martes, marzo 12, 2019

Un peligro llamado Donald Trump

    Con agresividad y encono desbordados, Trump lleva la
     situación en Venezuela a un desenlace impredecible.

POR SU IMPORTANCIA Y VALÍA DE LOS ARGUMENTOS, REPRODUCIMOS ESTE TRABAJO DEL COLEGA PASTOR GUZMÁN



Guiado por los peores asesores que podía escoger, el presidente  Donald Trump encamina al planeta hacia un limbo sin justicia y sin ley. Los nuevos acontecimientos que han seguido con el ataque cibernético a la energía eléctrica muestran la envergadura de la estrategia desmedida contra Venezuela


No sabemos realmente de dónde el expresidente Barack Obama sacó la frase que califica a Venezuela de “amenaza inusual y extraordinaria” para la seguridad de los Estados Unidos, país cuyas últimas acciones en torno a la patria de Bolívar lo han reafirmado como una amenaza de incalculables proporciones para la estabilidad en este continente y en el mundo.

Cuando el ciudadano común con cierta capacidad de discernimiento compara el abismo existente entre la retórica “democrática” esgrimida por el actual mandatario estadounidense Donald Trump y su círculo de asesores cavernícolas, se percata de hasta qué punto subestiman la inteligencia ajena, a la que consideran incapaz de distinguir entre la verdad y la mentira, repetida esta última hasta la saciedad por los jerifaltes del imperio en torno a Venezuela.



El hombre que se ha quejado públicamente una y mil veces de las fake news en múltiples

tribunas ha devenido el peor de los mentirosos, repitiendo con sistematicidad goebbeliana todo tipo de infundios y calumnias acerca de la situación en la República bolivariana, cuyo gobierno legítimo se ha obstinado en cambiar por la fuerza para imponer un régimen servil que le permita a la superpotencia apropiarse de las inmensas riquezas del país suramericano con la complicidad traidora de la oligarquía nativa.


Trump no es mago, pero acaba de sacar de su chistera de súper millonario a un personajillo llamado Juan Guaidó, encargado de asumir los riesgos de adoptar una actitud apóstata frente a su pueblo, que justifique la agresión militar que durante las últimas semanas Washington ha venido preparando.

En una comparecencia pública hecha el lunes en Miami, en la cual Trump estuvo rodeado por sus más cercanos secuaces y asesores  —a saber, Mike Pompeo, Mauricio Claver-Carone, John Bolton y Marco Rubio, entre otros—  el abominable hombre de la Casa Blanca pronunció un discurso plagado de planteamientos agresivos e irrespetuosos hacia Venezuela, Cuba y Nicaragua.

Rodeado de problemas por todas partes —no pocos creados bajo su presidencia—, este Yety de cuello y corbata intentó desviar la atención en Miami hacia el “coco” venezolano, en este instante más atractivo para él que Rusia, Siria o Corea, tratando de obtener a costa de la tierra de Hugo Chávez, las victorias que no ha podido cosechar en los otros escenarios.

Por eso ha concentrado sus fuegos contra Venezuela, su líder constitucional Nicolás Maduro Moros y la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB), a la que amenazó de manera especial advirtiendo a sus jefes, oficiales y soldados que se les acaba el tiempo y que deben acatar la autoridad de Guaidó y acogerse a su voluntad de indultarlos o “lo perderán todo”.

Lejos de la profundidad intelectual de un analista político, Trump la emprendió contra las dificultades actuales de Venezuela en el terreno económico, atribuyéndolas al gobierno socialista de Maduro, sin tener en cuenta para nada la guerra económica interna y los sabotajes a la infraestructura productiva y a las redes de energía del país agredido, lo que ha sido estimulado por Washington.

 Mucho menos reconoció el magnate-presidente, que esa difícil situación que describe se ha agravado mucho en las últimas semanas debido al arreciamiento del bloqueo y las medidas de estrangulamiento que él ha impulsado contra Venezuela, de cuyos activos en bancos estadounidenses por valor de 38 000 millones de dólares acaba de apropiarse de modo cínico, prepotente y arbitrario.

A partir de la crítica al socialismo venezolano, Trump quiso demostrar el fracaso de las ideas progresistas en el mundo entero y, a pesar de su grandilocuencia mussoliniana, no pudo ocultar que ya se encuentra en plena campaña política para los comicios del año próximo, donde enfrentará a candidatos como Bernie Sanders, quien acaba de anunciar su aspiración y otros que como él no dudan en declararse “socialistas”, concepto que lo saca de quicio.

Naturalmente que la sarta de improperios y amenazas de Trump no quedaron sin respuesta, empezando por las declaraciones del general en jefe de la FANB, General Vladimir Padrino López, quien en nombre de su alto mando advirtió al ofensor  que —en caso de agresión— “van a tener que pasar por (encima de) nuestros cadáveres”.

Una fuerte denuncia a Trump y su discurso le llegó también desde La Habana, donde el
canciller Bruno Rodríguez Parrilla desmontó punto por punto los “argumentos” esgrimidos por el gobernante imperial, a la vez que convocó a todos los gobiernos, parlamentos, fuerzas políticas, movimientos populares, sociales, indígenas, entidades nacionales e internacionales y ONG a expresar públicamente una postura firme contra la intervención en marcha en Venezuela.
En un encuentro en la Cancillería en La Habana con 108 embajadores y jefes de misiones diplomáticas, el titular del Minrex dijo que “Trump incorpora el macartismo a la Doctrina Monroe. Confirma que contra Venezuela ‘todas las opciones son posibles’. Luego, el Canciller advirtió que “el golpe de EE. UU. —en Venezuela— no funcionó” y que “el peligro de agresión militar es real. La historia de Nuestra América lo demuestra. Trump miente y ofende a Cuba, a Venezuela, a todos los pueblos y a sus propios ciudadanos”, alegó.

Rodríguez Parrilla añadió que “le responderemos votando sí el 24 de febrero”. El diplomático se preguntó: “¿Por qué Trump no organiza un referendo nacional sobre sus políticas?”, aludiendo a que, incluso, en las últimas elecciones en su país, el referido alcanzó el triunfo con 3 millones de votos menos que su rival Hillary Clinton, y así se llaman democráticos.

Por obra y gracia de Washington y sus lacayos, ahora en el almanaque figura una fecha en extremo preocupante: la del 23 de febrero, día escogido para hacer pasar a través de la frontera colombo-venezolana, en un punto próximo a Cúcuta, la irrisoria cantidad de unas 100 toneladas de ayuda humanitaria para virtualmente, ayudar a aliviar las necesidades de cerca de 20 000 personas.
El show mediático ha sido respaldado desde dentro por el usurpador Juan Guaidó, quien ha llamado a sus seguidores, en número estimado de 600 000, a dirigirse a la línea divisoria estatal de más de 2 000 kilómetros para recibir a como dé lugar esa limosna insignificante comparada con los 50 000 millones de dólares que ha costado el bloqueo a Venezuela en los últimos cinco años. Desde afuera, el aquelarre estará respaldado por un dispositivo militar compuesto por tropas de misiones especiales norteamericanas, apoyado por las autoridades colombianas.

Y volvemos al principio. Estados Unidos bajo Trump se ha convertido en una “amenaza inusual y extraordinaria” para Venezuela, que ha ido adoptando las medidas de rigor para hacer fracasar también esta provocación que se prepara ante las cámaras y micrófonos de medio mundo, porque el conflicto venezolano ha dejado de ser nacional y regional para convertirse en un espacio de confrontación geopolítico y geoestratégico.

Parafraseando a José Martí en históricas palabras referidas a Cuba, y su papel en el equilibrio del mundo, podríamos decir en este instante crucial: “Quien se levanta hoy con Venezuela se levanta para todos los tiempos”.


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