1.- Un tío mío (89 años) me dice: “La Federación de Mujeres Cubanas está destruyendo el país”. Le pregunto por qué. “Chico, aquí mandan las hembras”. Repaso las cifras y los hechos y comprendo la preocupación del anciano. De los puestos políticos a nivel provincial, el 50,5% lo ocupan mujeres. En el Consejo de Estado el 42 % son mujeres. Ellas ocupan el 63% de la matrícula universitaria y el 60% de los puestos técnicos y profesionales. El 53 % de los investigadores científicos cubanos son mujeres. En la Asamblea Nacional son el 48,86 %, lo que significa que Cuba alcanzó la paridad hombres-mujeres en el parlamento sin necesidad de una ley de cuotas obligatorias. La vicepresidenta del parlamento es Ana María Mari Machado y de los cuatro miembros de la Junta Directiva de la Academia Cubana de la Lengua, dos son hombres. La enfermera José Agustín Hernández González, una transexual más conocida como Adela, fue elegida delegada del Poder Popular en Villa Clara por una mayoría abrumadora. Dice mi tío: “Raúl es el último macho en el poder”.
2.- Misa en la Catedral de Cienfuegos con el templo repleto. Una homilía de una moralidad que se inserta en el debate nacional sobre la necesidad de llevar adelante los cambios emprendidos con solidaridad, decencia y dignidad. El sermón da la impresión de que la iglesia católica no comulga con los planes extranjeros de cambio de régimen, sino con un régimen de cambios en beneficio del pueblo. Pienso que por su pasado, la iglesia católica tiene mucho que hacer en Cuba para su propio bien. Y lo está haciendo con sentido de responsabilidad y cuidando lo que la Revolución hace por los humildes. Imposible olvidar aquella dura idea de Martí: “Yo quiero educar a un pueblo que salve al que va a ahogarse, y que no vaya nunca a misa”. Dice el sacerdote en Cienfuegos: “Lo que has obtenido gratis, dalo siempre gratis. El Reino de los Cielos está cerca”.
3.- Guaguas repletas de bañistas arriban a las playas provenientes de los pueblos de tierra adentro. En estas multitudes, ningún color de piel está más ni menos representado: todos los matices del color cubano veranean juntos sin que nadie se dé cuenta del color del otro. Muchos toman ron mientras se bañan. Bajo los cocoteros, la oferta culinaria es privada. En un abigarrado frente de chiringuitos se venden arroces, pescado frito, helados, jugos, ron, frutas, bocadillos, pizzas. Este animado comercio es nuevo. Cada puesto pone su música a un volumen infernal, y en el jolgorio todos me dicen lo mismo: EE UU debería permitir que sus ciudadanos viajen a Cuba. Eso significaría puestos de trabajo, ingresos y contactos con el famoso pueblo libre del otro lado del mar. El año pasado vinieron a Cuba 2,838,468 turistas. La mayoría eran canadienses. Varadero recibe el 40 % de ellos. Pero el día en que los americanos obtengan permiso de su Gobierno para viajar a Cuba, se van a batir todos los récords. El sector por cuenta propia crecería enormemente, me dicen en todas partes. Pero el Estado también obtendría ganancias que, gracias a su política de redistribución, mejoraría la vida del cubano con prestaciones en la salud, el deporte, la educación… Eso es precisamente lo que busca impedir el bloqueo. Mantener la economía cubana en un mínimo sin que llegue a producirse una catástrofe humanitaria.
“Supongamos que los cruceros que navegan por el Caribe llenos de americanos pudieran atracar en los puertos de Cuba”, dicen unos pescadores que conversan con el propietario de una casa de huéspedes a la orilla del mar. Al lado hay un hotel estatal. La terraza del bar particular casi flota sobre las olas. Unos cayos se ven a lo lejos y el dueño se pone romántico: “Imagínate que ahora mismo hubiera dos o tres cruceros haciendo cola para atracar cerca de aquí”. Su sueño se puede ilustrar con dos ejemplos: en un solo fin de semana, el puerto de Barcelona puede recibir 17 cruceros con 64.000 turistas a bordo. Cuando desembarcan dejan un impacto económico de 6 millones de euros . En el Caribe y las Bahamas, según la Asociación de la Florida-Caribbean Cruise (FCCA), en los 21 destinos del área del Caribe el sector ha creado 45.225 empleos. En 2011- 2012 los cruceros generaron unos beneficios económicos de 2 mil millones de dólares en concepto de gastos directos de los cruceristas. En Cuba hay terminales de cruceros en La Habana, Cienfuegos y Santiago. Pero a todo crucero que atraque en Cuba le estará prohibido tocar puertos estadounidenses durante 180 días, y uno se pregunta cómo hay gente que aún banaliza los efectos subdesarrolladores del bloqueo. “Yo me conformaría, dice el soñador del bar cubano, con que uno de cada tres cruceristas se tomara aquí una cervecita “.
4.- Una sobrina mía va a dar a luz. stá serena y confiada y me cuenta que la atención prenatal es de muy alta calidad pese a la falta de recursos materiales. Las consultas antes y durante el embarazo son gratuitas y sistematizadas, con pruebas de detección periódicas y controles integrales de la salud. El año pasado, la mortalidad infantil en Cuba fue la más baja de Las Américas, 4,6 por cada mil niños nacidos vivos. Cuba es el único país de América Latina que ha eliminado la desnutrición infantil gracias a los esfuerzos del Gobierno por mejorar la alimentación, especialmente en los grupos más vulnerables. Pese al bloqueo, las deficiencias internas y, repito, las carencias materiales, Cuba sigue siendo un país en el que la infancia es una prioridad absoluta. Muchos emigrados que viven en Miami envían tranquilamente a sus hijos a que pasen las vacaciones con su familia en Cuba.
5.- La mala educación. Los pueblos agredidos, como los individuos, se deforman porque tienen que defenderse. Después del 11 de septiembre Estados Unidos instauró cárceles secretas, justificó la tortura, violó el Derecho Internacional, insitucionalizó el espionaje universal y entronizó los asesinatos extrajudiciales. Las vicisitudes y privaciones del Periodo Especial corroyeron las buenas costumbres en una sociedad desabastecida, que luchaba por sobrevivir a rajatabla. Hay sectores de la sociedad cubana que hoy son como una planta que en el día a día buscó la vida a sangre y fuego, aunque tuviera que crecer torcida. En Cuba se expandió la chabacanería y ahora se debate el asunto de la falta de urbanidad que impera en las relaciones sociales, sobre todo entre los jóvenes. Es un problema nacional, pero en los pueblos del interior que visito eso se nota menos que en La Habana. La cotidianidad se brutalizó. La indolencia frente a lacras como el hábito de botar la basura en cualquier lugar, o el no relacionarse según las reglas de la gentileza y la consideración, ha desatado una cruzada contra la grosería y la dejadez. Una periodista de provincias me llamó la atención sobre otro problema, la degradación del lenguaje hablado. Un ejemplo son las malas palabras y otro es el pronunciamiento de las erres finales de las palabras, que se sustituyen por una ele. “Dentro de poco, me dijo, frases como ‘el mal menor’, ‘cualquier lugar’ o ´’volver al mar’ se harán impronunciables.
6.- El país avanza y la disidencia se vende. El que visita los pueblos de la Cuba profunda lo que encuentra es movimiento y avance, sin desamparo social y en medio de contradicciones que se discuten abiertamente a todos los niveles. La gestión no estatal se expande y en cada pueblo surgen comercios y cooperativas. El que antes estaba sentado en la esquina se ha puesto a trabajar. Se entregan tierras en usufructo y se discute la necesidad de que surjan más cooperativas en sectores diversos. Se estipuló una nueva Ley del sistema tributario y se flexibilizó radicalmente la política migratoria. Amigos míos que antes se quejaban de que el Gobierno no los dejaba salir, ahora se quejan de que en las embajadas los tratan como a gente de tercera categoría: posibles inmigrantes. Los pregoneros han vuelto a las calles de Cuba, ¡el pan suave, la buena papa, el maní! Los que pueden, compran y venden autos y casas. Los bancos dan créditos a cooperativas y particulares, los agricultores venden sus productos directamente al sector turístico y el Estado subsidia la reparación de viviendas. Una fiebre de construcción se ha regado por la Isla. Quedan graves asignaturas pendientes, por ejemplo los sueldos insuficientes, la flexibilización en el sector de la pesca y zafar el nudo de la dualidad monetaria, “uno de los obstáculos más importantes para el progreso de la nación” (Raúl Castro).
En esta atmósfera de discusión, progreso y esperanza pese al bloqueo, se consulta a la ciudadanía antes de implementar los cambios. Por el contrario, una mirada a los pequeños grupos que defienden la política estadounidense contra Cuba muestra un triste panorama. Las Damas de Blanco acusan a un cabecilla llamado Ferrer García de diezmar sus filas, ofreciendo dinero de modo que las damas se pasen a su propio bando. Todos se acusan mutuamente de tener prácticas dictatoriales y de estar tan infiltrados, que ya no saben en quién confiar. Me cuentan que un grupo de las Damas de Blanco desertó de la organización en Oriente, muchas estiman que sus actividades no tienen sentido y otras se quejan de que los dineros recibidos del extranjero no se reparten con equidad. En medio de esta rebatiña de extraños patriotas desprestigiados, a quienes no se les da crédito en ninguno de los pueblos que visito, Ferrer ataca a otros grupos alegando que su disidencia consiste en recibir dinero y buscar las cada vez más difíciles visas para salir del país. Antes, por cada marcha de las Damas de Blanco cada una cobraba 30 cuc; ahora reciben la mitad y su presidenta, la señora Soler, agravó sobremanera la disputa al interrumpir una reunión de las damas, para llamar a diplomáticos estadounidenses e informales de la renuncia de sus compañeras.
*El autor de este texto, René Vázquez Díaz, es escritor cubano radicado en Suecia desde 1975. Entre otras novelas, ha publicado Un amor que se nos va (2006), Fredrika en el paraíso (2000) y La isla del cundeamor (2002)(Tomado de Rebelión)
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