este
hechizado viaje hemos sentido las más grandes y contrastadas emociones, porque
si bien muchos tuvieron similares experiencias a las nuestras con una infancia
feliz en nuestro país, otros no. En muchos lugares en el mundo los niños antes,
y todavía se someten a las más crueles
vejaciones, abusos, al hambre y mueren por desahucio o enfermedades curables, mientras
que el Estado no se siente responsable
de ellos.
Al inicio decía
que es un día de fiesta universal porque se celebra hoy el Día Internacional de
la Infancia, declarado por la Organización de Naciones Unidas en
1956, con la recomendación de que se instituyera en todos los países para
reconocer a los infantes y consagrar la fraternidad y comprensión entre los
niños y las niñas de todo el mundo.
Sintamos, con el
corazón enaltecido, el orgullo de contar en nuestro país con una infancia
segura y feliz, que desde hace varios días han recibido el homenaje y
reconocimiento de maestros, padres, familiares y vecinos; Muchas instituciones
planifican acciones festivas, venta de golosinas y confituras, se engalanan los
centros y áreas del Bulevard para las actividades recreativas y deportivas…,
mientras nosotros, bien despiertos ya, continuaremos entregando nuestras vidas
si fuera necesario, para que nuestros niños vivan felices, con una eterna
sonrisa.
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