Por Sergio I. Rivero Carrasco
Durante la década de los años 80 del siglo
pasado, mientras laboraba en el Comité Municipal del Partido, tuve el inmenso
privilegio de conocer de cerca al pinero insigne y fiel compañero de luchas de
Fidel, Jesús Montané Oropesa que no cesaba de
crear e impulsar acciones para el desarrollo de la Isla de la Juventud.
Largas jornadas estuvo bien cerca de los
primeros secretarios del Partido Arturo Lince, Armando Manresa, y Roberto
González o los Presidentes de Gobierno Roberto Ogando, Jorge Víctor Antelo,
Miguel Álvarez u Orestes Flores, todos entregados a cumplir con el mandato
revolucionario y que aportaron múltiples iniciativas para hacer florecer a esta
esta Isla fruto de la obra de la Revolución.
Ese pinero de hablar pausado y cadencioso,
siempre preciso y de palabras muy claras, compartía extensas jornadas
orientando, ayudando a organizar y hacer avanzar los programas para el
desarrollo de su Isla en las comunicaciones como el centro de Televisión de
Sierra de Caballos, la planta analógica de la telefonía que aseguró el contacto
directo con la capital y las provincias del país, el rescate de las aguas
minero-medicinales de la Fe y su funcionamiento como centro de salud, el
Instituto de Belleza Bella Isla, uno de los más modernos de esa época en el
país, las primeras inversiones en la energía renovable, la construcción del
poligráfico Pablo de la Torriente Brau, el apoyo al equipo de Beisbol, por
mencionar algunos, junto a su presencia en las sesiones de la Asamblea Municipal
del Poder Popular como Diputado por este terruño, era un poco como entregar su
corazón al terruño que lo vio crecer como revolucionario antes y después del
triunfo, pero que le dio las fuerzas necesarias en la época de Presidio para
crecerse como el Fidelista que siempre fue a lo largo de su fecunda vida.
A pesar de su entrega ilimitada, la salud
le guardaba en ocasiones una mala jugada con sus
crisis de diabetes y asma,
pero en ninguno de los casos se convirtió en obstáculo para crecerse y seguir
adelante. Ese espíritu que le impregnó Fidel en la vida, era el mismo que
transmitía a los pineros. Así creció el compromiso, legó un ejemplo, un modo de
querer al Comandante y cuidarlo en todas sus tareas para que se coronaran con
el triunfo, que consideraba, “es la mejor forma de apoyarlo y seguirlo”.
Hoy, cuando han pasado los años y la Revolución evoca a sus héroes, a
ser como Fidel, sentimos muy de cerca también las enseñanzas de Montané, el
Patriotismo y el profundo amor a su Patria demostrado desde su más temprana
edad, cuando al decir del propio Montané: “Al llegar a
la América
Central School, vi que la única bandera que se izaba era
la norteamericana, lo
que me afectó extraordinariamente en mi fibra patriótica y martiana. Planteé a
la dirección de la escuela que estando esa escuela en territorio cubano,
necesariamente había que izar también la bandera cubana, y además cantar el
himno nacional como hacían todos los alumnos los viernes en las demás escuelas;
eso se logró después de muchas luchas y al fin se izó la bandera cubana en la
escuela americana y se cantó el “himno nacional”.
En un documental realizado por el canal
territorial Islavisión “Montané, un hombre bueno”, del realizador Ismael López,
al ser entrevistada Dora Rives, una activa integrante del Movimiento 26 de
Julio en la Isla y amiga personal de “Chucho”, como cariñosamente le nombraban
sus compañeros a Montané expresó: “Chucho fue
quien buscó la bandera cubana para que fuera izada en la escuela y la hizo
ondear en lo más alto del mástil y siempre estuvo vigilante porque la bandera
cubana la pusieran a la derecha”.
El 7 de mayo de 1999 cerró sus ojos, a
pocos días de haber cumplido sus 76 años, del que conmemoramos hoy 20 años. La
última jornada que estuvo Montané en su Isla fue el 1ro. de Mayo de 1999,
disfrutando del hermoso y nutrido desfile por el Primero de Mayo, orgulloso de
su pueblo y de su gente que tanto hacían por el desarrollo del territorio, y
sigue aquí en los jóvenes de la Universidad que lleva su nombre, en los
recuerdos que atesora la casa-museo donde radicó su familia y creció el
Movimiento 26 de julio, en los periodistas que reciben el Premio por la Obra de
la vida que lleva su nombre, o la gran masa de obreros y campesinos de la
Empresa Agroindustrial de mayores aportes territoriales en estos tiempos.
Aún perduran las imágenes de esa jornada
junto a Roberto García, primer Secretario del Partido entonces y en otras
instantáneas tomadas junto al equipo de beisbol pinero… Pero más que su
presencia física perdura su obra, su entrega, su ejemplo, la Fidelidad
incondicional al Comandante en Jefe desde la época del movimiento 26 de julio,
la clandestinidad, Presidio, el exilio, el Moncada, la Sierra, la Revolución.
Ese es el Montané que vive en mí y en el
pueblo pinero, el que estuvo presente en todas las batallas, el que está hoy
junto a nosotros con su legado para enfrentar los más grandes desafíos de estos
tiempos.
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