Por Sergio I. Rivero Carrasco
No es
un simple slogan, es una convicción y realidad que transpira en la piel de los
cubanos que renunciamos a tener un amo, temer a un enemigo poderoso que
pretende mancillarnos o entregar lo más preciado de la Nación: Su dignidad.
Hoy el
escenario internacional y regional nos enfrenta al enemigo histórico con nuevas
formas y métodos de lucha, muchas veces encubiertas y otras, como sucede por
estos días, bien abiertas y descaradas, puestas de manifiesto en el
recrudecimiento del bloqueo, la amenaza de aplicación del Título III de la Ley
Helms Burton y la inclusión de Cuba, junto a Venezuela y Nicaragua en la lista
negra o eje del mal en la región.
El
espíritu de Baraguá es el de la intransigencia, la dignidad, el patriotismo, el
de la independencia nacional sin condiciones impuestas, tal como lo enarboló hace
hoy 141 años, el 15 de marzo de 1878, nuestro Lugarteniente General Antonio
Maceo Grajales puso en alto la dignidad y el
patriotismo de los cubanos en los
Mangos de Baraguá frente a la propuesta de Paz del Zanjón condicionada
realizada por el General Arsenio Martínez Campos máxima autoridad colonial en la Isla, ocasión en que se ratificó el
propósito de los insurrectos de continuar la lucha sin aceptar el ignominioso
Pacto del Zanjón, rubricado el 10 de febrero de 1878.
En
Baraguá Maceo mantuvo su firme postura de no deponer las armas y en estos
términos le expresó a Martínez Campos: “No
estamos de acuerdo con lo pactado en el zanjón, no creemos que las condiciones
allí estipuladas justifiquen la rendición después del rudo batallar por una
idea durante diez años y deseo evitarle la molestia de que continúe sus
explicaciones porque aquí no se aceptan. No nos entendemos”
El
militar español preguntó que cuándo se reiniciarían las hostilidades, y Maceo
dijo que dentro de ocho días. Entonces uno de los insurrectos que acompañaban
al General Antonio, dirigiéndose al resto de sus compañeros pronunció: ¡Muchachos, el 23 se rompe el corojo!
La
Protesta de Baraguá abrió así un nuevo capítulo en la lucha del pueblo cubano
por su libertad e independencia. Salvó la dignidad de las huestes mambisas, y
elevó aún más el prestigio y la autoridad de Antonio Maceo, aquel mulato y
humilde arriero, con más de 800 combates y 24 heridas en el cuerpo, que inició
la lucha como soldado y alcanzó el máximo grado militar dentro del Ejército
Libertador Cubano.
Nuestro
Héroe Nacional José Martí, al referirse a la Protesta de Baraguá expresó: “Tengo ahora ante mis ojos la Protesta de Baraguá, que es de lo más
glorioso de nuestra historia”.
Y
Fidel, quién tuvo siempre como paradigma las enseñanzas aportadas por nuestros
próceres, al conmemorar el centenario de la Protesta de Baraguá el 15 de marzo
de 1978 expresó: “Lo que sí puede afirmarse
es que con la Protesta de Baraguá llegó a su punto más alto, llegó a su clímax,
llegó a su cumbre, el espíritu patriótico y revolucionario de nuestro pueblo; y
que las banderas de la patria y de la revolución, de la verdadera revolución,
con independencia y con justicia social, fueron colocadas en su sitial más
alto.”
Unos años más tarde, en Tribuna Abierta de
la Revolución, hizo un recuento y
precisión que trasciende hasta nuestros días, cuando en difíciles
circunstancias el país consolida la unidad imprescindible, y enfrenta las más
despiadadas y agresivas acciones imperialistas: “Nosotros tuvimos nuestros reveses, duros; los tuvimos en el Moncada.
¡Ah!, pero nunca nos dimos por vencidos. Los combatientes del Moncada nunca se
dieron por vencidos, nunca aceptaron la derrota. Era el espíritu de la Protesta
de Baraguá. En la cárcel jamás se humilló ningún combatiente, jamás aceptó la
derrota. Era el espíritu de Baraguá. Después del desembarco del Granma los
reveses fueron grandes, pero muy grandes, podrían parecer insuperables; pero
nadie se dio por vencido. Los que sobrevivieron, decidieron continuar la lucha.
¡Era el espíritu de Baraguá!”.
Hoy nos convoca un renovado espíritu de
Baraguá para enfrentar las agresiones del imperio y mantener las esencias del
desarrollo, que consolidan a nuestro país como un fuerte bastión inexpugnable
en lo político, lo económico y lo social con una suma de justicia y dignidad. La semilla sembrada por la
Revolución y una obra social y humana que resalta por todas partes, permiten
multiplicar las formas y medios de lucha, y profundizar la conciencia
revolucionaria de nuestro pueblo, convencidos de que como nos aseveró Fidel:
“El futuro de nuestra Patria será un eterno Baraguá”.
El Presidente cubano Miguel Díaz-Canel en su cuenta de Twitter escribió hoy:
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