POR MAYRA LAMOTTE CASTILLO
POR ESTOS DÍAS en que consulté varias bibliografías, periódicos y documentos para reseñar uno de los más horrendos crímenes de la historia de la humanidad: el lanzamiento de las bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki, encontré una misiva singular.
Se trata de una carta que demuestra cómo Estados Unidos a toda costa y a todo costo mantiene la misma política de chantaje nuclear, iniciada, hace 61 años, por el presidente Harry Truman durante la llamada Guerra Fría.
La correspondencia la envió, en junio de 2005, el estadounidense Dennis Kyne Bell al profesor e investigador pinero Rafael Alejandro Acanda Abascal, quien es uno de los dos cubanos que pertenecen a la organización internacional denominada DU-WATCH.
Su membresía se dedica a dar a conocer la verdad sobre los efectos de la utilización del uranio vaciado o empobrecido, sustancia radioactiva y tóxica, que ha sido empleada en municiones y bombas en algunos conflictos bélicos.
El mejor ejemplo para explicar el porqué tienen que existir asociaciones como la mencionada lo tenemos en la Guerra del Golfo, la cual trajo aparejado la muerte, enfermedades y sufrimientos tanto a los iraquíes como a los soldados estadounidenses y de otras naciones participantes en dicha contienda militar.
Y aunque en aquel momento, mayo de 1991, los yanquis negaron tal hecho, con el transcurso de los años la verdad salió a flote cuando en su propio territorio suman miles los enfermos graves con herpes nocivos, síndromes similares al SIDA, disfunciones renales y hepáticas desconocidas y el crecimiento descomunal de malformaciones y tumores malignos.
Dennis era estudiante de Medicina y lo enviaron en 1991 a Iraq para curar a los soldados que intervenían en la injusta conflagración; así pasó los días de servicio haciendo vida con los aquejados del Síndrome del Golfo o lo que es lo mismo, el cáncer en la piel.
De vueltas a su suelo natal nadie se preocupó por hacerle un chequeo médico ni cosa por el estilo; decide concluir la carrera y especializarse en Oncología.
Casi se vuelve loco cuando al cabo de 12 años de su regreso, en el 2003, empezó a padecer unos dolores de cabeza insoportables, sed constante, ganas de rascar su cuerpo y burbujas en la piel, porque era portador del Síndrome del Golfo, afección adquirida a través de la propagación de las esporas del uranio empobrecido de los enfermos que curaba.
A lo anterior se sumó otra desgracia y es que Karen su única novia y fiel esposa que estaba embarazada, el tres de mayo de 2003 se le presentó un aborto espontáneo y su único hijo nació sin cerebro y falleció a los tres días.
Hoy, Dennis se dedica a viajar por las vías rurales de su país describiendo los horrores de la guerra y las consecuencias para el ser humano del uranio empobrecido, obtenido del residuo de la producción de combustible destinado a los reactores nucleares y bombas atómicas.
La mayor amenaza de esa sustancia radica en su uso en aplicaciones militares; me explico, un proyectil revestido con uranio empobrecido cuando se lanza y choca con un metal, la mayor parte de su revestimiento arde y se oxida, volatilizándose en micropartículas altamente tóxicas y radioactivas, las cuales pueden ser ingeridas o inhaladas tras quedar depositadas en el suelo o transportadas a kilómetros de distancia por el aire, la cadena alimenticia o las aguas.
Entonces qué mejor testimonio para denunciar las artimañas de un imperio brutal y prepotente, que se cree el gendarme del mundo con el derecho de acrecentar la muerte y el dolor de pueblos enteros.
Y, aunque existen aún personas con instintos anexionistas y determinados círculos que se hacen los de la vista gorda ante tan terribles situaciones, la opinión pública internacional cada día se alza más para impedir que se siga arrastrando el mal de una sustancia diabólica y su cruel manipulación.
Cualquier familia noirteamericana puede verse hoy como la que aparece en la foto
POR ESTOS DÍAS en que consulté varias bibliografías, periódicos y documentos para reseñar uno de los más horrendos crímenes de la historia de la humanidad: el lanzamiento de las bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki, encontré una misiva singular.
Se trata de una carta que demuestra cómo Estados Unidos a toda costa y a todo costo mantiene la misma política de chantaje nuclear, iniciada, hace 61 años, por el presidente Harry Truman durante la llamada Guerra Fría.
La correspondencia la envió, en junio de 2005, el estadounidense Dennis Kyne Bell al profesor e investigador pinero Rafael Alejandro Acanda Abascal, quien es uno de los dos cubanos que pertenecen a la organización internacional denominada DU-WATCH.
Su membresía se dedica a dar a conocer la verdad sobre los efectos de la utilización del uranio vaciado o empobrecido, sustancia radioactiva y tóxica, que ha sido empleada en municiones y bombas en algunos conflictos bélicos.
El mejor ejemplo para explicar el porqué tienen que existir asociaciones como la mencionada lo tenemos en la Guerra del Golfo, la cual trajo aparejado la muerte, enfermedades y sufrimientos tanto a los iraquíes como a los soldados estadounidenses y de otras naciones participantes en dicha contienda militar.
Y aunque en aquel momento, mayo de 1991, los yanquis negaron tal hecho, con el transcurso de los años la verdad salió a flote cuando en su propio territorio suman miles los enfermos graves con herpes nocivos, síndromes similares al SIDA, disfunciones renales y hepáticas desconocidas y el crecimiento descomunal de malformaciones y tumores malignos.
Dennis era estudiante de Medicina y lo enviaron en 1991 a Iraq para curar a los soldados que intervenían en la injusta conflagración; así pasó los días de servicio haciendo vida con los aquejados del Síndrome del Golfo o lo que es lo mismo, el cáncer en la piel.
De vueltas a su suelo natal nadie se preocupó por hacerle un chequeo médico ni cosa por el estilo; decide concluir la carrera y especializarse en Oncología.
Casi se vuelve loco cuando al cabo de 12 años de su regreso, en el 2003, empezó a padecer unos dolores de cabeza insoportables, sed constante, ganas de rascar su cuerpo y burbujas en la piel, porque era portador del Síndrome del Golfo, afección adquirida a través de la propagación de las esporas del uranio empobrecido de los enfermos que curaba.
A lo anterior se sumó otra desgracia y es que Karen su única novia y fiel esposa que estaba embarazada, el tres de mayo de 2003 se le presentó un aborto espontáneo y su único hijo nació sin cerebro y falleció a los tres días.
Hoy, Dennis se dedica a viajar por las vías rurales de su país describiendo los horrores de la guerra y las consecuencias para el ser humano del uranio empobrecido, obtenido del residuo de la producción de combustible destinado a los reactores nucleares y bombas atómicas.
La mayor amenaza de esa sustancia radica en su uso en aplicaciones militares; me explico, un proyectil revestido con uranio empobrecido cuando se lanza y choca con un metal, la mayor parte de su revestimiento arde y se oxida, volatilizándose en micropartículas altamente tóxicas y radioactivas, las cuales pueden ser ingeridas o inhaladas tras quedar depositadas en el suelo o transportadas a kilómetros de distancia por el aire, la cadena alimenticia o las aguas.
Entonces qué mejor testimonio para denunciar las artimañas de un imperio brutal y prepotente, que se cree el gendarme del mundo con el derecho de acrecentar la muerte y el dolor de pueblos enteros.
Y, aunque existen aún personas con instintos anexionistas y determinados círculos que se hacen los de la vista gorda ante tan terribles situaciones, la opinión pública internacional cada día se alza más para impedir que se siga arrastrando el mal de una sustancia diabólica y su cruel manipulación.
Cualquier familia noirteamericana puede verse hoy como la que aparece en la foto
Ya es común para el mundo entero ver por todas partes imágenes tan desgarradoras como las que aquí aparecen