Por Sergio Rivero Carrasco
Fotos de Archivo
No todas las condenas son motivadas por una sanción, puede ser
también una obstinación, un compromiso, una suerte de lucha por renovar lo
existente para hacer valer lo bueno y perdurable. Ese es el caso de esta ínsula,
que por varios años fue asaltada por
jóvenes de toda Cuba que llegaron hasta aquí llenos de entusiasmo y deseos de
hacer, de recuperarla de los destrozos provocados a mediados de junio de 1966
por el huracán Alma bajo la consigna de “A recuperar lo perdido y a avanzar
mucho más”.
Así comenzó la transformación y las tierras se llenaron de
sembradíos, floreció la ganadería, crecían viviendas, edificaciones y escuelas.
Ya en agosto del siguiente año se iniciaba la Revolución Hidráulica y
comenzaron a aparecer los espejos de agua por toda la geografía, guardando ese
preciado recurso para el consumo humano y de las grandes inversiones que se
desarrollaban sobre todo en la agricultura, la ganadería y después la
Industria, la salud, la educación.