Fotos: Roberto Chile
Va a ser difícil olvidar la imagen que cerró el encuentro. Fidel, con un kimono por encima de la chaqueta deportiva y de pie, muy serio, rodeado por diez hibakushas, como llaman en Japón a los sobrevivientes de las bombas atómicas que lanzó Estados Unidos contra Hiroshima y Nagasaki. Cada uno lo saludó con una reverencia de cortesía y una de las dos mujeres, Ritsoku Ishikawa, no solo se inclinó, sino que besó el dorso de la mano del Comandante.
Aunque difícilmente el Palacio de las Convenciones recuerde otro encuentro en el que haya habido más cámaras fotográficas por metro cuadrado, ni los flashes se sintieron en ese instante. Fue la emoción la que congeló la imagen para el pequeño grupo de cubanos y los 770 japoneses que llegaron en la mañana del jueves al puerto de La Habana a bordo del Crucero por la Paz, el barco que recorre el mundo cada año con activistas contra las amenazas nucleares y medioambientales.