martes, mayo 28, 2019

Terroríficas piezas de un mismo largo "juego".


Piezas terribles de un mismo largo "juego". Imagen: Cortesía Periódico 5 de septiembre

Por Sergio I. Rivero Carrasco

Este 29 de mayo se cumplen 85 años de la derogación de la Enmienda Platt, engendro diabólico impuesto por Estados Unidos a Cuba en la Constitución de 1901 cuyo autor fue el senador republicano Oliver Platt y aprobada por el Congreso norteamericano el 2 de marzo de 1902, además, sancionada como Ley al siguiente día por el entonces Presidente William McKinley la cual constituyó para muchos políticos estadounidenses un sustituto de la anexión al imperio.


El propio interventor yanqui en esa época, el General Leonardo Wood, aceptó que la Enmienda (…) avasallaba y pisoteaba mucho la soberanía de Cuba, por lo que expresó que: “… a Cuba se le ha dejado poca o ninguna independencia (…) y lo único indicado ahora es la anexión”, lo cual se correspondía con el gran sueño de Estados Unidos de asimilar a nuestro país desde épocas remotas.


 


 Pero el Gobierno de la Gran Nación, presionado por la Convención de Derechos y Deberes de los Estados aprobada en la Conferencia Panamericana de Montevideo, que exigía la eliminación de las relaciones interestatales, presentó un nuevo tratado permanente que de hecho significa la eliminación del bochornoso apéndice constitucional, pero no de la esencia de su contenido.

 La eliminación de la Enmienda Platt en 1934 y como sustituto de ella la firma del Tratado Permanente de “Relaciones Recíprocas” entre Estados Unidos y Cuba, no resolvieron los males que ataban la soberanía cubana y la hacían dependiente del país norteño hasta el 1ro. de Enero de 1959, cuando fueron abolidos todos los tratados y convenios anteriores que  le permitían mantener su dominio político y militar sobre Cuba, intervenir militarmente en ella cuando lo estimara conveniente, someter el comercio y la economía a su antojo y establecer bases navales y carboneras en territorio cubano, como la de Guantánamo, devenida posteriormente en base militar para el control hegemónico del mar Caribe e ilegal y criminal prisión. El Tratado Permanente devino machaque para consolidar la esencia neocolonialista del imperialismo estadounidense sobre Cuba, intenciones que aún persisten...


Hoy, después de 85 años del deceso de la Enmienda Platt, nadie podía imaginar, ni siguiera  su autor Orville H. Platt, que la Ley Helms Burton, otro engendro yanqui para someter a Cuba y acabar con la Revolución, podría hacerse realidad en las relaciones de Estados Unidos contra Cuba; quedó superada con creces por ese engendro, que entró en vigor en 1996 y activándose sus Títulos III y IV el 19 de mayo pasado. Pero la Ley Helms… no busca la constitución de un sistema político multipartidista en Cuba, sino la sumisión total del gobierno revolucionario a Washington; tampoco aspira a una economía de mercado, sino a una controlada totalmente por las empresas norteamericanas. El sometimiento sería total.



Los cubanos tenemos bien claro que la Helms… es más intervencionista que la Enmienda Platt, y que el Tratado Permanente de Reciprocidad…, que obligaron a suscribir a los cubanos en 1934 para otorgarnos aquella falacia de independencia a principios de siglo;  es una agresión a la independencia y dignidad de Cuba, una intentona anexionista colonial, es primordialmente para estimular el  derrocamiento del socialismo en Cuba.


Esta Ley Helms Burton es tan intervencionista que establece cuál es la política de Estados Unidos respecto al supuesto gobierno de transición y al gobierno democráticamente elegido en Cuba de producirse la intervención, y una serie de requisitos para considerar lo que es, según ellos, un Gobierno de Transición y lo que es un gobierno democráticamente elegido, además significa una descarada injerencia en los asuntos internos de un país soberano como el nuestro, prohibida tajantemente por el Derecho Internacional.



La barbaridad de esta Ley llega a tal dimensión, que pretende otorgarle el derecho de reclamación a quienes no eran ciudadanos de Estados Unidos, cuando sus propiedades fueron nacionalizadas o se marcharon del país, abandonándolas. También adoptan la posición de apoyar, el reclamo de las propiedades de ciertos ciudadanos norteamericanos de origen cubano, enriquecidos antes de 1959 por métodos fraudulentos y al amparo de gobiernos corruptos.


Si la Enmienda Platt y el Tratado Permanente constituían una afrenta a la soberanía de Cuba, la Helms Burton no solo es una afrenta a la soberanía de Cuba, sino del resto de los países del mundo, por sus intenciones de aplicar la autoridad estadounidense extraterritorialmente, y expresa en toda su amplitud la Doctrina Monroe, proclamada hace más de siglo y medio, ahora con nuevos y más amplios matices: “América para los americanos” del Norte.



Todos los acontecimientos, métodos, formas de actuación y políticas avasalladoras del derecho utilizadas por Estados Unidos contra nuestro país a lo largo de este más de un siglo de intervención, nos llevan a concluir  que no son más que terroríficas piezas para un mismo largo "juego", es decir, que las leyes del bloqueo y la Helms-Burton reencarnan la Enmienda Platt y el Tratado Permanente de “Relaciones Recíprocas” en esta época.

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