Por
Sergio Rivero Carrasco
Cada
13 de marzo, el pueblo recuerda el momento en que llegó la noticia por un cable
telegráfico en el que se informaba de la firma del Tratado “Hay Quesada”, y
cómo Juan Blanco, quien era el operador del telégrafo partió a correr calle
Martí abajo anunciando el acontecimiento en que entre otras cosas gritaba:
"¡Viva Isla de Pinos cubana!"
Todo comienza a
finales del siglo XIX cuando los ojos de los yanquis estuvieron bien puestos en
este territorio insular desde que el primero de agosto de 1898 comenzara el
bloqueo naval en los alrededores de esta ínsula. Comidita fresca y productiva
para calmar las ansias del hambre maligna del imperio.
Vencida
España por las tropas de ocupación
estadounidenses se vio obligada a firmar el Tratado de
Paz, en París, el 10 de diciembre de 1898, aunque la manera en que
fueron redactados los artículos I y II, desde el punto de vista técnico-
jurídico, se convirtió de hecho en el fundamento “legal” para la reclamación
del territorio pinero por mucho tiempo como interés de los norteamericanos. Se
debe destacar, por otra parte, la intención inicial de dicho país, manifiesta
en las exploraciones realizadas por naves de guerra, en la zona de la Siguanea,
con la finalidad de evaluar sus posibilidades como futura base naval y de ahí,
el verdadero objetivo del bloqueo.
Gonzalo de Quesada y Aróstegui, un camagüeyano rellollo, letrado, por demás, fue el que representó al gobierno cubano en Washington para las negociaciones y la firma del Tratado mediante el cual la Isla de Pinos, que los artículos III y VI de la Enmienda Platt, habían dejado a la Isla de Pinos fuera del territorio nacional cubano, como presa llena de bondades para las apetencias norteamericanas. Cuba trató de firmar cuatro veces el dichoso Tratado y le fueron negadas argumentando banales argumentos.
Las acciones de los pineros se unieron en un solo frente nacional, donde se crearon organizaciones de carácter nacionalista como la Columna de Defensa Nacional de Isla de Pinos y el Comité Patriótico Pro- Isla de Pinos. Al movimiento se integraron destacados intelectuales, científicos y personalidades del país. La juventud cubana también jugó un papel protagónico en esta lucha encabezada por Julio Antonio Mella, quien rechazó con particular fuerza el servilismo oficial que le hacía el juego a las pretensiones yanquis.
Fue el creciente movimiento popular nacido en la otrora Isla de Pinos, y crecida al resto el país, lo que obligó al Senado de Estados Unidos a firmar el Tratado el 13 de marzo de 1925, después de 21 años de dura lucha. Constituye esta una memorable fecha para el pueblo pinero que a partir de ese momento recuperó la ansiada soberanía y su condición de CUBANA.
Júbilo popular causó el acontecimiento. Después las celebraciones tomaban la fecha como referencia, incluso, la elección de la Señorita 13 de Marzo, destinada a presidir los festejos, tanto en la sociedad de blancos, como en la de negros y mulatos. Fue así que se fue sembrando la semilla del cariño y el amor por el terruño, el sentido de pertenencia por esta tierra sagrada que guarda una rica y fecunda historia de laboriosidad, sentimiento independentista y antiimperialista.
Hoy, cuando las ansias de ocupación en Latinoamérica y en nuestro país continúan rebosando los ojos yanquis, el pueblo cubano, como lo hizo hace 94 años, defenderá nuestra soberanía y condición de Cubanos libres e independientes.
Gonzalo de Quesada y Aróstegui, un camagüeyano rellollo, letrado, por demás, fue el que representó al gobierno cubano en Washington para las negociaciones y la firma del Tratado mediante el cual la Isla de Pinos, que los artículos III y VI de la Enmienda Platt, habían dejado a la Isla de Pinos fuera del territorio nacional cubano, como presa llena de bondades para las apetencias norteamericanas. Cuba trató de firmar cuatro veces el dichoso Tratado y le fueron negadas argumentando banales argumentos.
Las acciones de los pineros se unieron en un solo frente nacional, donde se crearon organizaciones de carácter nacionalista como la Columna de Defensa Nacional de Isla de Pinos y el Comité Patriótico Pro- Isla de Pinos. Al movimiento se integraron destacados intelectuales, científicos y personalidades del país. La juventud cubana también jugó un papel protagónico en esta lucha encabezada por Julio Antonio Mella, quien rechazó con particular fuerza el servilismo oficial que le hacía el juego a las pretensiones yanquis.
Fue el creciente movimiento popular nacido en la otrora Isla de Pinos, y crecida al resto el país, lo que obligó al Senado de Estados Unidos a firmar el Tratado el 13 de marzo de 1925, después de 21 años de dura lucha. Constituye esta una memorable fecha para el pueblo pinero que a partir de ese momento recuperó la ansiada soberanía y su condición de CUBANA.
Júbilo popular causó el acontecimiento. Después las celebraciones tomaban la fecha como referencia, incluso, la elección de la Señorita 13 de Marzo, destinada a presidir los festejos, tanto en la sociedad de blancos, como en la de negros y mulatos. Fue así que se fue sembrando la semilla del cariño y el amor por el terruño, el sentido de pertenencia por esta tierra sagrada que guarda una rica y fecunda historia de laboriosidad, sentimiento independentista y antiimperialista.
Hoy, cuando las ansias de ocupación en Latinoamérica y en nuestro país continúan rebosando los ojos yanquis, el pueblo cubano, como lo hizo hace 94 años, defenderá nuestra soberanía y condición de Cubanos libres e independientes.
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