viernes, marzo 31, 2006

HAY FIDEL PARA RATO

Por Sergio Rivero Carrasco

Me dan pena las personas que se prestan a hacerle el juego a los enemigos del pueblo cubano y se dedican a estar escribiendo ridículos e impensados artículos o a mandar mensajes mentirosos e insidiosos sobre la salud del Jefe de la Revolución cubana.
Los convido a meditar acerca de su estrategia, los análisis realizados, el apego al mejoramiento humano y a todos los cubanos sin distinción de credo, ideología o filiación política, porque aquí los beneficios sociales son para todos los que habitamos el verde caimán. Comprueben cuán lúcidas y preclaras están sus ideas y proyecciones acerca del presente y futuro de la Revolución.
¡Dieran cualquier cosa nuestros enemigos porque en realidad él tuviera todos esos padecimientos! Pero él mismo se encargó de desmentir la salta de oprobios irrespetuosos y las mentiras que se ha encargado de divulgar la CIA que, cual perra rabiosa, pretende fomentar una opinión pública distorsionada sobre ese particular.
Deshonestidad y mentiras referidas a una personalidad que constituye un paradigma para una buena parte de los pueblos del orbe por su transparencia, humanismo y probada solidaridad con los que sí tienen mucho que ganar en esta lucha.
¿Les duele que el pensamiento y obra de este ejemplar cubano aporte cada día, con más gallardía, a la lucha antiimperialista en nuestro continente y del mundo?
No se revuelvan más en su salsa que se pueden indigestar.
La Revolución cubana, iniciada en la manigua en 1868 y crecida por más de cien años con las diferentes generaciones que hicieron suya la lucha por la independencia, la soberanía y la dignidad nacional, no la ha hecho un hombre, sino un pueblo.
La Revolución cubana es el pueblo cubano que ha tenido el privilegio de contar con grandes pensadores en todos los tiempos, previsores de la maldad imperialista y de la única vía para ser libres y prósperos: José Martí y Fidel Castro.
No pierdan su tiempo. Hay Fiel para rato y goza hoy de perfecta salud física y mental para continuar liderando la lucha.
Está firme como un trinquete con la hidalguía de las palmas.