Con
agresividad y encono desbordados, Trump lleva la
situación en Venezuela a un
desenlace impredecible.
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Guiado por los peores asesores
que podía escoger, el presidente Donald Trump encamina al planeta hacia
un limbo sin justicia y sin ley. Los nuevos acontecimientos que han seguido con el ataque cibernético a la energía eléctrica muestran la envergadura de la estrategia desmedida contra Venezuela
No sabemos realmente de dónde el expresidente
Barack Obama sacó la frase que califica a Venezuela de “amenaza inusual y extraordinaria” para la seguridad de los Estados
Unidos, país cuyas últimas acciones en torno a la patria de Bolívar lo han
reafirmado como una amenaza de incalculables proporciones para la estabilidad
en este continente y en el mundo.
Cuando el ciudadano común con cierta capacidad de
discernimiento compara el abismo existente entre la retórica “democrática”
esgrimida por el actual mandatario estadounidense Donald Trump y su círculo de
asesores cavernícolas, se percata de hasta qué punto subestiman la inteligencia
ajena, a la que consideran incapaz de distinguir entre la verdad y la mentira,
repetida esta última hasta la saciedad por los jerifaltes del imperio en torno
a Venezuela.
El hombre que se ha quejado públicamente una y mil
veces de las fake news en múltiples
tribunas ha devenido el peor de los mentirosos, repitiendo con sistematicidad goebbeliana todo tipo de infundios y calumnias acerca de la situación en la República bolivariana, cuyo gobierno legítimo se ha obstinado en cambiar por la fuerza para imponer un régimen servil que le permita a la superpotencia apropiarse de las inmensas riquezas del país suramericano con la complicidad traidora de la oligarquía nativa.
Trump no es mago, pero acaba de sacar de su
chistera de súper millonario a un personajillo llamado Juan Guaidó, encargado
de asumir los riesgos de adoptar una actitud apóstata frente a su pueblo, que
justifique la agresión militar que durante las últimas semanas Washington ha
venido preparando.
En una comparecencia pública hecha el lunes en
Miami, en la cual Trump estuvo rodeado por sus más cercanos secuaces y
asesores —a saber, Mike Pompeo, Mauricio Claver-Carone, John Bolton y
Marco Rubio, entre otros— el abominable hombre de la Casa Blanca
pronunció un discurso plagado de planteamientos agresivos e irrespetuosos hacia
Venezuela, Cuba y Nicaragua.
Rodeado de problemas por todas partes —no pocos
creados bajo su presidencia—, este Yety de cuello y corbata intentó desviar la
atención en Miami hacia el “coco” venezolano, en este instante más atractivo
para él que Rusia, Siria o Corea, tratando de obtener a costa de la tierra de
Hugo Chávez, las victorias que no ha podido cosechar en los otros escenarios.
Por eso ha concentrado sus fuegos contra Venezuela,
su líder constitucional Nicolás Maduro Moros y la Fuerza Armada Nacional
Bolivariana (FANB), a la que amenazó de manera especial advirtiendo a sus
jefes, oficiales y soldados que se les acaba el tiempo y que deben acatar la
autoridad de Guaidó y acogerse a su voluntad de indultarlos o “lo perderán
todo”.
Lejos de la profundidad intelectual de un analista
político, Trump la emprendió contra las dificultades actuales de Venezuela en
el terreno económico, atribuyéndolas al gobierno socialista de Maduro, sin
tener en cuenta para nada la guerra económica interna y los sabotajes a la
infraestructura productiva y a las redes de energía del país agredido, lo que
ha sido estimulado por Washington.
Mucho menos reconoció el magnate-presidente,
que esa difícil situación que describe se ha agravado mucho en las últimas
semanas debido al arreciamiento del bloqueo y las medidas de estrangulamiento
que él ha impulsado contra Venezuela, de cuyos activos en bancos
estadounidenses por valor de 38 000 millones de dólares acaba de apropiarse de
modo cínico, prepotente y arbitrario.
A partir de la crítica al socialismo venezolano,
Trump quiso demostrar el fracaso de las ideas progresistas en el mundo entero
y, a pesar de su grandilocuencia mussoliniana, no pudo ocultar que ya se
encuentra en plena campaña política para los comicios del año próximo, donde
enfrentará a candidatos como Bernie Sanders, quien acaba de anunciar su
aspiración y otros que como él no dudan en declararse “socialistas”, concepto
que lo saca de quicio.
Naturalmente que la sarta de improperios y amenazas
de Trump no quedaron sin respuesta, empezando por las declaraciones del general
en jefe de la FANB, General Vladimir Padrino López, quien en nombre de su alto
mando advirtió al ofensor que —en caso de agresión— “van a tener que
pasar por (encima de) nuestros cadáveres”.
Una fuerte denuncia a Trump y su discurso le llegó
también desde La Habana, donde el
canciller Bruno Rodríguez Parrilla desmontó
punto por punto los “argumentos” esgrimidos por el gobernante imperial, a la
vez que convocó a todos los gobiernos, parlamentos, fuerzas políticas,
movimientos populares, sociales, indígenas, entidades nacionales e
internacionales y ONG a expresar públicamente una postura firme contra la
intervención en marcha en Venezuela.
En un encuentro en la Cancillería en La Habana con
108 embajadores y jefes de misiones diplomáticas, el titular del Minrex dijo
que “Trump incorpora el macartismo a la Doctrina Monroe. Confirma que contra
Venezuela ‘todas las opciones son posibles’. Luego, el Canciller advirtió que
“el golpe de EE. UU. —en Venezuela— no funcionó” y que “el peligro de agresión
militar es real. La historia de Nuestra América lo demuestra. Trump miente y
ofende a Cuba, a Venezuela, a todos los pueblos y a sus propios ciudadanos”,
alegó.
Rodríguez Parrilla añadió que “le responderemos
votando sí el 24 de febrero”. El diplomático se preguntó: “¿Por qué
Trump no organiza un referendo nacional sobre sus políticas?”, aludiendo a que,
incluso, en las últimas elecciones en su país, el referido alcanzó el triunfo
con 3 millones de votos menos que su rival Hillary Clinton, y así se llaman
democráticos.
Por obra y gracia de Washington y sus lacayos,
ahora en el almanaque figura una fecha en extremo preocupante: la del 23 de
febrero, día escogido para hacer pasar a través de la frontera
colombo-venezolana, en un punto próximo a Cúcuta, la irrisoria cantidad de unas
100 toneladas de ayuda humanitaria para virtualmente, ayudar a aliviar las
necesidades de cerca de 20 000 personas.
El show mediático ha sido respaldado desde
dentro por el usurpador Juan Guaidó, quien ha llamado a sus seguidores, en
número estimado de 600 000, a dirigirse a la línea divisoria estatal de más de
2 000 kilómetros para recibir a como dé lugar esa limosna insignificante
comparada con los 50 000 millones de dólares que ha costado el bloqueo a
Venezuela en los últimos cinco años. Desde afuera, el aquelarre estará
respaldado por un dispositivo militar compuesto por tropas de misiones
especiales norteamericanas, apoyado por las autoridades colombianas.
Y volvemos al principio. Estados Unidos bajo Trump
se ha convertido en una “amenaza inusual y extraordinaria” para Venezuela, que
ha ido adoptando las medidas de rigor para hacer fracasar también esta
provocación que se prepara ante las cámaras y micrófonos de medio mundo, porque
el conflicto venezolano ha dejado de ser nacional y regional para convertirse
en un espacio de confrontación geopolítico y geoestratégico.
Parafraseando a José Martí en históricas palabras
referidas a Cuba, y su papel en el equilibrio del mundo, podríamos decir en
este instante crucial: “Quien se levanta
hoy con Venezuela se levanta para todos los tiempos”.
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