viernes, abril 03, 2020

Vigencia de una gran alerta martiana


Por Sergio I. Rivero Carrasco


Hoy, cuando las garras ocultas y visibles del imperio norteamericano se ciernen por nuestros países con sus riquezas y ambiciones, en estos momentos en plena recesión económica por el manto que le ha tendido la Covid-19 al continente y especialmente a las principales economías, se hace más vigente la postura de nuestro Apóstol en la Conferencia Monetaria Internacional celebrada entre enero y abril de 1891 como Cónsul de Urugüay  en la nación norteña y de hecho, representaría con su acción a los países latinoamericanos, apoderándose del podio un día como hoy 3 de abril de ese año.

Esa Conferencia convocada con toda intención por Estados Unidos, tenía por objetivo supremo fundar una unión de naciones latinoamericanas bajo su control y garantizar así la ventaja económica y comercial, y por consiguiente la política. Lo esencial era establecer una Unión Monetaria Internacional Americana e incluir la plata como respaldo, garantizando así su predominio financiero porque era el país que poseía grandes reservas de ese metal.


Los encuentros fueron promovidos por James Gillespie Blaine, Secretario de Estado y seguidor de la Doctrina Monroe, y quien consideraba la "anexión de comercio", como una alternativa válida para controlar a los países de la región, principio encubierto de su política y aporte a la estrategia imperial de largo aliento a las puertas del nuevo siglo XX, que se desplegó bajo la doctrina del panamericanismo y el “buen vecino”, es decir, “América para los americanos “del norte”. Como eran bien conocidas por Blaine las posiciones antiimperialistas de José Martí trató de impedir su designación y los documentos le fueron enviados tarde, no obstante, estuvo a tiempo para participar en las demás sesiones.


Martí se refirió allí al peligro que entrañaba para los pueblos latinoamericanos la posible dependencia económica a un país tan poderoso como Estados Unidos, e igualmente apuntó que había  que equilibrar el comercio, para asegurar la libertad, precisando al respecto: “El pueblo que quiere morir, vende a un solo pueblo, y el que quiere salvarse vende a más de uno.” También enunció con claridad y firmeza su criterio en torno a la política y la postura  de los pueblos al precisar  en ese trabajo: “La política es obra de los hombres, que rinden sus sentimientos al interés, o sacrifican al interés una parte de sus sentimientos.”


Con gran claridad patentizó cuál debía ser la actitud de los pueblos para garantizar su soberanía e independencia económica al detallar: “El pueblo que quiera ser libre, sea libre en negocios. Distribuya sus negocios entre países igualmente fuertes. Si ha de preferir a alguno, prefiera al que lo necesite menos, al que lo desdeñe menos. Ni uniones de América contra Europa, ni con Europa contra un pueblo de América.”



Alerta a la América Latina sobre el peligro inminente de que esas viejas aspiraciones puedan concretarse en ese momento, cuando expresó: “…Jamás hubo en América, de la independencia acá, asunto que requiera más sensatez, ni obligue a más vigilancia, ni pida examen más claro y minucioso, que el convite que los Estados Unidos potentes, repletos de productos invendibles, y determinados a extender sus dominios en América, hacen a las naciones americanas de menos poder, ligadas por el comercio libre y útil con los pueblos europeos, para ajustar una liga contra Europa, y cerrar tratos con el resto del mundo. De la tiranía de España supo salvarse la América española; y ahora, después de ver con ojos judiciales los antecedentes, causas y factores del convite, urge decir, porque es la verdad, que ha llegado para la América española la hora de declarar su segunda independencia.”


Según José Martí, los pueblos de América únicamente lograrán alzarse sobre los Estados Unidos si oponen su inteligencia y talento sobre el poderío norteño: “Para eso es el genio: para vencer la fuerza con la habilidad.”  Esta enseñanza política, visionaria de Martí para nuestra América, que supo caracterizar muy temprano los verdaderos intereses imperiales de Estados Unidos de caer sobre las tierras americanas con la fuerza desgarradora de la más feroz explotación económica y política, está presente hoy en Latinoamérica y en todo el mundo porque sus ansias expansionistas y neoglobalizadoras del capitalismo no han cesado, por el contrario, se incrementan sobremanera y adquieren nuevas formas de penetración y explotación sometiendo a los pueblos a la más feroz explotación y dependencia del capital en las más diversas formas de Neoliberalismo salvaje.

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