Por Sergio I. Rivero y Abel Pérez
Como se evaluaba en un comentario publicado aquí por estos días, el mundo se debate hoy entre la verdad y la mentira, entre el humanismo y la falta de humanidad, entre la avaricia y la pobreza, pero también entre las mujeres y hombres que han hecho historia por el papel que han abrazado en las transformaciones de su tiempo los cuales podríamos señalar como “históricos”, y los que se han dedicado servir oportunistamente y con posturas mercenarias a los que les pagan por asumir conductas degradantes sobre su Patria, la Revolución y sus líderes, formando la algarabía en las redes sociales cuando algún seudo-artista vende su imagen al diablo convirtiéndose en “histéricos” acusadores. Para ellos nada que salga de Cuba les acomoda y se convierte en motivo de burda agresión, como lo es ahora la posición asumida por las medidas de protección del país contra la pandemia de la Covid-19.
De eso se trata hoy, de hablar acerca de los
históricos y los histéricos en afrenta ética
Desde el triunfo de la
Revolución Cubana, Miami se ha convertido en la base de operaciones de Estados
Unidos contra Cuba, lo han intentado todo, utilizando una de las más antiguas
"tecnologías" en sus versiones más modernas, el dinero. De eso han
vivido y viven muchos de los nacidos aquí, en carrera acomodada que suma ya con
más de 60 años anclados en la ignominia.
Los que tienen tanto
talento, dicen tener o creen tener, deben usarlo para ayudar a su pueblo y no para prestarse a mancillarlo, denigrarlo,
agredirlo y causarle sufrimientos desde su propia tierra o desde otras que no
les pertenece y nunca les pertenecerá. Los resentimientos y ambiciones
personales los alejan de lo mejor y más puro del ser humano, y los convierte en
verdaderos depredadores del bienestar y la felicidad de los que no tienen culpa
ni responsabilidad de los males a los que se enfrenta el planeta: las
enfermedades, los fenómenos naturales, las guerras y la codicia desmedida.
A pesar de la injusticia
manifiesta por doquier, la historia ha demostrado que los ricos siempre han
sido más ricos y los pobres siempre han sido más pobres. Lo único que tiene
cierta igualdad entre los unos y los otros es que viviremos al final de
nuestras vidas en el mismo lugar. Deben tener presente la necesidad de que
piensen con sus propias mentes, no con la de los que los quieren manipular para
hacernos daño nosotros mismos, incluyendo a sus familiares. Los ricos tienen
asegurado el futuro de su familia por generaciones, los pobres no tienen
asegurado ni el presente, pero lo que sí es cierto, es que mañana será tarde si
no razonamos hoy.
Los resentidos no se cansan
de denigrar de los líderes históricos de la Revolución, que no son solo Fidel,
Raúl, Ramiro, Guillermo, Almeida, Camilo, el Che. También lo fueron y son
Martí, Céspedes, Maceo, Agramante y todos lo que dieron sus vidas en las luchas
revolucionarias, aquí y en las misiones internacionalistas, y los que con su
arte y su cultura han puesto muy en alto la gloria de la nación, comenzando por
el autor del himno de Bayamo, y quienes enarbolaron la cultura como escudo y
espada de la nación y no en contra de la
nación. Pero también lo hacen contra los que hoy, como parte de este pueblo se
entregan a la obra revolucionaria por considerarla la más justa y humana que ha
tenido nuestro país a pesar de soportar por 60 años la bota yanqui al querer
destruirla.
Fue
entonces en fecha tan cercana al triunfo que 17 de marzo de 1960, cuando el
Dwight D. Eisenhower, presidente de Estados Unidos, aprobó un documento
titulado “Un programa de
acción encubierta contra el régimen de Castro”, y en cuyas memorias el propio Presidente de la época expresó: “El 17 de marzo de 1960 yo le ordené a la Agencia Central de
Inteligencia que comenzara a organizar el entrenamiento de los exiliados
cubanos, principalmente en Guatemala, para un posible día futuro en que ellos
pudieran regresar a su país”.
Siguiendo el guión yanqui,
los objetivos respecto a Cuba siempre los han tenido claro y los cumplen al pie
de la letra desde hace seis décadas cuando Lester Mallory, Secretario de Estado
Asistente manifestara en su proclama con respecto a Cuba: “La mayoría de los cubanos apoyan a Castro. No existe una oposición
política efectiva, El único modo efectivo para hacerle perder el apoyo interno
al gobierno es provocar el desengaño y el desaliento mediante la insatisfacción
económica y la penuria. Hay que poner en práctica todos los medios posibles
para debilitar la vida económica, negándole a Cuba dinero y suministros con el
fin de reducir los salarios nominales y reales con el objetivo de provocar
hambre, desesperación y el derrocamiento del Gobierno”.
Hasta ellos mismos
reconocieron muy temprano que el pueblo cubano apoyaba incondicionalmente a la
Revolución como lo ha hecho en aplastante mayoría hasta hoy, y su objetivo
siempre ha sido destruir a la revolución causándole daños y carencias a la familia
y al pueblo cubano; también son conocidos los datos de lo que ha representado
esta criminal política contra Cuba y hay quien erróneamente piensa que este
país vive de las remesas provenientes de Estados Unidos, a los familiares, no el Estado Cubano.
Los histéricos hipercríticos
olvidan que este país vive del esfuerzo y el sudor de sus trabajadores y parecen
también desconocer que Cuba pierde 12 millones de dólares cada día debido a las
hostiles vueltas de tuerca del bloqueo, como cierran los ojos para desconocer que
el presupuesto de gastos para este año 2020 es de 66 mil millones de pesos; solo
para la Educación y la Salud están desinados alrededor de 23 mil millones. Si
se dedican al consumo, volveremos al hambre, las enfermedades y al privilegio de
unos pocos.
El planeta tiene casi 200
naciones, ¿cuantas viven en la miseria por culpa y a merced de los poderosos?
Pero la maldad de los histéricos, capaces de denigrar de la bandera y el
Apóstol de su país y asaltar las redes con mensajes perversos, debieran pensar
un poco que los históricos, esos que tanto denigran, son los que hoy, a pesar
de las duras y perversas condiciones económicas en las que se desenvuelve el
país, son los que aseguran la vida, la atención y la salud de su familia los
365 días desde hace 60 años.
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